El pasado 4 de septiembre el papa Francisco canonizó a la Madre Teresa de Calcuta, la fundadora de la congregación de las Misioneras de la Caridad. Por esta razón visitamos el convento de las Misioneras de la Caridad que está en El Bronx, para conocer uno de los lugares donde vivió la hoy santa Madre Teresa de Calcuta.
Al llegar allí nos llevaron al altar donde está expuesto el Santísimo. Cerca se observa una foto de la Madre Teresa y un pequeño recipiente con papeles. Una de las hermanas nos dice que escribamos nuestras peticiones para pedir a la Madre Teresa su intercesión. Allí también hay un relicario con una muestra de la sangre de la Santa.
Unos minutos después llega la hermana M. Lilia M.C., religiosa argentina que forma parte de la congregación desde hace más de 30 años. Nos lleva al comedor donde dan comida a desamparados. Nos cuenta que la Madre Teresa servía alimentos a los pobres de la zona durante los años en que vivió en este convento.
Junto a una imagen de la Santísima Virgen María comenzamos el diálogo con esta religiosa de voz pausada. “Para nosotros es un evento
realmente que nos llena de mucha alegría: alguien que conocimos tan bien, que nos dio la bendición, que nos cortó el pelo, que en mi caso, me puso el crucifijo, es santa. Lo hemos sabido de alguna manera siempre, porque Madre es muy especial”.
La hermana Lilia nunca habla en pasado de la Madre Teresa, una muestra más de que su presencia y sus enseñanzas trascendieron más allá de su presencia física.
“Yo tuve la gracia que ella me cortó el pelo, con ella tuve mis primeros votos, me puso el crucifijo y después de mis votos finales, en 1994 en Washington D.C., además mi destino de misión fue Albania, su país de origen. Fue un tiempo duro. Madre venía muchas veces a visitarnos, entonces hemos compartido mucho con ella”, explica la hermana M. Lilia M.C.
Desde su ingreso a la congregación en 1984, la hermana Lilia descubrió en la Madre Teresa a una mujer completamente enamorada de Jesús, “Madre siempre insistía en el silencio y esa frase tan conocida que el fruto del silencio es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”.
Las Misioneras de la Caridad estuvieron presentes en la Eucaristía celebrada por monseñor Raymond Chappetto, obispo auxiliar de Brooklyn, el día de su canonización. El lunes 5 de septiembre, ofrecieron una misa en la parroquia de Santa Rita en El Bronx, donde se celebró por primera vez la fiesta de la santa Madre Teresa de Calcuta.
“Como decía Madre”, explica la hermana M. Lilia M.C., “la alegría es un manto que muchas veces esconde una vida de sacrificio, una vida de una unión profunda con el Señor. Este regocijo tan profundo brota de que de alguna manera uno ya lo sabía desde antes, entonces es como una confirmación. Madre camina con tantos de nosotros… Ella nos dijo: «Cuando Madre no esté con ustedes, yo voy a estar en nuestra oscuridad y estaré para ayudarlos»”.
“Era muy mamá, en el sentido que era una persona de autoridad, la fundadora de la congregación, pero nunca puso una distancia, tenía una cercanía muy bonita. Cuando ella tenía un diálogo parecía que no existía nada más, que tú eras todo lo que existía para ella. Siempre podía ver quién era el más necesitado. Tenía un gran sentido del humor”, concluye la hermana Lilia.