La grave inestabilidad que atraviesa el país más pobre de América ha caído en las grietas del olvido mientras que los ojos del mundo se enfocan en la crisis de Venezuela.
Brotes de violencia callejera y protestas masivas se sumaron el mes pasado a la carencia de alimentos y combustible que mantiene en jaque a los más de 10 millones de habitantes de la abatida nación caribeña.
Aunque los ánimos se calmaron luego de dos semanas de caos, los manifestantes aseguran que retomarán las calles en vías de obligar a la renuncia del presidente Jovenel Moise, quien se encuentra en medio de un escándalo de corrupción, según reportes de Prensa Asociada.
Moise, de 50 anos de edad, asumió el poder en 2017, luego de haber dirigido una empresa involucrada en el manejo turbio del programa Petrocaribe, que suministra a Haití de petróleo subsidiado de Venezuela, según los resultados recientes de una auditoria del Tribunal de Cuentas del país presentada el mes pasado. Asimismo, otros 15 ex ministros y mandatarios actuales también figuran como cabecillas de los negocios en los que se calcula que mas de 2 mil millones fueron utilizados para beneficio personal de los implicados.
Luego de una semana de protestas sangrientas, el primer ministro haitiano, Jean Henry Céant, se dirigió a la nación para anunciar que ordenaría la reducción a los precios de los alimentos. Señaló además que comenzaría la discusión con el sector privado de un posible aumento del salario mínimo, así como la reducción de un 30 % del presupuesto de su oficina, que espera que sea replicado por la Presidencia y el Parlamento.
“Tenemos que eliminar todos los privilegios innecesarios para funcionarios de alto nivel, tales como beneficios monetarios para gasolina y teléfonos, viajes innecesarios al extranjero and la cantidad de consultores que utilizan, dijo Céant en su discurso en la televisión nacional.
En la Conferencia Episcopal de Haití, celebrada el pasado 11 de febrero, los obispos haitianos señalaron que la población debe despertar. “Debemos despertar para tomar juntos medidas contra el peligro que nos amenaza a todos. Este es el momento de unir nuestras fuerzas y nuestra inteligencia para salvar nuestro barco común, Haití, que es nuestro orgullo”, indicó el comunicado.
“El momento es grave, porque hay violencia contra la vida. Deploramos la pérdida de vidas y bienes registrados recientemente en las manifestaciones. Aprovechamos esta oportunidad para expresar nuestra solidaridad con las víctimas y los familiares de las víctimas”, agregaron los obispos.
El descontento y las manifestaciones no son novedades en Haití, donde más del 60 por ciento de la población vive bajo el nivel de pobreza, devengando salarios promedios de 2.41 dólares al día, según las cifras del Banco Mundial. El ano pasado se suscitaron tres episodios masivos de violencia en julio, septiembre y noviembre.
Este pasado febrero, marcó el segundo aniversario de Moise en la presidencia. El caos social y la incertidumbre económica se agravaron por la seria depreciación del gourde, la moneda oficial de Haití, y una crisis de electricidad que se desató debido a la escasez de gasolina. Los manifestantes tomaron las calles y los enfrentamientos con el ejercito dejaron por lo menos 7 muertos y decenas de heridos.
Estados Unidos, Canadá y Brasil evacuaron a su personal diplomático, pero hasta ahora, no han ofrecido soluciones a la crisis.
Un grupo de embajadores de la Naciones Unidas hizo un llamado al dialogo entre la oposición y el gobierno de Haití. “El gobierno tiene que acelerar sus reformas estructurales para promover una mejor administración de los recursos del estado”, señala el comunicado del grupo, añadiendo que “hay que mejorar las condiciones de vida de los mas vulnerables, luchar contras las desigualdades y fomentar la inversión para estimular el desarrollo de la empresa privada”.
Pero estos señalamientos internacionales no son tampoco nada nuevo en esta tierra aparentemente olvidada por el mundo entero.
El presidente emitió un mensaje a la nación, llamando al diálogo y expresó su solidaridad con las víctimas de las protestas. Moïse aseguró que no dejará el país “en manos de bandas armadas y narcotraficantes”, que quieren utilizar la empobrecida nación para sus intereses personales.
Hasta ahora, la administración del presidente Trump se ha limitado a proveer un paquete de ayuda humanitaria para Haití, según fuentes de Washington. “Mientras que no Podemos comentar sobre procesos internos de planeación, el gobierno de Estados Unidos permanece comprometido con el pueblo de Haití y las necesidades alimenticias de los mas necesitados, anuncio un vocero del Departamento de Desarrollo Internacional.