El padre César E. Peña nació en la capital colombiana, en 1974. De su infancia recuerda que sin falta toda su familia iba a la misa dominical a la iglesia de Las Aguas o a San Cristóbal, ubicadas en el centro y en el sur de la ciudad respectivamente.
Hijo de Luis Eduardo Peña Gómez y Myriam Pérez Barbosa, es el mayor sus hermanos Giovanna, Andrés y Adriana. Desde pequeño admiraba el rol que cumplía el sacerdote en su comunidad y rondaba en su cabeza la idea de algún día convertirse en uno de ellos.
“Cuando me preparé para la confirmación fue en una iglesia donde había una comunidad de religiosas y ellas nos llevaban a hacer misiones a algunas partes del sur -de Bogotá- donde había familias necesitadas. Todas esas obras que hacíamos en las novenas y en las navidades con los grupos de jóvenes me fueron entusiasmando”, asegura el padre.
Sus padres conocían de sus aspiraciones a la vida consagrada y lo apoyaban, sin embargo, fue su papá quien quiso que él considerara estudiar una carrera universitaria en caso de que sus planes no llegaran a materializarse.
Fue así que para 1995 ingresó al programa de arquitectura en la Universidad La Gran Colombia, donde se graduó en el año 2000. Durante sus años de universidad no abandonó la idea de seguir la vida consagrada y 1999, cuando cursaba los últimos dos semestres de su carrera, ingresó a la Pontificia Universidad Javeriana para iniciar sus estudios de filosofía.
En agosto de 2001 inició sus estudios de preteología en St. John Vianney College Seminary en Miami (Florida) y luego ingresó al programa de teología en St. Vincent De Paul Seminary en Boynton Beach, (Florida), donde en mayo de 2008 recibió su título en Maestría en Divinidad.
El padre César Peña fue ordenado sacerdote para la Arquidiócesis de Miami el 10 de mayo de 2008. Su primera misa la recuerda especialmente porque fue “muy emotiva, no se puede describir porque fue una emoción muy grande, ya poder estar ahí, ser un líder de la comunidad y formar parte de esa familia espiritual que Dios nos da”, recuerda el padre César quien aquel día estaba acompañado por toda su familia.
Sus primeras asignaciones al Sur de la Florida fueron en comunidades como St. Mark Catholic Church en Southwest Ranches, donde predominan las familias de habla inglesa.
En julio de 2016 llegó a la Diócesis de Brooklyn y fue asignado a la parroquia San José en Astoria (Queens), donde estuvo sirviendo a la comunidad durante casi cuatro años hasta el pasado 31 de enero, fecha en que inició su servicio pastoral como vicario parroquial en la iglesia Santísimo Sacramento en Jackson Heights (Queens).
“La parte espiritual la tenemos muy descuidada, al uno darle esa fuerza todos los días, como el workout que uno hace cuando va al gimnasio y hace ejercicio, así mismo a esa parte espiritual hay que dedicarle tiempo y mucho amor”, asegura.
“A mí me gusta mucho la diversidad y este país da la oportunidad de ver y compartir cosas tan bonitas de otras culturas y eso nos enriquece. Como sacerdote mi labor es llegar a todos, aprender de ellos, de sus devociones y de cómo expresan su fe”, comenta el prelado.
Al padre César le alegra ver cómo los feligreses buscan en su iglesia ese oasis en el desierto y que ellos “se sientan acogidos, bien recibidos, queridos y que sientan ganas de volver”.
En sus momentos libres le gusta hacer ejercicio, leer, ver películas y aunque es muy casero, cuando sale disfruta mucho las caminatas y ver gente.
Desde que las cuarentenas y las restricciones por la pandemia han ocupado esta nueva realidad, el equipo pastoral de la iglesia Santísimo Sacramento, encabezado por el padre Gabriel Toro, no ha parado de trabajar y ha dispuesto sus canales digitales para dar continuidad a la labor de sus grupos pastorales.
Así mismo los feligreses, no solo de su comunidad sino de diferentes partes del mundo, han participado desde sus hogares de las enseñanzas litúrgicas, la oración del Santo Rosario, las reflexiones y misas que transmiten en vivo a través de su página de Facebook desde el pasado mes de mayo.