El aroma de un recuerdo que ha sazonado mi vida con un amor profundo por la cocina quedó impregnado para siempre con la primera paella que mi amada madre cocinó conmigo a su lado como ayudante y fiel alumna. Las aceitunas y el chorizo bailaban en el sartén junto al ajo picado y las almejas que lentamente abrían sus ojitos frente a los míos, que fascinados ante tal espectáculo culinario no salían de su asombro. Como no teníamos arroz ese día, la paella se hizo con fideos —que nunca faltaban en los frascos de cristal que adornaban la cocina. El resultado: un delicioso manjar que me conquistó el paladar y que ahora siempre procuro compartir con mis amigos ya que se ha hecho muy popular entre los amantes de este tradicional plato.

La siguiente receta contiene su picantito pero si prefieren omitirlo, les aseguro que el resultado será igual de delicioso. Les deseo un Día de las Madres repleto de alegría, bendiciones y la delicia de compartir alimentos en familia.