Caminando con los Inmigrantes

Los esfuerzos de las organizaciones eclesiásticas en la frontera son puramente humanitarios

Por Monseñor Nicolás DiMarzio

Como obispo emérito de Brooklyn, yo, Monseñor Nicholas DiMarzio, tengo una larga historia de servicio a los inmigrantes desde mis primeros días como sacerdote. Estoy feliz de poder seguir sirviendo a la causa de los migrantes en mi retiro.

 Por eso, doy inicio a esta serie de artículos titulados “Caminando con los Migrantes” que con suerte aparecerán en muchos periódicos diocesanos, informando a nuestros católicos sobre los hechos de la migración y cómo la enseñanza de la iglesia afecta el trabajo y las posiciones políticas adoptadas por la Iglesia Católica. Mi esperanza es que más católicos lleguen a abrazar las enseñanzas de la Iglesia sobre la migración, un tema sobre el que rara vez se predica, y que a menudo se malinterpreta o al que incluso se oponen muchos católicos.

 

Recientemente, la situación fronteriza en Texas ha provocado una serie de demandas judiciales contra la Diócesis de Brownsville y sus Caridades Católicas. Es realmente desafortunado que una organización llamada CatholicVote trabajara en conjunto con Judicial Watch para presentar una solicitud “Freedom of Information Act” (FOIA) para investigar la relación entre la Diócesis, Caridades Católicas y el gobierno federal, y luego demandar al Departamento Salud y Servicios Humanos y al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) sobre la base de esta información. CatholicVote afirma que, de alguna manera, el gobierno y la iglesia están actuando en complicidad entre sí, tratando de traer más inmigrantes a través de la frontera. Sin embargo, el trabajo de Caridades Católicas es total y únicamente humanitario.

Muchas personas que cruzan la frontera hoy en día son solicitantes de asilo, quienes según el derecho internacional tienen derecho a una audiencia sobre los méritos de su reclamo. Muchos son detenidos, y luego el DHS entrega algunos a Caridades Católicas para servicios humanitarios básicos como alojamiento y comida. Algunos finalmente reciben asistencia (pasaje de autobús) para viajar a sus familiares donde esperarán sus audiencias de asilo, mientras se encuentran en proceso de deportación. La afirmación de CatholicVote es que, de alguna manera, este tipo de asistencia sería una forma de trata de personas. Por supuesto que no lo es, lo que fácilmente podría haber sido descubierto preguntando a la Diócesis de Brownsville.

Es importante comprender la enseñanza católica sobre este tema tan humano. Cuando yo era presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), los obispos de los Estados Unidos trabajaron junto con los obispos mexicanos para desarrollar cinco principios básicos que guiasen el trabajo de la iglesia en esta área.

Primero, las naciones soberanas tienen la autoridad y la responsabilidad de administrar sus fronteras, pero al mismo tiempo (este es el quinto principio) se debe respetar la dignidad humana y los derechos humanos de los refugiados, de los solicitantes de asilo e de los indocumentados.

Como dijo recientemente la Hermana Norma Pimentel, Directora de Caridades Católicas en la Diócesis de Brownsville: “Les puedo asegurar que [los inmigrantes] no se están desarraigando [de sus tierras] solo para venir a nuestro Centro de Respiro para bañarse y comer o dormir en una colchoneta. Están dejando circunstancias terribles en sus países de origen, arriesgando todo para venir aquí con la esperanza de poder encontrar un lugar seguro para criar a sus familias”. Las causas fundamentales de la migración son mucho más profundas que el supuesto factor de atracción de alguna ayuda humanitaria disponible en la frontera.

La teoría de la migración “push and pull” ha sido refutada durante mucho tiempo como simplista. Las causas profundas de la migración exigen mucho estudio. La mayoría de los migrantes que llegan hoy, desde países centroamericanos, huyen de situaciones de violencia y persecución. Sin embargo, puede ser difícil para muchos migrantes cumplir con el estándar estricto y proporcionar el nivel de prueba que les exigen los tribunales para que se les conceda asilo. La creación de nuevas vías de inmigración legal y el fortalecimiento de las existentes basadas en los lazos familiares, las necesidades humanitarias y las oportunidades escolares y laborales, podrían servir para reducir la cantidad de personas que realizan viajes peligrosos hacia la frontera.

El gobernador de Texas, Gregory Abbott, emitió una orden ejecutiva, GA-37, prohibiendo el transporte de migrantes por parte de personas que no sean agentes del gobierno. Esta orden, al igual que la demanda de CatholicVote , estaba dirigida a Caridades Católicas, que ayuda legalmente a los migrantes, después de que han sido liberados, a ir a las estaciones de autobús o aeropuertos para viajar a sus destinos. Annunciation House en El Paso, Texas, es una de las varias organizaciones que desafían la orden ejecutiva del gobernador. Un tribunal federal ha bloqueado esta orden. Sin embargo, otros esfuerzos federales para prevenir la migración siguen vigentes y exponen a las personas que huyen del peligro y de condiciones sociales precarias a riesgos adicionales.

La situación fronteriza es verdaderamente lamentable. Los migrantes pueden ser devueltos bajo el Título 42 del Código de los EE. UU. con el pretexto de que hacerlo es “necesario para prevenir la introducción, transmisión o propagación de enfermedades transmisibles de países extranjeros”. Esta orden de salud pública de décadas de antigüedad fue implementada por la administración anterior en marzo de 2020 y aún sigue vigente. Muchas organizaciones, incluidas 164 organizaciones católicas, están presionando al gobierno federal para anular esa regla, ya que no se realizan pruebas, y esta medida solo se usa como una excusa general para expulsar rápidamente a los solicitantes de asilo.

Hay muchas soluciones a la situación migratoria actual. Una de los cuales sería una mejor comunicación entre Estados Unidos, México y especialmente los países centroamericanos. La naturaleza universal de la Iglesia Católica la posiciona como un potencial puente a través de las fronteras tanto para los individuos como para las conversaciones políticas.

El derecho a la libre circulación es algo que el mundo quisiera mantener, pero eso no significa que no se pueda imponer alguna regulación al movimiento de personas entre países. Significa que las vías de migración legal deben expandirse y fortalecerse. Procesar las solicitudes de refugio en México también sería un cambio bienvenido. Las causas fundamentales son profundas, especialmente en los países centroamericanos, donde las inestables situaciones políticas exacerban la difícil situación de muchos, en particular de los pobres.

El problema de fondo que enfrentamos es la actitud negativa hacia los migrantes que llegan a nuestro país, especialmente aquellos que cruzan nuestras fronteras sin autorización. A primera vista, este es un tema importante, pero hay una preocupación humanitaria más apremiante que no podemos ignorar. Es muy importante que la Iglesia sea el Buen Samaritano en el mundo de hoy, cuidando de los que están al borde del camino, no temiendo pleitos u otras incriminaciones, y haciendo lo que Jesús nos dijo en el Evangelio, para acoger al forastero.

Mons. Nicholas DiMarzio, quien se retiró como obispo de Brooklyn el 30 de noviembre, continúa con su trabajo e investigación sobre la migración indocumentada en los Estados Unidos.