Jasmine Salazar nació en en el seno de una familia de inmigrantes colombianos católicos. Recuerda con orgullo y gratitud que se crió y educó en la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Nací en Brooklyn, en el área de Sunset Park, un área muy hispana, y allí me crié. Mi padres son colombianos los dos. Mi madre de Bogotá, mi padre de Pereira. De modo que mi primer idioma fue el español. Durante mi adolescencia y mi juventud, me concentré en la pastoral para los hispanos y los americanos de origen hispano. Esa fue la base de mi compromiso pastoral”. Su compromiso con la pastoral hispana no se limitó a su parroquia. Por años, la nueva vice canciller fue una activa líder del Movimiento de Jornadas Cristianas en Brooklyn. Y desde 2009 trabaja profesionalmente para la Diócesis de Brooklyn.
Según el canciller de la Diócesis, Mons. Anthony Hernández, el nombramiento de Salazar “es un testimonio importante de la presencia hispana en la Diócesis de Brooklyn. Es un signo de que para nosotros lo que importa es tener la persona idónea para cumplir la misión, en esta labor que llevamos a cabo, que es atender a los más vulnerables de la diócesis, los que han sido abusados por miembros del clero”.
Monseñor se refería así al hecho de que desde el año 2013 la nueva Vicecanciller ha sido la coordinadora de la Asistencia a las Víctimas de abusos sexuales. Su nuevo título, más que un cambio de trabajo, es un reconocimiento por la labor que ella ha realizado en los últimos cuatro años. Es quizás el trabajo más difícil de la Diócesis de Brooklyn, pero la Vicecanciller habla con pasión de su delicada misión.
“Creo que hemos progresado, pues ahora tenemos una relación continua con las víctimas. Queremos ayudar a sanar sus heridas y ayudarlos a restablecer sus vínculos con la fe”, explica Salazar.
Y afirma que su condición de madre la hace tomar aún más en serio su misión. “Como madre, siento que proteger a los niños es lo más importante que podemos hacer. Sin duda eso es un elemento importante en la manera en que yo asumo esta responsabilidad”.
Su hija, nos cuenta, se emocionó mucho cuando supo del nombramiento de su madre, y se siente muy orgullosa. Esa emoción la sintió primero la Vicecanciller: “El Obispo me llamó a su oficina. Yo tengo reuniones con él frecuentemente. Pero ese día, cuando fui a empezar a hablar, me dijo: «Primero lo primero». Y me informó de mi nombramiento. Y me quedé tan sorprendida que sólo dije: «Guau, OK» y seguí con la agenda del día. Fue al final de la reunión que logré decirle: “Muchas gracias, Mons. DiMarzio”.