EN UNA SALA EN LA PARROQUIA Santa Elizabeth, en Ozone Park, me recibe el padre James Hughes, más conocido como el padre Jim.
En un perfecto español me cuenta que nació en Brooklyn en 1953. “Mis padres fueron personas de Iglesia y aprendí mucho de ellos”. Tiene tres hermanos, dos hombres y una mujer, todos casados.
Desde muy pequeño decidió que sería sacedote. “Cuando era monaguillo había unos sacerdotes en mi parroquia —Nuestra Señora de los Ángeles, en Bay Ridge— muy amables, y era muy bonito estar en las cosas de Dios. Después en los años 70, [surgió] la idea de ser un sacerdote de la calle, trabajando con los pobres… yo estaba en ese mundo. [Vi una película] que se llamaba The keys of the Kingdom —Las llaves del reino— con Gregory Pack. Era sobre un misionero en China, y yo pensé que eso es lo más increíble: él no era un santo, estaba con la gente, defendiéndola, dando su vida por ellos, yo me dije: «esto es algo espectacular»”.
En 1976 ingresó al seminario y en 1980 fue ordenado sacerdote por monseñor Francis Mugavero, entonces obispo de la Diócesis de Brooklym. “Yo era una persona del sistema diocesano, pero pensaba en ser médico, maestro o sicólogo, pero siempre volvía al tema de ser sacerdote”.
Desde hace cinco años es el sacerdote de la comunidad hispana en Santa Isabel, Ozone Park, y desde hace dos lo es en San Benito José Labre. Al hablar con el padre Jim se hace evidente que conoce muy bien la cultura hispana; además, su español es perfecto. “Estudié un verano en Bolivia en 1978 para aprender español, fue algo increíble, yo vivía con una familia, fui a un instituto famoso de idiomas y volví hablando español. Después pasé cuatro veranos en República Dominicana, en un programa de idioma y cultura y después trabajando con la parroquia en una parte pobre del campo, esas experiencias cambiaron mi vida. Soy norteamericano por afuera, no tengo la belleza de los latinos, recuerdo cuando regresé de uno de los viajes hablando en español sin darme cuenta y mi mamá diciéndome ‘yo no hablo español’”.
Siendo consejero en un campamento de niños, dos hermanas colombianas se acercaron a él llorando porque no tenían qué comer. Ellas no hablaban inglés, así que el padre Jim fue a buscar un libro de español.
“En la noche yo leí los diálogos con ellas y ellas se rieron de mi acento y yo vi el poder del idioma. En la universidad la idea era estudiar francés porque lo había estudiado en la escuela secundaria, pero vi el poder del idioma y lo que estaba pasando en la Iglesia, la inmigración de latinos en Nueva York. Trabajando en Brooklyn con latinos, pensé que ese era el futuro de la Iglesia, yo digo que por ellas aprendí español. Mi sueño es que un día ellas vengan a la iglesia y les pueda dar la comunión, ahora deben tener 45 años”.
“Algo me pasó cuando fui a los programas en Bolivia y República Dominicana fue algo más que aprender un idioma, sino compartir con unas personas, diría que yo recibí una transformación de mi ser, yo renací allá, algo escondido en mí nació”.
El padre Jim sueña con regresar a República Dominicana. “También tengo muchas invitaciones para ir a Medellín para ver el encendido de las luces en Navidad, ir a Cali a aprender a bailar salsa. Yo digo que soy un sacerdote hispano, ser hispano es algo bello, yo lo soy, estar tan cerca y participando es algo maravilloso. Creo que en este momento de problemas en Estados Unidos es importante luchar por esta comunidad, no solo hablar su idioma, sino
relacionarse con ellos, es otro mundo”.
Su primera misa fue en la parroquia Nuestra Señora de los Ángeles. “Entrando a la iglesia me di cuenta que no sabía cómo celebrar la misa, porque nunca lo había hecho, pero después pensé si estuviera Cristo para celebrar esta misa, qué diría y qué haría, así que seguí adelante. Además, tenía mi guitarra: toqué una canción de meditación, que es mi manera de rezar con música. Era una comunidad norteamericana, pero muchos hispanos asistieron, yo hice la misa en español”.
El padre Jim le encanta ver novelas y escuchar música en español para entender mejor la cultura hispana. “Recuerdo Betty la fea, la novela colombiana. Tuvimos una fiesta con mis amigos para ver el último capítulo. Cuando ella se casa, todos estábamos llorando. Soy maestro, también trabajo en educación religiosa y veo programas de niños que me ayudan. Por ejemplo cuando predico, empiezo diciendo: «Buenas noches, yo vi El color de la pasión». Y todos se emocionan hablándome, me responden, es saber dónde vivimos”.
“Me encantan las canciones de romances cantadas por mujeres fuertes como Ana Gabriel, también Juan Luis Guerra, la bachata… además. sus canciones siempre tienen un mensaje… Juanes, «La camisa negra», Ricardo Arjona, «Jesús es verbo no sustantivo»…”.
En su tiempo libre dibuja. “Estudié por internet, me gusta pintar, trabajar en tiza, pasteles… Mi papá era mecánico aeronáutico en la Segunda Guerra Mundial, entonces tengo un amor por los aviones, construyo modelos de aviones”.
“En la escuela secundaria jugaba baloncesto, de mi abuelo aprendí a jugar billar, le prometí a mi director espiritual no jugar por dinero”, dice en medio de risas. Este es el padre James Hughes, mejor conocido como el padre Jim, un sacerdote que nació en Brooklyn pero que se siente tan hispano como usted o como yo.