José Villa nació en Corona, Queens, pero por su sangre corre merengue y bachata, tradiciones tan dominicanas como el mangú, que gracias a su familia y a su esposa, de origen dominicano, mantienen vivas en su hogar.
Sus padres fueron empresarios, propietarios de tiendas, bodegas y supermercados. “Toda mi vida trabajé con mi padre y mis hermanos en los supermercados”, dice.
José se graduó de Negocios Internacionales en la Universidad de Hofstra. Durante cinco años trabajó para una compañía de exportaciones, con la que le tocaba viajar mucho, especialmente a Latinoamérica. Así que un día decidió renunciar para tener una vida más estable, casarse y empezar una familia. Luego se vinculó al sector bancario, en el que trabajó por 17 años. “Este trabajo me dio mucha experiencia ayudando a empresarios con finanzas, cuentas de negocio, préstamos, tengo mucho conocimiento ayudando a los empresarios a crecer sus negocios”, nos cuenta.
Pero a sus 44 años, José tenía un pensamiento recurrente: “En mi mente siempre estaba la idea de tener un negocio propio, y me gusta mucho el modelo de franquicia porque hay mucho apoyo, siempre hay personas que ayudan, uno nunca está solo”.
Fue así como empezó a estudiar diferentes marcas y encontró a Philly Pretzel Factory. “Una de estas tiendas la abrieron cerca de mi casa y vi que tenían buenas ventas, a mis niños y a mi esposa les encantaban, incluso a mí también y pensé que Queens sería un buen lugar para la marca”, dice.
Esta franquicia comenzó en Filadelfia hace más de 20 años, tiene 170 tiendas en Estados Unidos, cinco en Long Island, dos en Brooklyn y una en Staten Island, “pero no estaban en Queens y yo pensaba que en ese condado el negocio podría ser bueno y decidí dejar mi carrera en Capital One para abrir la primera tienda de Philly Pretzel Factory en Queens”.
Durante tres meses trabajó junto a su esposa en el diseño y preparación de su nuevo local que planeaba inaugurar en marzo, pero la pandemia del COVID-19 cambió completamente sus planes.
Dos meses después de lo planeado, el 15 de mayo abrieron el establecimiento, haciendo realidad su emprendimiento.
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Su sueño es es ver crecer su tienda para que sus hijos puedan trabajar en ella e incluso su esposa, quien es profesora. “Para mí sería un orgullo muy grande tener cinco o seis tiendas y haber sido el primero en abrirla en Queens”.
A pesar de saber como administrar las finanzas de un negocio, a José le tocó aprender a cocinar y enseñarle a sus empleados.
“Cuando uno firma la franquicia hay que ir a la universidad de Pretzel Factory por una semana, allí aprendí cómo preparar el producto, cómo cocinarlo, cómo limpiar la cocina, como llevar las cuentas comerciales y al concluir me dieron un diploma y ya estaba entrenado para abrir una tienda”.
En esta época donde muchas empresas han tenido que cerrar, José da empleo a doce personas. Comenzó con nueve trabajadores y a pesar de la pandemia generó tres nuevos puestos de trabajo. “Venía mucha gente”, cuenta.
Para José el trabajo duro, el apoyo de su esposa y su familia han sido fundamentales para el éxito de su local, pero para él hay una factor clave muy importante: “mi mamá rezó mucho por nosotros”.
Su bastión son sus tres hijos, dos niños y una niña, “ellos estaban muy contentos, igual que mi familia, que siempre me apoyaron”.
Uno de los principales cambios en la vida de José fue que gracias a este negocio ahora puede compartir más con sus hijos. “Antes ellos sabían que su papá trabajaba en un banco y nada más. Me demoraba dos horas yendo al trabajo y dos regresando y apenas los veía y ahora me ven todos los días”.
Si está en Queens, no deje de visitar esta tienda, además, si usted descarga la aplicación de Philly Pretzel Factory puede recibir cinco pretzels gratis.