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México ofrece visas a migrantes de caravanas, pero plan sigue siendo controversial

CIUDAD HIDALGO, México (Por David Agren/ CNS)—. En este usualmente ajetreado cruce fronterizo entre México y Guatemala, los inmigrantes centroamericanos —parte de una de las caravanas que partió el 15 de enero desde San Pedro Sula, Honduras— se sientan pacientemente en sillas plegables en la sombra, mientras funcionarios de inmigración mexicanos les reparten botellas de agua, y miembros de las fuerzas armadas les sirven platos de un guiso simple acompañados de rebanadas de pan blanco.

Al escuchar sus nombres en una lista, avanzaban para recoger visas humanitarias por un año, que les permiten circular libremente por México, trabajar en el país y solicitar beneficios sociales tales como cuidado de salud y educación.

Un caravananero centroamericanos le corta el cabello a otro en la plaza de la ciudad de Huixtla, México, cerca de la frontera con Guatemala. La caravana salió de Honduras el 15 de enero y fue recibida en la frontera por funcionarios mexicanos que les ofrecieron visas humanitarias de un año. Sin embargo, un grupo de migrantes no creyó la oferta y entró ilegalmente en el país. (CNS/ David Agren)

“No sabía que nos darían una visa”, dice Josué Girón, 22, un soldador de Honduras, que escapó en la caravana cuando ya no podía hacer los pagos a extorsionadores.

“No podíamos creerlo”, agrega, señalando que la policía en Honduras y los agentes fronterizos en Guatemala trataron de detener el avance de la caravana. “Pensamos que era un truco. Ningún gobierno ha querido ayudarnos”.

México esperó la llegada de las caravanas anteriores desplegando policías y cerrando la frontera, obligando a los inmigrantes a cruzar el Río Suchiate que separa México de Guatemala.

Esta vez, sin embargo, el nuevo gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha prometido visas humanitarias, que se supone han de procesarse en un plazo de cinco días.

Los solicitantes pueden también esperar en albergues establecidos para ellos, mientras su trámite se procesa.

Más de 12.000 inmigrantes han hecho su solicitud para las visas humanitarias, según tuiteó el Instituto Nacional de Inmigración de México el 28 de enero. Largas filas de solicitantes estaban formándose aún en el puente que conecta México con Guatemala —según las fotos de los medios de comunicación.

Al anunciar el plan, la ministra del interior Olga Sánchez Cordero dijo que emitir las visas humanitarias facilitaría una migración “en orden” y aseguraría que los derechos de los inmigrantes sean protegidos.

La emisión de visas humanitarias en la frontera sur se está dando cuando México se prepara para recibir a migrantes que buscan asilo en los Estados Unidos.

Según establece esta iniciativa conocida como “Permanezca en México”, los migrantes con solicitudes de asilo en cortes estadounidenses tendrán que permanecer al sur de la frontera mientras sus casos avanzan. El ministro de exteriores de México se opuso al plan, pero lo ha aceptado.

El padre scalabriniano Pat Murphy criticó la idea de devolver a los que buscan asilo a las ciudades fronterizas, argumentando que tales localidades están a menudo plagadas de violencia y los inmigrantes son el blanco de la misma.

“Es una broma decir que este es un país seguro y estas personas se aprovechan”, dijo el padre Murphy, director de un albergue de inmigrantes en Tijuana. “El gobierno aquí no pudo cuidar de una manera decente a los que llegaron en la más reciente caravana. Me gustaría saber lo que ellos creen que harán con todas estas personas que están llegando”.

Algunos católicos que trabajan con centroamericanos que viajan por México, aplaudieron la emisión de visas humanitarias; sin embargo, aún expresaron preocupación por la formación de caravanas –lo que el padre Murphy dijo le ha dado a muchos inmigrantes “la falsa esperanza” de cruzar la frontera rápidamente.

“El trato que el gobierno les está dando a las personas migrantes, es el correcto: bienvenida, registro, regularización del estatus migratorio y oferta de trabajo”, tuiteó el padre Alejandro Solalinde, muy conocido defensor de los inmigrantes, en relación con las visas humanitarias. “Pueden viajar seguros a donde quieran y por el medio que gusten”.

El padre Solalinde se presenta como un crítico diferente en relación con las caravanas que cruzan el país. Previamente le dijo a Catholic News Service que los participantes en las caravanas anteriores — que estaban acompañados por la organización Pueblo Sin Fronteras que aboga por los migrantes— rechazaban la información que se les ofrecía sobre las dificultades al cruzar la frontera México-Estados Unidos. El sacerdote también aconsejaba a los migrantes que las condiciones no eran favorables para intentar cruzar la frontera.

“No hay razón para ‘caravanizar’ el flujo de inmigrantes —dijo— y esto sólo ayudaría a Trump”.

El presidente estadounidense Donald Trump tuiteó su disgusto con las caravanas que intentan llegar a la frontera de Estados Unidos y acusó a los gobiernos de México y América Central de no hacer nada para detenerlas.

Según las encuestas, el apoyo de los mexicanos a recibir las caravanas va en descenso. En la ciudad fronteriza guatemalteca de Tecun Uman, al otro lado de Ciudad Hidalgo, una turba enmascarada y armada con palos, atacó a los inmigrantes congregados en la plaza central el 27 de enero, cumpliendo con amenazas difundidas en las redes sociales y servicios de mensajería de texto.

El padre scalabriniano Fernando Cuevas, director de un albergue de inmigrantes en Tecun Uman, dijo que los habitantes se oponían a que algunos migrantes ocuparan la plaza de la ciudad, lo cual ha afectado las ventas en los negocios locales.

Aquí la iglesia ha estado sirviendo 600 comidas dos veces al día a los inmigrantes y brindándoles albergue, mientras esperan para solicitar las visas en México.

A pesar de las dificultades, las caravanas continúan formándose, lo cual los observadores del fenómeno migratorio lo atribuyen a la pobreza, la violencia y las sequías en Centroamérica. Las caravanas también brindan la percepción de protección ya que los inmigrantes se desplazan en grandes cantidades, además es una manera de reducir los costos de contratar un traficante.

“Las personas que viajan en caravana, son los inmigrantes más pobres”, según Carlos López, un representante del albergue scalabriniano para inmigrantes en Ciudad de Guatemala. “Ellos son los que no pueden pagar a ‘los coyotes'”, dijo refiriéndose a los traficantes de personas.

Los que viajan en la más reciente caravana, no parecen desalentarse por los posibles problemas en la frontera de Estados Unidos.

Girón, el inmigrante hondureño de cerca de San Pedro Sula, dijo que tenía que pagar $12 semanales a los pandilleros en un país donde el trabajo no es constante y estaba pasando dificultades para hacer que el dinero le alcance.

Espera trabajar en el norte de México, donde el trabajo en las fábricas es abundante, y ganar lo suficiente para pagar a un traficante que lo ayude a cruzar hacia los Estados Unidos.

“Si me agarran — refiriéndose a cruzar hacia Estados Unidos –, pediré asilo”.

Otros albergan la esperanza de que Trump cambie de opinión.

“Si el presidente Trump nos da la oportunidad de trabajar, eso es lo que haremos”, dijo Orlando Morán, 53, un albañil de El Salvador. “Estoy seguro de que Dios lo permitirá”.