MI LABOR PASTORAL con los hispanos me ha enseñado mucho, y me enseña más y más prácticas de algunos aspectos de nuestra fe católica. A manera de ilustrar lo dicho, por ejemplo, Tirso me dijo un día: “¡Padre, quiero hacer un juramento!” Aquella vez, sin querer, Tirso me hizo ver la practicidad de nuestra fe. “¿Para qué es el juramento que quieres hacer?”, le pregunté.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “Hacer juramento o jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. Es invocar la veracidad divina como garantía de la propia veracidad. El juramento compromete el nombre del Señor. ‘Al Señor tu Dios temerás, a Él le servirás, por su nombre jurarás’ (Dt. 6, 13)” (n. 2150).
Los juramentos se suelen hacer antes de dar testimonio (juramento asertorio) o tomar posesión de un oficio (juramento promisorio). En el caso de Tirso, se trataba de algo fuera de ese ámbito. Era más bien algo de la vida cotidiana. Al parecer, él tomaba mucho. De vez en cuando, abusaba también de algún tipo de narcótico. La mujer y toda la familia ya estaban bien fastidiados a causa de sus vicios.
Él mismo se dio cuenta de que había tocado fondo. No podía más. Quería recomenzar de nuevo. Supongo que lo ha intentado muchas veces previamente, pero ahora, también por la obligación que le impuso su señora, quería invocar a Dios como aval de la veracidad de su recomienzo.
Un juramento es más que una promesa porque el cumplimiento de aquello que ha jurado adquiere un nivel de deber para con Dios. Es perjurio el juramento hecho sin intención de cumplirlo (cf. CIC, n. 2151-2151).
Ha sido una bonita experiencia ver muchas personas atadas por actividades adictivas, que para la salida y solución de sus ataduras viciosas, recurren a la fuerza de su devoción y de su religión. Esta es la razón por la cual, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, hay una Capilla de Juramentos. En ella, ya se ha formalizado cómo hacer un juramento.
Delante de la imagen de la Morenita hacen la solemne promesa y ruegan a ella por su ayuda materna.
¿Jurar no va en contra de lo que ha dicho Jesucristo? Él nos dice: “Pues yo os digo que no juréis en modo alguno” (Mt 5, 34).
En otra parte de la Biblia, San Pablo hizo un juramento cuando escribió: “Pongo a Dios por testigo, y que me muera si miento…” (cf. 2 Co 1, 23).
¿Cómo se entiende esto? El Catecismo de la Iglesia Católica nos provee una respuesta: “La tradición de la Iglesia ha comprendido las palabras de Jesús en el sentido de que no se oponen al juramento cuando éste se hace por una causa grave y justa [por ejemplo, ante el tribunal]” (n. 2154).
Volviendo al juramento de Tirso, él prometió no tomar por el resto de su vida. Yo, queriendo ser prudente, no quise aceptarlo. Le propuse que empezáramos con tres meses. Luego, puede volver para renovarlo.
Después de que Tirso se fue de mi despacho, me quedé con dudas y pensando.
¿Fue correcta la prudencia de no dejar hacer un juramento para toda la vida? ¿No sería mejor dejarle hacer lo que quería?