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“Nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad”, dice el Papa

SKOPJE, Macedonia del Norte—. En su viaje de regreso de Bulgaria, el papa Francisco visitó la pequeña nación balcánica de Macedonia del Norte —que acaba de adoptar ese nombre en febrero pasado—, para rendir homenaje a una santa también de cuerpo menudo que emprendió grandes obras: Santa Teresa de Calcuta.

Tras el recibimiento protocolar, el papa celebró una misa junto a unos 15.000 entusiasmados peregrinos venidos de toda la región balcánica, en la plaza Macedonia, el centro geográfico y simbólico de Skopje, capital de Macedonia del Norte, donde nació el 26 de agosto de 1910 Agnes Ganxhe Bojaxhiu, luego conocida como Madre Teresa.

Los niños tienen un regalo que muestra a Santa Teresa de Calcuta y al Papa Francisco antes de la visita del Papa al Monumento a la Madre Teresa en Skopje, Macedonia del Norte, 7 de mayo de 2019. (CNS/ Paul Haring)

En su homilía, el Papa explicó que Cristo es el único capaz de saciar el hambre del corazón del hombre.

“Lo hace desafiando la estrechez de nuestros cálculos, la mediocridad de nuestras expectativas y la superficialidad de nuestros intelectualismos; cuestiona nuestras miradas y certezas invitándonos a pasar a un horizonte nuevo que abre espacio a una renovada forma de construir la realidad”, dijo el Pontífice, lamentando que nos hayamos habituado a alimentarnos de otras cosas que parece que quitan el hambre pero, que en realidad, hacen perder el gusto y el sabor de la realidad.

“Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación y hemos terminado presos del descrédito, las etiquetas y la descalificación; hemos creído que el conformismo saciaría nuestra sed y hemos acabado bebiendo de la indiferencia y la insensibilidad; nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad; nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad”, añadió Francisco.

Por eso precisamente, el Papa invitó a saciar el hambre con “el pan de la Palabra de Dios y de la fraternidad”, porque amar al prójimo es amar al mismo Dios.

Con esta visita Francisco así se ha convertido en el primer Pontífice que ha celebrado una misa en Macedonia del Norte. Una nación creada tras la disolución de la antigua República de Yugoslavia, de mayoría ortodoxa y musulmana.