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Nuevos monseñores celebran oficialmente el reconocimiento papal

Hace seis meses, el papa Francisco confirió el título de “Capellán de Su Santidad” a nueve sacerdotes de la Diócesis de Brooklyn, en reconocimiento a sus notables aportes durante su tiempo de servicio a la Iglesia. Los homenajeados fueron: Rvdo. Mons. Richard J. Ahlemeyer, Rvdo. Mons. Joseph L. Cunningham, Rvdo. Mons. Edward P. Doran, Rvdo. Mons. Casper J. Furnari, Rvdo. Mons. John J. Gildea, Rvdo. Mons. John P. Harrington, Rvdo. Mons. William M Hoppe, Rvdo. Mons. Raymond P. Roden y Rvdo. Mons. John E. Vesey.

A estos sacerdotes se les comunicó sobre sus títulos honoríficos a principios de marzo, pero la pandemia del coronavirus retrasó la concesión del reconocimiento hasta el 12 de septiembre, cuando los nuevos monseñores se unieron a Mons. Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, para celebrar oficialmente la ocasión en la Concatedral de San José, en Prospect Heights.

Durante la ceremonia se leyó una lectura del primer libro de Samuel: “A Yavé no le agradan los holocaustos y los sacrificios, sino que se escuche su voz; la obediencia vale más que los sacrificios; la docilidad tiene más precio que la grasa de los corderos”. En su homilía, el obispo DiMarzio dijo que esas líneas nos recuerdan que “la finalidad de nuestra vida es seguir la ley de Dios, que refleja Su voluntad”.

“Estos sacerdotes eran los siervos fieles de Jesús, que es el siervo de todos. Sus vidas ejemplares en el servicio le han dado a la Iglesia mucho reconocimiento”, continuó Mons. DiMarzio. “Estos hombres a los que honramos hoy… siento que han sido muy obedientes a la voluntad de Dios”.

El obispo de Brooklyn enumeró ejemplos de cómo estos sacerdotes fueron excepcionalmente obedientes a las solicitudes para cumplir su ministerio, lo mismo mudándose de parroquia que abandonando por completo sus vidas para irse de misión a otros países.

La pandemia retrasó la concesión del reconocimiento hasta el pasado 12 de septiembre, cuando los nuevos monseñores se unieron a Mons. Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, en la Concatedral de San José, en Prospect Heights.

Mons. Gildea, por ejemplo, respondió al llamado para ser miembro del equipo misionero diocesano en Paraguay durante dos períodos en los años setenta y ochenta, y de 1995 a 1998 en República Dominicana. Ahora vive en la residencia de jubilación, en la iglesia San Bartolomé, en Elmhurst, Queens.

“Fue un buen reconocimiento en mi retiro, ya que ahora estoy haciendo mucho menos que cuando era más joven”, dijo Mons. Gildea sobre los honores recibidos.

Mons. Doran, de 80 años, era profesor a tiempo completo antes de ser ordenado sacerdote a la edad de 45 años, en 1984. Le dijo a The Tablet que una de las mayores alegrías de su ministerio sacerdotal es su vinculación con en el mundo académico. A pesar de estar jubilado, Mons. Doran continúa enseñando en St. John’s University como profesor adjunto y también es capellán a tiempo parcial en Queensborough Community College.

“Disfruto ese aspecto de mi ministerio”, confesó Mons. Doran. “Es una alegría poder seguir enseñando y sirviendo a los estudiantes a nivel universitario”.

Mons. Hoppe, quien fue ordenado en 1978, dijo que ve este reconocimiento personal como un reconocimiento a las parroquias que ha servido anteriormente, así como a la que sirve en la actualidad, Santa Juana de Arco en Jackson Heights, Queens.

“No estaría aquí sin ellos. A lo largo de los años, han respondido a lo que he intentado hacer y a lo que se me ha pedido que haga”, declaró Mons. Hoppe a The Tablet. “Y es un honor que se le otorga a todos los sitios por los que he pasado, incluido el lugar donde crecí: St Michael’s [en Sunset Park]. Fue allí donde conocí al padre Cisneros, hoy obispo. He aprendido mucho de otros sacerdotes y obispos a quienes he servido, así como de las oportunidades que se me brindaron cuando estudié derecho canónico en Roma y cuando estudié español”.

El padre John O’Connor, director de la oficina de liturgia, señaló que la trayectoria y el ministerio de estos nueve sacerdotes destacan cuán diversa es la Diócesis de Brooklyn.

“Han estado en tantos lugares, con tantas comunidades distintas, haciendo tantas facetas diferentes del trabajo sacerdotal diocesano”, continuó. “Es un tributo, no solo para ellos, sino también para nuestra diócesis que ha podido ayudar a muchas personas a lo largo de tantas décadas y de diversas formas”.