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Maestra inmigrante teme que Trump derrumbe lo que ella ha luchado por levantar

Catholic News Service
FLAGSTAFF, Arizona (CNS) — UNA MAESTRA INMIGRANTE, homenajeada por la Casa Blanca, hoy teme que el presidente Donald Trump esté socavando la comunidad que ella ha luchado por levantar.

“Apenas han pasado dos, tres semanas de su juramentación, y puedo percibir el miedo y la incertidumbre en mis estudiantes y sus padres indocumentados”, dijo María Domínguez, quien enseña primer grado en la escuela primaria Rodríguez Elementary en Austin, Texas.

“Esta semana he visto a un par de padres que me han comentado su temor de lo que podría sucederles a sus hijos si a ellos los deportaran”, declaró en una entrevista telefónica a Catholic News Service.

María Domínguez dijo que algunos temen que sus hijos sean relocalizados en hogares de cuidado temporal y perder la comunicación con ellos, sin siquiera saber dónde ni cómo están. Sus estudiantes de primer grado han expresado sus propias ansiedades. “Mis hijos me he dicho que no quieren ir a México”, dijo. “Ellos nacieron aquí, y la mayoría de estos niños nunca ha viajado al país de origen de sus padres”.

Expresó que el único país que ellos conocen es Estados Unidos.

“Es aplastante ver cuánto abunda el miedo en estos momentos”, confesó Domínguez. “Estoy rodeada de personas que podrían resultar lastimadas por lo que está pasando, y eso me rompe el corazón”.

Las medidas de inmigración de Trump incluyen una expansión sustancial de Inmigración y Aduanas. Hizo un llamado para sumar unos 10,000 agentes del ICE a los 20,000 actualmente responsables de hacer cumplir las leyes de inmigración y eliminar extranjeros ilegales.

El obispo Joe S. Vásquez de Austin advirtió que las órdenes del presidente sobre detención y deportación “desgarrarán a las familias y provocarán miedo y pánico en nuestra comunidad”.

Monseñor Vásquez, presidente de la Comisión episcopal de Estados Unidos sobre Migración, ha repetido el llamado de los obispos: “Seguimos firmes en nuestro compromiso con una reforma integral, compasiva y basada en el sentido común”.

“Vemos a niños traumatizados en nuestras escuelas y en nuestras iglesias”, dijo y añadió que las acciones de Trump “solo trastocarán aún más la vida de las familias inmigrantes”.

De acuerdo con un análisis del Pew Research Center, alrededor de 3,9 millones de estudiantes de escuelas públicas y privadas de kindergarten a 12vo grado —el 7,3% de la población estudiantil total—, eran hijos de inmigrantes ilegales en el 2014, el último año para el que están disponibles estas estadísticas. Alrededor de 725.000 estudiantes —el 1,3 por ciento del total— eran inmigrantes ilegales.

María Domínguez cree que casi todos sus estudiantes nacieron en Estados Unidos, pero aproximadamente la mitad tiene al menos un padre que es inmigrante no autorizado. La maestra entiende perfectamente las preocupaciones de sus estudiantes y sus familias porque, al igual que ellos, lo sufrió en primera persona. Desde los ocho años ella ha vivido en Texas como inmigrante mexicana sin permiso legal para permanecer en Estados Unidos.

“Nunca me golpeó el hecho de ser indocumentada, hasta que entré a la escuela secundaria”, expresó María Domínguez a Catholic News Service. “Vi a mi mamá trabajando en dos empleos, y realmente quería ayudarla”.Cuando estaba en octavo grado, María tuvo la oportunidad de solicitar un trabajo durante el verano; pero en la solicitud pedían un número de Seguro Social que ella no podía proporcionar.

Recordó a su madre diciendo: “Están pidiendo un número de Seguro Social y tú no tienes, no puedes trabajar y no quiero que te metes en problemas porque estamos aquí sin documentos”.

Aunque decepcionada, María dijo que se mantuvo positiva, trabajó duro en la escuela y se involucró en actividades extracurriculares, incluyendo el Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva (ROTC, por sus siglas en inglés).

Después de graduarse de la escuela secundaria, obtuvo su maestría y pregrado en educación. También comenzó a enseñar clases religiosas dominicales en su parroquia católica. Todavía no tenía autorización para conseguir un empleo normal.

“Eso fue lo más cerca que iba a estar de ser maestra”, dijo refiriéndose a sus años como catequista. “Para mí esa era una manera de practicar mi profesión”.

