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Papa dona $500,000 dólares para ayudar a migrantes que viajan por México

TAPACHULA, México (Por David Agren/CNS)—. El Papa Francisco ha donado $500,000 para ayudar a los migrantes que intentan viajar a través de México, quienes son cada vez más perseguidos por la policía mexicana que les impide llegar a la frontera de Estados Unidos.

Estos inmigrantes que logran atravesar México también ven obstaculizados sus intentos de solicitar asilo en los Estados Unidos y permanecen en condiciones precarias al sur de la frontera.

La donación “se distribuirá entre 27 proyectos en 16 diócesis y congregaciones religiosas mexicanas que han pedido ayuda para continuar brindando alojamiento, alimentos y necesidades básicas a estos hermanos y hermanas”, dijo la organización benéfica del Vaticano Óbolo de San Pedro en una declaración el 27 de abril. (Para leer la declaración íntegra y si lo desea hacer una donación haga clic en este enlace)

El Vaticano ya aprobó proyectos dirigidos por siete diócesis y tres congregaciones religiosas: los escalabrinianos, los Sagrados Corazones de Jesús y María y las Hermanas Josefinas.

Imagen de migrantes centroamericanos que se desplazan en caravana a través de Juchitán sobre el tren conocido como “La Bestia” mientras continúan su viaje hacia los Estados Unidos. (CNS/ José de Jesús Cortes, Reuters)

La donación se produce cuando la multitud de migrantes que llegan a la frontera de los Estados Unidos alcanza niveles que no se han visto en más de una década. La Iglesia Católica de México ha ayudado a los migrantes con poca cooperación de los diferentes niveles de gobierno.

Los sacerdotes que trabajan en asuntos de inmigración dicen que el gobierno federal aún tiene que delinear una política u ofrecer una respuesta adecuada, mientras que los gobiernos estatales y locales prefieren no gastar dinero en los migrantes.

“Nadie quiere hacerse cargo”, dijo a CNS el padre Javier Calvillo, director del refugio de inmigrantes Ciudad Juárez.

La donación se realizó en un momento en el que México está bajo la presión de los Estados Unidos y recrudece su propia actividad policial contra los migrantes, desmarcándose de una de las promesa hecha durante la campaña electoral del 2018 por el actual presidente Andrés Manuel López Obrador de no “hacer el trabajo sucio de ningún gobierno extranjero”.

El Papa Francisco abraza a una prisionera durante su visita a la prisión de Cereso en Ciudad Juárez, México, el 17 de febrero de 2016. (CNS/ Paul Haring)

En marzo, las autoridades estadounidenses detuvieron a 92.607 migrantes, más del doble que los migrantes que llegaron un año antes y la cifra mensual más alta desde 2007. El número de menores no acompañados y de núcleos familiares detenidos se ha disparado en el año fiscal 2019 en un 66 por ciento y 374 por ciento respectivamente, según el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de los EE.UU., en comparación con el mismo período del año anterior.

“Hombres y mujeres, a menudo con niños pequeños, huyen de la pobreza y la violencia, con la esperanza de un futuro mejor en Estados Unidos. Pero la frontera de Estados Unidos permanece cerrada para ellos”, dice la declaración del Óbolo de San Pedro.

Miles de centroamericanos han recorrido más de 2,500 millas en caravanas desde San Pedro Sula, Honduras, hasta la frontera de los Estados Unidos en Tijuana, México, provocando la ira del presidente Donald Trump.

“Todas estas personas quedaron bloqueadas, sin poder entrar a los Estados Unidos, sin hogar ni medios de subsistencia. La Iglesia Católica acoge a miles de ellos en los albergues de las diócesis o congregaciones religiosas, proveyendo lo necesario para vivir, desde el alojamiento hasta la ropa”, continúa la declaración.

Para complicar aún más las cosas, los migrantes que transitan por México y solicitan asilo en los Estados Unidos son rechazados en los cruces fronterizos y se les exige que pongan sus nombres en largas listas de espera, un proceso conocido como medición.

Este proceso ha ejercido una enorme presión sobre los refugios para migrantes en las ciudades fronterizas de México y EE.UU., a menudo plagadas de inseguridad y donde las pandillas criminales se aprovechan de los inmigrantes. Un plan conocido como Permanecer en México también envió a cientos de solicitantes de asilo de EE. UU. a la parte mexicana de la frontera, mientras que sus reclamos se escuchan en los tribunales estadounidenses.

“En las fronteras norte y sur, estos lugares de acogida se encuentran sobrepoblados”, dijo un comunicado del 27 de abril de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Los operadores de refugios en las ciudades fronterizas dicen que no pueden atender a los migrantes que llegan del sur, una oleada de deportados y cada vez más solicitantes de asilo que requieren refugio a largo plazo mientras esperan en México para presentar sus reclamos en los Estados Unidos.

Emigrantes de Honduras y El Salvador, que esperaban una visa humanitaria para viajar a través de México de camino a los Estados Unidos, asisten a una reunión en un refugio improvisado en el estado de Chiapas, en México, el 10 de abril de 2019.  (CNS/ José Cabezas, Reuters)

Encima de eso, “entre los habitantes de los pueblos y ciudades donde se encuentran algunos de estos albergues, se han empezado a suscitar fuertes inquietudes ante campañas informales que “criminalizan” al migrante, e impiden que éstos puedan obtener un trabajo, rentar un departamento o circular tranquilamente por las calles”, continúa el comunicado conjunto de los obispos mexicanos.

Las iglesias en las diócesis de Tapachula, que sirven a las comunidades ubicadas en la ruta a través del estado de Chiapas que han seguido las caravanas al ingresar a México, respondieron previamente con generosidad cuando estas arribaron por primera vez. Pero los sacerdotes dicen que menos personas están colaborando ahora.

El obispo Jaime Calderón, de Tapachula, dijo a los reporteros el 28 de abril que la iglesia continuaría apoyando a los migrantes, aunque la opinión pública, a menudo influenciada por falsos rumores difundidos en las redes sociales sobre la mala conducta de los migrantes, no fuera favorable.

“Hemos hablado aquí de una crisis humanitaria y creemos que, de acuerdo con nuestra fe, tenemos que ayudar. Son nuestros hermanos”, dijo el Obispo Calderón.

Según declaró el pasado 23 de abril la ministra del Interior de México, Olga Sánchez Cordero, alrededor de 300,000 migrantes habrían ingresado al país de manera irregular durante los primeros tres meses de 2019.

México comenzó a ofrecer visas humanitarias a fines de 2018, permitiendo a los emigrantes transitar libremente por el país para evitar delitos como el secuestro, la extorsión y el asalto sexual. Pero detuvo la práctica debido a la abrumadora demanda. México tampoco ha continuado ofreciendo los “salvoconductos” a la multitud de migrantes de Cuba, Haití y países africanos que atraviesan por el país.

Las autoridades mexicanas también han comenzado a dividir las caravanas, incluida una a fines de abril en Chiapas. Los sacerdotes dicen que las caravanas ahora se están formando en el sur de México en lugar de en Centroamérica.

“El gobierno mexicano enfrenta una crisis de autoridad para lidiar con las caravanas de migrantes y solucionar esta situación”, dijo el obispo Calderón. “No les ofrecen un trato digno y humanitario. Ni siquiera respetan los documentos que ellos mismos les han dado, que les permiten transitar por el país libremente”.