Locales

Misa por las víctimas del 11 de septiembre

Han pasado quince años desde la caída de las torres del Centro Mundial del Comercio, pero el recuerdo se mantiene vivo y lacerante en el alma de la ciudad.

El pasado domingo 11 de septiembre, monseñor Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, celebró la misa de difuntos por los 23 miembros del Batallón 57 del Departamento de Bomberos que murieron ese día. Pero la misa era también, de alguna manera, por las casi 3000 víctimas de aquel día de nuestro horror en Nueva York.

Desde horas de la mañana, un grupo de miembros del Batallón 57 caminaron desde la Zona Cero, donde murieron sus compañeros, hasta la Concatedral de San José en Brooklyn. Por toda la ruta, que incluyó cruzar a pie el Puente de Brooklyn, los bomberos, en traje de gala, enarbolaron 23 banderas que representaban a sus compañeros caídos. Una vez en la Concatedral, el bombero Thomas Callahan dio un emotivo discurso en memoria de sus compañeros.

Fue una misa de intensos contrastes: el recuerdo de la maldad extrema de aquel día del año 2001 se mezclaba con la reverencia ante la bondad heroica de quienes ese día dieron sus vidas por salvar a otros. El horror de la tragedia se mezcló con el mensaje cristiano de esperanza.

Durante la misa, concelebrada por monseñor Kieran E. Harrington, vicario de Comunicaciones de la Diócesis de Brooklyn y rector de la Concatedral, la orquesta de la Foundation for the Revival of Classical Culture y el coro del Schiller Institute interpretaron el Réquiem de Mozart. Aunque la música incomparable del Réquiem resulta familiar, escucharla en su entorno natural fue una sorpresa.

Enfrentados al recuerdo de la muerte de tantos, a nuestro común destino, las notas de Mozart alcanzan su plenitud. Qué comprensión tan profunda del dolor, del ser humano y de la esperanza trascendente habita en esa música compuesta por un hombre joven, pero al borde de la muerte también.

Pocos días después la ciudad recibiría un triste recordatorio del odio terrorista cuando una bomba casera estalló en la calle 27 e hirió a 29 personas. Y sin embargo, este 11 de septiembre fue el día para honrar la memoria de las víctimas y pedir por su descanso eterno, así como alimentar una esperanza que el odio no amedrente.