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Las semillas del sacerdocio se plantaron desde muy temprano en la vida de Monseñor Brennan

PROSPECT PARK – No hay un día o momento determinado al que Mons. Robert Brennan atribuya su “llamado” al sacerdocio puesto que considera ese llamado como una serie de momentos más pequeños de su vida católica temprana en el área de Nueva York.

Mons. Brennan, obispo de Columbus, Ohio, y obispo designado de la Diócesis de Brooklyn, nació en el Bronx y se crió en Lindenhurst, Nueva York. Describe haber crecido en una familia donde la fe era importante, pero “no necesariamente algo que se dejaba ver abiertamente”.

La familia de Mons. Brennan, como muchas familias católicas, iba a misa el domingo y rezaba antes de las comidas y antes de acostarse. Después de su traslado a Long Island, la parroquia local y las escuelas católicas se convirtieron en el centro de la vida de su familia. Él y sus hermanos se convirtieron en monaguillos: ese fue un momento particular que le ayudó a conducirlo al sacerdocio.

“Todos tuvimos la oportunidad de involucrarnos, y creo que para mí esa fue una de las mejores cosas: ver a los sacerdotes de cerca, ver lo que estaban haciendo y ver cómo disfrutaban lo que estaban haciendo, lo significativo que era”, dijo Mons. Brennan.

En ese papel como monaguillo, Mons. Brennan recuerda en particular a un sacerdote misionero que habló en una homilía sobre su trayectoria hacia el sacerdocio como algo especialmente conmovedor.

“Habló sobre su propia vocación y sobre cómo vio lo que hacían los sacerdotes y se dijo: ‘Podría ser feliz haciendo eso'”, dijo Mons. Brennan. “Y ese es uno de esos momentos que se destacaron en mi vida porque yo tenía el mismo pensamiento de que podría ser feliz haciendo esto”.

El papel de Mons. Brennan como sacristán y la participación en la adoración eucarística también fueron grandes marcadores, dijo, porque recuerda el fuerte deseo de ser sacerdote que surgió frente a la Eucaristía.

Nunca hubo un momento en el que no quisiera ser sacerdote, dijo. Y hacia el final de la escuela secundaria, les dijo a sus padres que quería seguir el camino hacia el sacerdocio.

Después de graduarse, aunque sabía que quería ser sacerdote, Mons. Brennan asistió a la Universidad de St. John para tener una “experiencia universitaria”.

En St. John’s, obtuvo una licenciatura en matemáticas e informática antes de estudiar para el sacerdocio en el Seminario de la Inmaculada Concepción en Huntington, Nueva York.

Si bien no hubo un momento en particular que inspiró a Mons. Brennan a seguir ese camino, hubo un sacerdote en particular que modeló el tipo de sacerdote que quería ser.

Ese fue un antiguo sacerdote de Long Island, el difunto Mons. James McDonald.

“Estaba muy, muy entusiasmado, lleno de alegría por la obra del sacerdocio, ansioso por hacerlo”, recordó Mons. Brennan. “Fue incansable en ese trabajo, incluso hasta el punto de que, cuando estaba enfermo y agonizante, su mayor pesar era no estar haciendo lo que tanto amaba”.

Mons. McDonald, quien murió en 2018, también fue central en el fuerte apoyo que recibió el Mons. Brennan cuando tomó la decisión de convertirse en sacerdote. Recuerda que sus padres siempre lo habían alentado a perseguir cualquier cosa que lo hiciera feliz, por lo que apoyaron su decisión. Lo mismo puede decirse de sus cuatro hermanos menores (dos hermanas y dos hermanos).

Sus amigos, dijo, esperaban de alguna manera esa decisión debido a su devoción a la Misa durante la escuela secundaria y la universidad. También ellos eran fuertes en la práctica de la fe, señaló, por lo que siempre le brindaron un “tremendo apoyo”.

Eso no quiere decir que su itinerario hasta y después del sacerdocio haya sido siempre fácil. Al igual que en cualquier ámbito de la vida, el itinerario al sacerdocio tiene altibajos. Es en esos momentos es que Mons. Brennan dijo que la comunidad es primordial, especialmente en el seminario.

No solo los otros seminaristas son excelentes para animarse, sino que también el director espiritual está metafóricamente “sosteniendo un espejo y reflejándose en ti”. Él te permite “pasar por el proceso, hacerle las preguntas que necesitas hacerte a ti mismo y a alguien que pueda ser honesto con contigo” y viceversa.

Sin embargo, por encima de todo, la oración fue lo más importante para ayudar al obispo a superar los momentos difíciles; dijo que anima a los actuales seminaristas a inclinarse hacia la práctica de la oración. Mons. Brennan señaló que, en el seminario, “estás viviendo en una situación en la que tu vida gira en torno a la oración, por lo que hay mucho apoyo allí solo por el lugar donde estás”.

Añadió: “En cierto sentido, se trata de la amistad con Jesucristo, y cuando pasas tiempo con un amigo, te atrae más profundamente esa relación”.