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Surgen detalles de canonización tras publicación involuntaria de imagen de Romero

WASHINGTON (Por Rhina Guidos/CNS)—. Después de un viaje a Roma para discutir los detalles de una ceremonia que resultará en el primer santo de El Salvador, monseñor Rafael Urrutia quería compartir unas tarjetas de oración con la imagen oficial de quien pronto será san Óscar Arnulfo Romero.

Durante una reunión con el arzobispo de San Salvador y otros, uno de los presentes le tomó una foto a la imagen en la tarjeta y la publicó en las redes sociales donde la imagen se propagó rápidamente. En una entrevista con Radio Paz el 22 de junio, monseñor Urrutia dijo que debido a la rápida propagación de imagen él se sintió “empujado” a anunciar que la tarjeta mostraba la imagen oficial que el Vaticano usará en un tapiz cuando el beato Romero sea declarado santo el 14 de octubre.

La imagen tiene un fondo azul con una aureola blanca alrededor de la cabeza del beato Romero. El retrato muestra al cuarto arzobispo de San Salvador con un resplandor dorado y la tarjeta de oración tiene las palabras “San Óscar Arnulfo Romero, obispo y mártir”.

Durante la entrevista, transmitida por Facebook Live por Televisión Católica, monseñor Urrutia también discutió los detalles de la inminente canonización y dijo que dos de los hermanos del beato Romero planean estar presente en la ceremonia.

Transmision Especial

((EN VIVO)) Conversatorio "sobre boletín informativo", emitido por la Oficina de Canonización del Arzobispado de San Salvador, sobre la peregrinación a Roma por la Canonización del beato Óscar Arnulfo Romero.

Posted by Radio Paz El Salvador on Friday, June 22, 2018

Monseñor Urrutia dijo que para los que estén de frente a la fachada de la Basílica de San Pedro, donde la ceremonia se llevará a cabo, la imagen del beato Romero estará colgada en un balcón a la izquierda de una que muestra a su amigo y mentor, el beato Pablo VI, quien también será declarado santo ese día y cuya imagen estará al centro de todos los canonizados, o declarados santos.

Imagen oficial de la canonización de quien a partir del 14 de Octubre será conocido como “San Óscar Arnulfo Romero, Obispo y Mártir”. La postal fue compartida por Mons. Rafael Urrutia, uno de los postuladores de la causa con otros obispos y sacerdotes y se filtró en las redes. (CNS photo/Twitter via @arzobispadoss)

Los otros cuatro que serán canonizados ese día son el beato Francesco Spinelli de Italia, fundador de las Hermanas Adoratrices del Santísimo Sacramento; el beato Vincenzo Romano, quien trabajó con los pobres de Nápoles, Italia, hasta su muerte en 1831; la beata Catherine Kasper, alemana fundadora de la congregación religiosa Siervas Pobres de Jesucristo; y la beata Nazaria Ignacia March Mesa, española fundadora de la Congregación de las Misionera Cruzadas de la Iglesia.

Monseñor Urrutia dijo que aunque la ceremonia, junto con la Misa de acción de gracias el día siguiente y el rosario se llevarán a cabo en el Vaticano, El Salvador también planea una variedad de eventos, incluyendo la presentación televisada de la ceremonia de canonización en una pantalla grande en la capilla donde el beato Romero fue martirizado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba Misa. Ese día un francotirador condujo hasta la entrada de la capilla del hospital Divina Providencia y disparó un solo tiro, asesinando al arzobispo.

“El martirio es lo que se ve, pero hay detrás de este martirio una vivencia de santificación, de virtud heroica que poca gente conoce … conocerlo es extraordinario,” dijo monseñor Urrutia, pidiendo a los demás que lean las homilías del beato Romero y sobre su vida antes del asesinato. “Era un hombre que (puso) sus raíces en Dios, y Dios edifico en él una piedad profunda, un hombre de muchas virtudes humanas, cristianas”.

Cuando era sacerdote, el beato Romero atendía a los pobres, visitaba presos y fundó un programa de Alcohólicos Anónimos en una parroquia en San Miguel, El Salvador, donde sirvió durante 20 años mientras también revivía la devoción popular a la patrona del país, la Reina de la Paz. Pero a él se le conoce más por sus tres años como arzobispo de San Salvador, desde 1977 hasta su asesinato en 1980, cuando fue testigo de violencia y represión por parte de las fuerzas del gobierno contra los pobres cuando la guerra civil de El Salvador comenzaba.

Aunque la oligarquía le había asegurado su puesto como arzobispo, pensando que él se mantendría callado sobre los problemas sociales del país, Romero resultó como una sorpresa para muchos cuando se convirtió en el defensor más apasionado de los pobres después de la muerte de su amigo íntimo, el padre jesuita Rutilio Grande. Padre Grande, cuya causa de santidad también está bajo consideración por el Vaticano, defendía intensamente a campesinos pobres y le había pedido al beato Romero que usara su voz como arzobispo para expresarse en contra de la injusticia económica estructural que muchos salvadoreños enfrentaban y la cual estaba llevando al país al conflicto.

El beato Romero le pidió paciencia, pero su propia paciencia terminó cuando el padre Grande fue emboscado y asesinado el 12 de marzo de 1977 mientras conducía por una carretera rural con dos feligreses. Después de eso el beato Romero dedicó sus tres años como arzobispo a la defensa de los pobres y expresándose abiertamente en contra de la violencia perpetrada contra ellos, según se lo había pedido el padre Grande. Para Romero, igual que para el padre Grande, sus expresiones abiertas en defensa de los pobres resultaron en muerte.

Monseñor Urrutia, quien fue ordenado por el beato Romero y fue alumno del padre Grande en un seminario de San Salvador, ha trabajado durante años adelantando las causas de santidad de ambos salvadoreños, aun cuando, según dijo, enfrentó momentos de “desanimo”. Monseñor Urrutia añadió que la causa de santidad de padre Grande parece estar en “en un momento extraordinario” y va “por muy bien camino”, pero no quiso dar detalles adicionales.

“Para El Salvador es una bendición de Dios”, él dijo acerca de la inminente canonización del beato Romero y los acontecimientos de la causa de santidad de padre Grande. Él dijo que ahora queda de parte de los salvadoreños, católicos y no católicos, encontrar un camino hacia la conversión que resultará en la paz para el país, una paz que ambos hombres anhelaban.

“Nos llaman a la conversión y debemos volver la mirada a Dios para cambiar esta sociedad”, dijo monseñor Urrutia.