En el 2012 solicitó y quedó entre los primeros inmigrantes elegibles para recibir la Consideración de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). Iniciado por la administración Obama, el DACA otorga un estatus de protección temporal a los inmigrantes seleccionados que llegaron a Estados Unidos como niños sin permiso legal.

Gracias a DACA, María Domínguez pudo recibir autorización de trabajo y comenzó a impartir clases en la escuela primaria Rodríguez Elementary, en el año 2013.

Teacher Maria Dominguez works with students at Rodriguez Elementary School in Austin, Texas. Dominguez said there is fear and anxiety among her students and their parents, many of whom are in the country illegally, over the Trump administration's immigration proposals.(CNS photo/courtesy Maria Dominguez) See IMMIGRATION-TEACHER-DOMINGUEZ Feb. 10, 2017.
La maestra María Domínguez trabaja con estudiantes en la escuela primaria Rodriguez Elementary en Austin, Texas. María dijo que hay miedo y ansiedad entre sus estudiantes y sus padres por las propuestas de inmigración de la administración de Donald Trump. Foto: Cortesía de María Domínguez / Catholic News Service

Su sueño de ser maestra nació de la tragedia

Cuando María tenía 8 años, su padre murió en un accidente automovilístico en Texas, donde trabajaba legalmente como soldador. Su madre y sus cuatro hijos viajaron desde su casa en Guanajuato, México, a Austin, para cobrar los beneficios que se les debían por la muerte de su padre.

Su plan era regresar a Guanajuato después de que los asuntos de su padre fueran resueltos, recuerda María.

“Supongo que mi madre se dio cuenta de que aquí había una mejor oportunidad para nosotros de ir a la escuela y obtener una educación”, dijo. “Entonces comencé el cuarto grado, para ese entonces yo tenía 9 años”. Su madre siempre les dijo a ella y a sus hermanos que en algún momento regresarían a México. Pero nunca lo hicieron.

En el año 2015, la Casa Blanca de Obama reconoció a María Domínguez y a otros ocho educadores con el estatus de DACA por sus destacadas contribuciones a sus estudiantes y a su comunidad. Fueron honrados como “Champions of Change” (Líderes del cambio).

Durante su campaña presidencial, Trump prometió revocar DACA. Pero aún no ha abordado formalmente los programas y los más de 800.000 inmigrantes que ampara.

La paradoja de una administración presidencial que honra el éxito de los inmigrantes y otra que potencialmente se los arrebata, no pasa inadvertida para María Domínguez. Confiesa que su momento de mayor orgullo fue en el 2015, cuando entró en la Casa Blanca de la mano de su madre. Visitar la residencia presidencial siendo inmigrantes ilegales era algo que “solo era posible en los sueños”, dijo.

“Ser invitados a la Casa Blanca, caminar por sus pasillos, ser honrada con un premio y tener a mi mamá a mi lado, orgullosa de mí, fue una experiencia increíble”, recuerda María. Según ella, esta es la muestra de que su trabajo de educar niños para que sean respetuosos, dedicados y miembros productivos de la sociedad estadounidense fue “notado y apreciado”.

En una entrevista en el año 2015 sobre el premio recibido, María Domínguez dijo que son sus estudiantes quienes la motivan.

“Al final del día, todo vale la pena cuando veo los logros académicos y personales de mis estudiantes”, dijo. “Me encanta escuchar a mis alumnos decir ‘¡Lo logré!’ durante una lección de matemáticas. Me gusta verlos esforzándose para leer y, al final del año escolar, ver que lograron fluidez en la lectura”.

Después de un año y medio de papeleo, entrevistas y trámites, María recibió su estatus de residente permanente en enero. Su esposo, ciudadano estadounidense, le gestionó la residencia. Aunque ahora tiene autorización para trabajar y vivir en Estados Unidos, le preocupan su madre y sus hermanos, así como las demás personas amparadas por DACA que han hecho positivas contribuciones a la sociedad, pero siguen siendo extranjeros ante los ojos del gobierno estadounidense.

“Muchas organizaciones, iglesias y personas de fe —la comunidad de personas que me rodean— están luchando por los derechos de los inmigrantes”, dijo. “Tenemos que preocuparnos, pero al mismo tiempo vamos a hacer algo al respecto. Esta es nuestra oportunidad de manifestarnos y no dejar que otros tomen control de nuestras vidas”.