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ROMA (Crux) — Durante sus 28 viajes apostólicos fuera de Italia, el papa Francisco nunca ha visitado la potencia católica de España. Pero su visita a Marruecos, estará dominada por los españoles.
La población del país al norte de África es 99 por ciento musulmana, y de los aproximadamente 40,000 católicos, casi todos son inmigrantes o hijos de inmigrantes. La jerarquía católica local, desde obispos hasta monjas, proviene principalmente de España, algo que no resulta sorprendente, ya que los dos países están separados por apenas siete millas.
Esto incluye a las tres hermanas religiosas que le darán la bienvenida al Santo Padre el domingo, en un centro de aprendizaje agrícola en las afueras de Rabat. Las religiosas de la orden de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl consideran a los 150 niños que alimentan cada día como parte de su familia.
Estas tres hermanas, que se hicieron cargo del centro cuando una comunidad jesuita tuvo que abandonar la ciudad, gastan más de US$3,500 al mes solo en medicina; gasto que pueden asumir gracias a la ayuda de donantes anónimos.
Durante una entrevista con la agencia de noticias española EFE, dijeron que tratan diariamente hasta 20 pacientes con quemaduras: están rodeadas de personas que viven en condiciones precarias, cocinan con carbón, por lo que este tipo de accidentes domésticos son comunes.
El cáliz que utilizará en la Misa el papa Francisco se restauró en un joyero de Ceuta, y se espera que unas 500 personas del enclave español asistan a la liturgia papal en Rabat.
(Ceuta y Melilla son dos enclaves españoles en la costa marroquí, los últimos vestigios del imperio español que alguna vez fue global. Marruecos reclama ambos territorios).
La persona designada para garantizar que el domingo todo salga como estaba previsto también es un español que vive en Marruecos desde principios de la década de 2000: el padre Manuel Corullon.
En una conversación con Crux, el sacerdote dijo que es importante para los católicos de Marruecos sentir que son parte de una iglesia que camina con el pueblo y está en diálogo cultural y religioso con ellos, no una iglesia que solo está “pasando”.
Por esta razón, dijo, la comunidad cristiana local acoge con satisfacción la visita del Papa, como una señal de que ellos también son importantes para el mundo, capaces de decir algo valioso y compartir una experiencia de vida en un diálogo constante como una minoría muy pequeña.
El arzobispo Santiago Agrelo, natural de Galicia, ha guiado la Arquidiócesis de Tánger —una de las dos diócesis de Marruecos— durante los últimos 12 años, y está de acuerdo con el padre Corullon. Hablando de la visita del Papa, hace poco expresó que espera que el Sumo Pontífice pueda ver la importancia de la iglesia local, que es pequeña pero no “insignificante”, ya que los cristianos tienen una “presencia significativa dentro del mundo musulmán”.
También añadió que espera que el Papa tenga la oportunidad de acercarse a la realidad de la migración en Marruecos. Por un lado, los migrantes del África subsahariana tienen un “contacto muy vivo con la Iglesia y representan una inyección de juventud a nuestras comunidades”.
Sin embargo, reconoció que también están los “otros” católicos, aquellos que deben permanecer ocultos, porque no son reconocidos o porque están oprimidos de muchas maneras. Hablando con Alfa y Omega, no los nombra, pero se refiere a aquellos que se convirtieron del islam al cristianismo. El país es muy tolerante con los extranjeros que siguen a Cristo, pero no tanto cuando son locales.
Cuando estuvo en España a principios de este mes en una conferencia organizada por Vida Religiosa, el arzobispo Agrelo habló sin reservas sobre el sufrimiento causado por la crisis de los migrantes en Marruecos, con miles de personas que viajaron por África y de Marruecos a España, la mayoría en botes de goma o literalmente utilizando neumáticos de coche como salvavidas.
“Me ha pasado por la mente subirme a uno de esos barcos con niños [migrantes], con la ilusión de pensar que, si un obispo muere en el Estrecho de Gibraltar, tal vez algo cambie”, confesó.
En los últimos meses, ha tenido inmigrantes durmiendo en el patio de la catedral. Tiene prohibido dejarlos entrar, porque entonces podría ser acusado de tráfico de personas.
“Cuando escucho el llanto de los inmigrantes que vienen a Europa, sueño con una iglesia en la que todos podamos cantar victoria, pero antes de que ese día llegue… para que ese día sea posible, todos los consagrados deberán descender a las profundidades, a los caminos donde se encuentra abandonado, rechazado, el Hijo de Dios, con los crucificados de la tierra”.
Es con estos migrantes que Miguel Salinas trabaja todos los días en la ciudad portuaria de Motril, al sur de España; una puerta de entrada a Europa para la mayoría de los migrantes que llegan al continente provenientes de Marruecos. Es miembro de la Hermandad Obrera de Acción Católica, que cuenta con el apoyo de la conferencia de obispos.
Miguel Salinas habló con Crux antes de la visita del Papa a Marruecos, y dijo que cree que la visita del Santo Padre es “una ventana, una puerta que se nos abre a quienes trabajamos en el mundo de los migrantes para ampliar nuestro conocimiento sobre las vidas de estas personas y la realidad de la emigración, que no terminará pronto”.
“Es una alegría saber de la cercanía del Papa con este país y con la realidad de los migrantes”, reconoció.
Miguel también dijo que espera que el Papa derrame luz sobre la imperiosa necesidad de abrir corredores humanitarios, que permitan la reubicación segura de los migrantes, que tienen derecho a emigrar y que “no deberían arriesgar sus vidas intentando sobrevivir”.
Miguel argumentó que invertir en otra cosa que no sean corredores humanitarios, como muros, puertas y cercas para mantener alejados a los migrantes, es “invertir en la muerte, porque la migración no se detendrá”.
Los centros de migración estatales, dijo, se han derrumbado en Motril, y esto ha llevado a las fuerzas de seguridad nacional a “abandonar a los grupos de personas en las calles”, literalmente.
Es entonces, y solo entonces, que la ONG para la que él trabaja puede tomar medidas. Hasta que los corredores estén abiertos, argumentó Miguel, los gobiernos deberían estar abiertos a recibir la ayuda de las ONG y la sociedad civil para enfrentar la crisis de manera global.
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Inés San Martín es una periodista argentina, jefa del Buró de Noticias de Crux en Roma. Antes de unirse a Crux, Inés fue mánager de redes, directora de contenido y diseñadora gráfica de Contá con Nosotros, y trabajó como reportera y editora de Valores Religiosos en Buenos Aires. También dirigió la oficina de prensa internacional para la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013. Inés es licenciada en comunicaciones sociales y periodismo por la Universidad Austral en Buenos Aires y la Universidad de Navarra en Pamplona, España.