Reportar en un periódico la vida de la comunidad católica de Brooklyn y Queens es estar siempre descubriendo algo que uno no sospechaba. En una diócesis que es como el resumen del mundo, las lenguas, las tradiciones y las devociones son sorprendentes por su número y su riqueza.
Los días de la Semana Santa nos llevan a rememorar y rumiar cada año el suceso definitorio de la historia: la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Su misterio y significado esencial son un reto continuo para nuestra capacidad de entender. Cada año, intenta uno aprehender el misterio, “desempacar”, como se dice ahora, su significado profundo.
Desde la limitación de nuestro intelecto, tratamos cada año de entender un poco más. Con suerte, cada Semana Santa nos revela algo nuevo, algo que nunca vimos antes, en lo que no habíamos reparado o dábamos por conocido sin entenderlo.
Visitar distintas parroquias para reportar las celebraciones lo lleva a uno a mirar el misterio de la Semana Santa desde otros ojos, otras perspectivas. Este año, hubo dos momentos reveladores.
El Jueves Santo, en la fiesta de la Última Cena, el ambiente está dominado por la muerte inminente de Jesús. Esa noche todo nos hala a lo que ocurrirá al día siguiente. Pero al mismo tiempo, el Jueves Santo es, de algún modo, la plenitud de la Navidad: el Enmanuel, “Dios con nosotros”. Cristo, sabiendo que se acerca su hora, se queda para siempre con nosotros en la institución de la Eucaristía. Y con la Eucaristía, en la Última Cena Jesús instituye también el sacerdocio. Ellos, los sacerdotes, en la consagración del pan y el vino que se convierten en su Cuerpo y su Sangre, son los mediadores de esa presencia real.
La misa del Jueves Santo fui a la parroquia de la Presentación de la Santísima Virgen, en Queens. Más de ochocientas personas llenaban el templo. Y más de cien jóvenes participaban en la “Pascua Joven”, un programa intenso de reflexión que comenzó el Jueves Santo y se extendería durante el Triduo Pascual.
Viernes Santo en la Parroquia de la Presentación de la Santísima Virgen, Jamaica, Queens
Posted by Nuestra Voz on Friday, March 30, 2018
La liturgia, solemne y precisa, la música, la homilía bilingüe del párroco —el padre Manuel de Jesús Rodríguez—, la actitud de los fieles: todo contribuía al espíritu de la fecha. El padre Rodríguez habló, con visible emoción, del dolor que causan los pecados del clero, y recordó a los fieles la bondad y el servicio de los buenos sacerdotes.
La Vigilia Pascual
La Vigilia Pascual, por supuesto, es el centro y el sentido de la vida cristiana. Ni el Jueves Santo, ni el Domingo de Ramos, ni nuestra esperanza tendrían sentido sin la Resurrección.
Esa noche fui a la parroquia de Santa Brígida, en Brooklyn. Más de mil fieles llenaban el templo espacioso y a oscuras al inicio de una liturgia que duraría casi cuatro horas. Cinco niños y adolescentes fueron bautizados esa noche. Los mayores recibieron también la Primera Comunión y la Confirmación. Recibir a nuevos cristianos en la Iglesia el día de la Vigilia Pascual nos lleva de nuevo a los orígenes mismos de la fe. Al inicio, todos los cristianos era “recién conversos”.
Vigilia Pascual en la parroquia de Santa Brigida en Brooklyn Easter Vigil at Saint Brigid Parish in Brooklyn
Posted by Nuestra Voz on Saturday, March 31, 2018
En las primeras generaciones de cristiano, y cuando aceptar la fe era muchas veces sinónimo de entrar en peligro de muerte, casi todos los nuevos miembros de la Iglesia era adultos que hasta poco antes no conocían la Buena Nueva de Jesús. Uno piensa en esos orígenes, y piensa también en los cristianos que hoy en muchas partes del mundo siguen jugándose la vida por practicar su fe.
Pero la idea “nueva”, la parcela de comprensión que trajo esta Semana Santa fue esa conexión profunda entre la Resurrección, que celebramos en la Vigilia, y ese Dios que se queda para siempre con nosotros en la Eucaristía, instituida el Jueves Santo.
Más de 1000 personas participaron anoche en la Vigilia Pascual en la Parroquia de Santa Brígida. El padre Jorge Ortiz, administrador de la parroquia, fue el celebrante principal.
Posted by Nuestra Voz on Sunday, April 1, 2018
El padre Jorge Ortiz en su homilía habló de la alegría de recibir nuevos cristianos en la Iglesia. Al mismo tiempo, dijo a los fieles que al ver a jóvenes hispanos que se acercan al bautismo también debemos pensar que son un síntoma de la pérdida de la fe en familias y culturas tradicionalmente católicas. El hecho mismo de que no recibieran el bautismo antes, decía el padre Ortiz, revela lo que falta a nuestros esfuerzos evangelizadores.
La liturgia
En ambas noches, en ambas parroquias, la liturgia fue digna, elegante, bien preparada. Evidentemente, la importancia de la Eucaristía y la Resurrección no depende de que el párroco predique bien, ni de que el coro cante afinado o los acólitos guarden silencio durante la misa. Pero la liturgia es el medio por el que intentamos acceder al misterio. La liturgia de la Vigilia Pascual es la más hermosa del año católico, como corresponde a la fiesta más importante. Y la liturgia católica misma es el fruto de dos mil años de refinamiento: es preciosa y perfecta.
No hay que hacerle adiciones ni improvisaciones, que casi siempre rebajan su dignidad y su belleza. Y es importante prepararla bien, de manera que fluya sin tropiezo y que ayude a los fieles a concentrarse en la esencia de la celebración; a entender un poco más en cada Semana Santa, el misterio que nunca podremos abarcar. Ese fue el regalo extra que recibí al visitar dos de las parroquias más hispanas de nuestra diócesis.