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Para resucitar con Cristo, ¿cómo se debe enterrar a los muertos?

Esa separación del alma y el cuerpo es temporal, porque se unirán de nuevo los dos para siempre en “la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro” como rezamos en el Credo.

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Foto: commons.wikimedia.org

Supongo que si no fuera por esta fe que profesamos, se podría enterrar los muertos de cualquier manera. Pero no si esperamos la unión del mismo cuerpo muerto vivificado con la misma alma al final de los tiempos. De ahí que debamos enterrar a nuestros muertos como Dios manda.

El tema es un poco morboso, pero relevante en estos días en que nos acercamos a la Semana Santa, en que conmemoramos la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Queremos también morir y resucitar con el Señor. Así instruye la Congregación para la Doctrina de la Fe en un documento titulado Ad resurgendum cum Christo: “Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo…”

Este documento citado nos instruye cómo se debe proceder un enterramiento cristiano. Lo más tradicional de esas prácticas fúnebres es el enterramiento en cementerios u otros lugares sagrados. Esto es muy común entre los hispanos, que además lo hacen de una manera muy religiosa y solemne. Son muy tradicionales las misas funerales, los velorios, las procesiones, los arreglos florales, etc. Pero a veces el rito funeral llega a ser pintoresco y no exento de superstición y abuso.

“Para resucitar con Cristo” es una guía directa y clara para las prácticas y creencias descarrilladas. Nos explica muchas preguntas y dudas como: ¿Está permitido la cremación y conservación de las cenizas en las casas u hogares? ¿Se puede esparcir las cenizas por doquier? ¿Se puede dividir las cenizas entre familiares?

La instrucción clarifica que está permitida la cremación siempre y cuando no “sea escogida por razones contrarias a la doctrina cristiana”. Sin embargo, no está permitida la conservación de las cenizas en las casas u hogares. Se deben depositar en los cementerios, o en los columbarios donde se colocan las urnas cinerarias. Es necesario obtener una dispensa ecleciástica si se decide lo contrario.

Tampoco está permitido esparcir cenizas en el aire, en la tierra, en el mar o de alguna otra manera para evitar interpretaciones de panteísmo, naturalismo o nihilismo. Está también prohibido dividir las cenizas entre varios miembros de la familia para que cada uno tenga un recuerdo del fallecido. Tampoco está permitido conservar cenizas en recuerdos, piezas de joyería u otros objetos. Además, la instrucción prescribe claramente que si el fallecido ha pedido explícitamente la cremación y la dispersión de sus cenizas por razones contrarias a la fe cristiana, se debe negar el funeral cristiano a esa persona según las normas establecidas.

Enterrar a los muertos es una de las obras corporales de misericordia. La compasión que tenemos a los prójimos fallecidos debe de ser practicada hasta su descanso final.