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Obispo estadounidense escolta a emigrantes a través de la frontera

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NUEVA YORK—. Mientras continúan aumentando las tensiones en la frontera entre México y Estados Unidos, el obispo de El Paso Mark J. Seitz guió con éxito a un grupo de migrantes a los que anteriormente se les había negado asilo en los Estados Unidos a través de la frontera el jueves, describiendo su difícil situación como “una afrenta a los derechos humanos y la dignidad humana”.

El obispo habló con Crux unas horas después de cruzar el Puente Internacional de Laredo hacia México: primero para acompañar a los migrantes que habían regresado de El Paso a Ciudad Juárez como parte del programa Permanecer en México, luego para hacer un viaje de regreso con otras siete personas que buscan asilo. Mons. Seitz lo recordó como uno de los episodios más “alegres” y “desgarradores” de su ministerio episcopal.

El miércoles, el mismo día en que se publicó una foto de un padre salvadoreño muerto abrazado por su pequeña dos años ahogados al intentar cruzar el Río Bravo después de que se les negara el asilo en los Estados Unidos, Seitz anunció que junto a los líderes de La Diócesis de Ciudad Juárez liderarían un esfuerzo conjunto en la frontera para resaltar las “consecuencias devastadoras de las inhumanas políticas fronterizas”.

“Como líder católico y cristiano en la frontera, frecuentemente me llaman para ser médico del alma. Aquí en la frontera de los Estados Unidos y México, ¿cómo podemos empezar a diagnosticar el alma de nuestro país?”, dijo en su comunicado Mons. Seitz. En la foto saludando a un migrante salvadoreño el 27 de junio de 2019. (CNS/ José Luis González, Reuters)

El jueves por la tarde, Mons. Seitz dirigió a un grupo de personas a las que se les había negado la entrada a los Estados Unidos a Ciudad Juárez donde fueron recibidos por el Padre Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante, el refugio para inmigrantes administrado por esta diócesis mexicana.

El programa Permanecer en México, recientemente ampliado por el presidente Donald Trump, requiere que los solicitantes de asilo permanezcan en el vecino país, a menudo durante meses, en condiciones que algunos describe como inhumanas e inseguras, mientras esperan la cita para sus audiencias de asilo en los Estados Unidos. Desde enero, más de 12,000 solicitantes se han visto obligados a esperar en México como resultado de una política destinada a disuadir a los migrantes de cruzar la frontera.

En México, el grupo rezó ante una audiencia de sacerdotes de las dos diócesis, periodistas y laicos católicos preocupados de ambos lados de la frontera, muchos de los cuales sostuvieron carteles en señal de protesta.

“Un gobierno y una sociedad que ven a los niños y familias que huyen como amenazas; un gobierno que trata a los niños que se encuentran bajo custodia de una agencia gubernamental peor que a los animales; un gobierno y una sociedad que les dan la espalda a las madres embarazadas, los bebés y las familias y los hacen esperar en Ciudad Juárez sin pensar en las horribles consecuencias de encontrarse atrapados en esa desafiante ciudad… Ese gobierno y esa sociedad no están nada bien”, dijo Seitz a la multitud.

“Sufrimos de un endurecimiento de corazón que amenaza la vida. En un momento en que queremos pensar que el prejuicio y la intolerancia son problemas del pasado, hemos encontrado un nuevo grupo al que es aceptable tratar como menos humano, al que es aceptable menospreciar y temer. Como hablan otro idioma, y tienen otra raza, bueno, eso los hace mucho más fácil de estigmatizar”, continuó.

Los medios noticiosos rodean al obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, mientras habla con un grupo de migrantes con los que caminó y oró en el Puente Internacional de Laredo. (CNS/ Fernando Ceniceros, cortesía de la Diócesis de El Paso)

Seitz calificó las políticas como las de un “gobierno y sociedad enferma en sus entrañas” y denunció la “desesperanza” de los migrantes que se ven obligados a ver sufrir a sus hijos.

“¿Preferimos que mueran en las orillas del Río Bravo que preocuparnos con su presencia?”, preguntó.

“Nosotros los estadounidenses necesitamos un examen del corazón. Nuestros corazones se han vuelto demasiado fríos y demasiado duros y eso es un mal presagio para la salud de nuestra nación”, agregó.

En la América de hoy en día, ¿no hay más Regla de Oro? ¿Hemos olvidado las lecciones de la Escritura? ¿Hemos olvidado el mandamiento de amar? ¿Hemos olvidado a Dios?”, preguntó Seitz.

Después de un momento de oración, Seitz, junto con una familia de cinco personas, un joven salvadoreño que había sido separado de otro miembro de su familia y un cubano que había sido golpeado recientemente, se dirigió al otro lado del puente de regreso a los Estados Unidos.

Mons. Mark J. Seitz habla con Cesia, una niña hondureña que se colgó de su mano mientras cruzaban el Puente Internacional Laredo. (CNS/ Fernando Ceniceros, cortesía de la Diócesis de El Paso)

Seitz contó a Crux como la hija de la familia de 9 años lo tomó de la mano cuando cruzaban el puente, donde estas personas, “quienes nunca deberían haber sido devueltas en primer lugar”, dijo Seitz, fueron recibidas por funcionarios de la frontera.

El obispo dijo que se intercambiaron palabras “tensas” y que estaba escéptico en cuanto a si sus esfuerzos serían exitosos, sin embargo, a todos los individuos se les permitió finalmente ingresar a los Estados Unidos.

“Rara vez he sentido tanta euforia y acción de gracias a Dios”, le dijo a Crux después.

“Mi corazón está tan conmovido por este encuentro y por cuánto sufrieron”, continuó. “Solo quiero exponer un poco lo que sucede todos los días bajo nuestras narices en la entrada a nuestro país”.

“Todos los días, los EE.UU. envían hasta 300 solicitantes de asilo a uno de los lugares más peligrosos de México sin nada ni nadie que los ayude”, dijo. “Esto merece nuestra atención y todos nuestros esfuerzos para cambiar esta política perversa”.

En abril, mientras participaba en una conferencia del Vaticano sobre la trata de personas, Mons. Seitz, que ha sido uno de los principales defensores de los inmigrantes dentro del episcopado estadounidense, le entregó al Papa Francisco tarjetas de oración por dos niños migrantes que habían muerto bajo la custodia de los Estados Unidos después de cruzar la frontera.

El obispo de El Paso dijo a Crux que espera que la foto viral del joven salvadoreño y su hija de 23 meses ayuden a galvanizar a la nación y a despertar la conciencia de los estadounidenses para que ya no toleren “esta terrible violencia”.

“Estas prácticas no reflejan la nación que somos y podemos cambiar nuestras prácticas. Por eso rezo”, dijo.

Reflexionando sobre al experiencia de acompañar a los inmigrantes a cruzar la frontera, dijo que fue “una experiencia increíble que siempre recordaré. Sentí alegría de poder decirles “no tienen que vivir con miedo, por ahora”.