Nuestra Voz y la comunidad hispana están de luto. En la ciudad de Buenos Aires de su Argentina natal, ha fallecido a los 73 años, Mons. Alfredo Zecca.
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La larga distancia que separaba la comunidad hispana de Brooklyn de la Iglesia en Argentina se vio reducida gracias al puente que Nuestra Voz estrechó entre ambos lugares al otorgar una columna mensual a este pastor.
La columna titulada “Análisis”, fue el instrumento que mes a mes, desde el año 2020, Mons. Zecca, con su característica humildad, fue llenando de sabiduría, y con cada contribución, iluminando a la Iglesia hispana de Brooklyn y Queens.
A lo largo de estos años, muchos de nuestros lectores visitaron las profundidades de la teología católica llevados por la segura guía de este ilustre teólogo argentino. Todas su contribuciones en nuestro periódico, desde aquella primera titulada “Querida Amazonia: una esperada y sorprendente exhortación de Francisco”, aparecida en marzo de 2020, hasta su última providencialmente titulada “Los obispos servidores del Pueblo de Dios”, además de reflejar una mente extraordinaria capaz de entender las complejidades propias de la verdadera teología católica, expuestas con la simplicidad propias de un maestro, nos revelan un alma enamorada de Jesucristo y de su Santa Iglesia; un alma apasionadamente católica, con la pasión de aquel que ha penetrado hondamente en el misterio de nuestra fe, quedando prendado de la belleza que allí encontró.
Tenía plena conciencia de la necesidad de su lugar como obispo y de la necesidad de la Iglesia para la salvación: “A modo de resumen podríamos decir que Dios ha dispuesto que los ministros que Él instituyó estén al servicio de la salvación de sus hermanos. Dios, al cabo, es el único que salva, si bien – aun pudiéndolo hacer por su omnipotencia – no quiere salvar sino a través de la Iglesia a la que pasa todo su poder salvífico”, afirmaba en su última contribución.
Monseñor Alfredo Zecca ha fallecido el pasado viernes 4 de noviembre, primer viernes del mes, en el seno de la Iglesia que tanto amó y a la que sirvió apasionadamente. Sus restos mortales ya se encuentran sepultados a los pies del Sagrado Corazón de Jesús, dentro del recinto sagrado de la Catedral de Tucumán, tal como era su deseo personal. Desde allí aguardan la manifestación gloriosa del Señor y la resurrección final.
Mons. Alfredo, al igual que las almas grandes, tuvo una característica peculiar: Por donde pasó, despuntó y dejó profundas huellas. Alfredo Horacio Zecca nació el 27 de septiembre de 1949, en Buenos Aires, Argentina y fue ordenado sacerdote en 1976. El Padre Alfredo tuvo su primer destino sacerdotal en 1980 en la parroquia de la Asunción de la Santísima Virgen de Mar del Plata, mismo año en que se licenció en teología dogmática en 1980 y comenzó a dar clases en la Universidad Católica Argentina.
Luego viajó a Alemania y estudió en la Universidad de Tübingen donde se graduó como doctor en Teología en 1988. A su regreso de Europa, fue nombrado decano de la Facultad de Teología por dos períodos, de 1990 a 1996, al mismo tiempo que fue rector del Seminario Arquidiocesano de Buenos Aires.
Posteriormente fue nombrado Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) desde 1999 hasta el 2099. Durante este periodo que yo tuve la gracia de conocerlo exponiendo los valores de la castidad conyugal y defendiendo, como luego siempre lo hizo como obispo, la doctrina de la Iglesia sobre la familia natural, la moral y la vida desde su concepción.
Desde 2004 fue Consultor de la Congregación para la Educación Católica en la Santa Sede. Elegido arzobispo de Tucumán el 10 de junio de 2011 por el papa Benedicto XVI, recibiendo su ordenación episcopal el 18 de agosto de ese mismo año de manos del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio.
Tomó posesión como Sexto Arzobispo de Tucumán el 17 de septiembre de 2011. Pasará a la historia como el obispo del “Congreso Eucarístico Nacional” que organizó y realizó en su diócesis y que coincidió con los 200 años de la proclamación de la Independencia Argentina.
Renunció por razones de salud el 9 de junio de 2017, y el papa Francisco lo nombró entonces Arzobispo titular de Bolsena, Italia y presidente de la Delegación para los desafíos y prospectivas de la Educación en Argentina en la Conferencia Episcopal Argentina.
Mons. Zecca, fue un notable académico, pero por sobre todo fue sacerdote, fue pastor y fue padre. Aquellos que tuvieron la dicha de conocerlo personalmente, aun concediendo que se trataba de un hombre con una formidable inteligencia, totalmente fuera de lo común, coinciden en afirmar que, por detrás de su imponente figura, todos encontraron un padre que sabia escuchar, especialmente sus sacerdotes de quienes era particularmente cercano.
Mons. Zecca fue un pastor que no escapaba del contacto y de la conversación de su pueblo, sino que, por el contrario, se recreaba en él. De allí que lo conociese y supiese de sus necesidades. En la Misa de despedida de su diócesis, Mons. Zecca pronunció unas palabras que ilustran aquello que se agitaba en su corazón de sacerdote. Estas palabras han quedado plasmadas en las almas de sus fieles: “En los años en que he conducido esta Iglesia he procurado ser entre ustedes, lo que se me pide: un buen Pastor. Ciertamente con los límites, errores y pecados, fruto de la fragilidad humana. Me he esforzado por cumplir el lema que elegí -tomado de san Agustín- para mi escudo episcopal: Para ustedes obispo, con ustedes cristiano”. Todos saben que es verdad.
La Iglesia peregrina no solo ha perdido un gran académico. Ha perdido por sobre todo un gran pastor. Nuestra Voz desde Nueva York, junto a la Iglesia que peregrina en la Argentina, llora esta gran perdida, y oramos para que Dios Nuestro Señor, conceda el descanso eterno a su siervo Mons. Alfredo Zecca; este buen pastor cuyo celo apostólico alcanzó por medio de sus reflexiones y análisis, el alma de miles de hispanos en nuestra diócesis.
Emmanuel Martelli