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Las Iglesias están vacías, mientras las calles siguen llenas

Aunque para el alcalde de Nueva York, Bill De Blasio, parece no haber comparación entre reabrir las casas de culto y permitir protestas masivas, Mons. Kieran Harrington, rector de la Concatedral de San José, en Prospect Heights, no está de acuerdo y dice que es hora de reabrir las iglesias.

Cuando se le preguntó al alcalde por qué permitía protestas contra la brutalidad policial y por la justicia racial, e insistía en que las iglesias no reanudaran sus servicios debido a las restricciones del COVID-19, respondió que no es lo mismo “ver una nación, un país entero lidiando con una crisis extraordinaria sembrada en 400 años de racismo, que el comprensiblemente agraviado dueño de una tienda o el religioso devoto que quiere regresar a misa”.

Pero Mons. Harrington, quien también es presidente y director de DeSales Media Group,  y director editorial de Nuestra Voz, cree que el alcalde no es la persona más calificada para hacer esa distinción, sino que es la Constitución el último referéndum sobre eso.

En una entrevista con Nuestra Voz, Mons. Harrington confesó que vio “indignado” el video de casi nueve minutos de duración de un oficial de policía arrodillado sobre la nuca de George Floyd, un hombre negro desarmado.

“Fue terrible ver cómo agonizaba”, dice Mons. Harrington

Desde entonces, se han producido protestas masivas en todo el país con llamados a un ajuste de cuentas nacional sobre las injusticias raciales sistémicas. Los funcionarios de la ciudad han permitido las multitudinarias manifestaciones y, al mismo tiempo, exigido a las instituciones religiosas que se acojan a las estrictas medidas de distanciamiento social y limiten el número de personas que pueden asistir a los servicios, algo que Mons. Harrington considera que es una doble moral.

“Mi deseo de reabrir las iglesias no significa que no estoy de acuerdo con las protestas. Quiero que las iglesias abran sus puertas precisamente porque creo que las vidas de nuestros hermanos negros importan (‘black lives matter’)”, dijo Mons. Harrington, señalando que a muchas personas les urge orar y asistir a la misa a la luz de las crecientes tensiones nacionales. “Para mí, la oración es más radical que la protesta política. Esa es la razón por la que me hice sacerdote”.

Mons. Harrington cree que este es un sentimiento que comparte con muchos católicos., apuntando además que “se trata de una violación del derecho de reunión y el derecho de culto”, Mons. Dijo Harrington. “Dios está siendo ignorado por los funcionarios públicos, simplemente porque pueden no ser personas de fe y no sienten la misma necesidad de regresar a la Iglesia”.

Luego culpó a los líderes políticos de ambos partidos por “fomentar divisiones políticas” en el país al no respetar a las personas de fe y ver sus demandas de regresar a la iglesia con el mismo sentido de urgencia.

Mons. Harrington señaló la decisión del alcalde en abril de enviar a la policía de Nueva York a disolver a una multitud de aproximadamente 2000 judíos ortodoxos en un funeral por un rabino que había muerto por el coronavirus, pero luego permitió que miles de personas “marcharan hombro con hombro” en Brooklyn unas semanas después.

“¿Cuál fue la diferencia entre las escenas en Williamsburg [con la comunidad hasídica] y la de lo que estaba ocurriendo en Cadman Plaza?”, se pregunta Mons. Harrington. Según él, el alcalde De Blasio está dispuesto a permitir que un grupo continúe sus concentraciones masiva porque se alinea con un movimiento político nacional que es de su simpatía. La oficina de prensa del alcalde de la ciudad de Nueva York no respondió a la solicitud de comentario de Nuestra Voz.

El rabino Brad Hirschfield, presidente del Centro Nacional Judío para el Aprendizaje y el Liderazgo, dijo que entiende la posición de Mons. Harrington. “Es doloroso para uno estar separado de los rituales y sacramentos de nuestra fe”, dijo el rabino Hirschfeld a The Tablet. “Tenemos una hambre profunda por regresar y puedo simpatizar con ese sentimiento”.

Mons. Harrington también criticó al alcalde y al gobernador por políticas generales que permitían que solo un número limitado de personas estuvieran en una iglesia en un momento determinado. “La situación en la Concatedral de San José en Brooklyn o en la de San Patricio es muy diferente a la de una iglesia”, dijo Mons. Harrington. “Si las personas tienen el derecho de seguir haciendo manifestaciones, también tienen el derecho a seguir entrando a una iglesia y rezar”.

“Quisiera que el alcalde o el gobernador explicaran la diferencia”, añadió.