EL RACISMO SIGUE SIENDO el pecado fundamental no sólo de nuestra nación, sino también de nuestra Iglesia”, afirmó monseñor Nicholas DiMarzio en su homilía en la Misa por la Solidaridad y la Paz celebrada en la noche del jueves 24 de agosto en la Catedral Basílica de St. James, en Brooklyn.
“No deberíamos tolerar monumentos a personajes que fueron racistas o intentaron destruir nuestra democracia. En Estados Unidos tenemos nuestro propio pecado original. Ese pecado es el racismo”, añadió el Obispo. La Misa de la Solidaridad se celebró a petición del padre Alonso Cox, director del Ministerio para los Católicos Afroamericanos de la Diócesis de Brooklyn, que abarca Brooklyn y Queens, en respuesta a los recientes sucesos de Charlottesville, Virginia.
En la segunda semana de agosto, en esa ciudad de Virginia un grupo de nacionalistas blancos, miembros del Ku Klux Klan y supremacistas blancos se congregaron para protestar contra el plan de retirar de un parque de la ciudad una estatua ecuestre del general Robert E. Lee, líder del Ejército sureño durante la Guerra Civil de los Estados Unidos. También hubo una contramanifestación para protestar contra los defensores de la estatua. Una persona murió cuando uno de los supremacistas blancos arremetió con su auto contra un grupo de participantes en la contraprotesta.
Durante la misa, en la que también participaron cinco obispos auxiliares de Brooklyn, y otros 20 sacerdotes y diáconos, monseñor DiMarzio anunció la creación de una comisión diocesana de justicia social que estará dedicada a tratar el problema social y también religioso que el racismo supone.
El Obispo de Brooklyn explicó que la comisión llevará el nombre de Mons. Bernard Quinn, un sacerdote de Brooklyn que durante la primera mitad del siglo XX estableció parroquias y creó diversos programas para servir a los católicos afroamericanos.