POLONIA (Diócesis de Sosnowiec) — Pararse de lado de las víctimas es la actitud que ha decidido asumir la Iglesia en febrero de este año al culminar el encuentro sobre la Protección de los Menores celebrado en el Vaticano y dedicado a afrontar el problema de los abusos sexuales.
El encuentro duró ocho días y reunió a representantes del episcopado de la Iglesia de todo el mundo, expertos y periodistas, sin embargo, lo más importante es que no faltaron las voces de las propias víctimas de abusos sexuales. Los participantes de la reunión pudieron escuchar los testimonios de cinco personas que, a temprana edad, sufrieron acoso por parte del clero. En palabras fuertes, el Papa Francisco se refirió a los sacerdotes que cometen delitos de pedofilia y los llamó “instrumentos en manos de Satanás”.
Mal entendido “el bien de la Iglesia”
La agudeza de las palabras del Santo Padre parece estar perfectamente justificada en el contexto del gran daño provocado a menores por parte de algunos miembros de la Iglesia. Sin embargo, un aspecto también doloroso de este problema es el letargo para reaccionar por parte de algunos jerarcas. En nombre del “bien de la Iglesia” mal entendido, en algunos casos se ocultó la situación y las denuncias por abusos sexuales se descuidaron, al igual que sus víctimas. El miedo a perder la “buena imagen” de la comunidad se la llevó finalmente a su peor estado. Los informes sobre abusos sexuales, escuchados de las propias víctimas, son, por lo tanto, no solo una historia sobre su sufrimiento, sino una llamada a estar siempre del lado de la verdad, no importa cuan dolorosa sea.
Imparcialidad y verdad.
La cuestión de la verdad resulta crucial. Ciertamente escuchamos sobre casos de sacerdotes que fueron falsamente acusados de pedofilia. Por ejemplo el caso en que el tribunal absolvió al sacerdote polaco Adam Stanisław Kuszaj, quien trabajaba en la República Checa y hace ocho años había sido acusado falsamente de acoso sexual por parte de un monaguillo. Durante ese tiempo en cárcel, el acusado perdió injustamente muchas cosas: buen nombre, respeto, amigos y, en cierto sentido, también el sacerdocio (pues se le había aplicado también la pena canónica de perdida del estado clerical). El sacerdote ahora quiere volver al trabajo pastoral. Pero parece imposible que las pérdidas morales que sufrió puedan ser compensadas en absoluto.
Estar del lado de las víctimas.
“Conocerás la verdad y la verdad te hará libre” (Jn 8, 32). Las palabras de Jesús siempre deben establecer los estándares para las actividades de la Iglesia. En el contexto del doloroso problema del abuso sexual de menores, hay que apostar por la transparencia absoluta. La pedofilia es un gran pecado, pero también un delito. Por esta razón, en la dimensión social, exige un juicio y la imposición de una pena justa. Es por eso que la cooperación de la Iglesia con la justicia en este contexto es una prioridad. Nos ayudará a pararnos en la verdad, del lado de la víctima. Esta víctima puede ser un menor ofendido, si los procedimientos judiciales confirman su denuncia, pero la víctima también puede ser un clérigo injustamente acusado, a menudo de antemano “condenado” por los medios de comunicación o por nosotros mismos.
Bishop DiMarzio video statement on the CVA (Spanish) from Diocese of Brooklyn Press Office on Vimeo.
El papel de los medios de comunicación.
¿Vale la pena detenerse en la forma en que “participamos” en esta crisis? Por supuesto, la actitud de indignación frente al mal es bastante natural. Sin embargo, no podemos perder de vista que a menudo se conoce lo que los medios reconocen como importantes y no lo que es verdaderamente importante. Por eso vale la pena confrontar las fuentes. Escuchar la información en otro canal o leer sobre ella en otros portales de información. Estoy escribiendo aquí sobre los medios de comunicación, porque es muy probablemente el único entorno que nos permite “participar” en el problema del abuso de menores. Los medios acumulan la tensión con títulos como: “El fin de la iglesia ya está cerca” o “La iglesia no se levantará de nuevo”. Mientras tanto, nosotros no confiamos en un hombre, sino en que Dios establece el curso de todos los asuntos.
Realizar acciones concretas.
De hecho, la crisis que rodea a los abusos sexuales de menores puede ser un momento en la historia de la Iglesia, del cual emergeremos aún más fuerte, con un nuevo deseo de pureza y santidad. Así que no olvidemos acciones específicas que pueden ser de gran ayuda para resolver este doloroso problema: en primer lugar, orar por las víctimas y los perpetradores, informar sobre casos de abuso si tenemos conocimiento cierto de alguno y no difundir información no probada. Recordemos las palabras de Jesús: “No juzgues, para que no seas juzgado” (Mt 7, 1).
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¿Cómo lucha la Iglesia contra la pedofilia?
La cumbre del Vaticano dedicada al problema del abuso de menores era muy necesaria. El primer encuentro global sobre esta materia. Se han observado mecanismos erróneos para responder a casos de delitos sexuales y se han reafirmado los instrumentos legales ya implementados que permiten una lucha efectiva contra la pedofilia.
En este contexto, vale la pena recordar que desde 2001 todos los casos de abuso infantil en la Iglesia deben ser reportados a la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano. Esto está regulado por Motu proprio de San Juan Pablo II “Sacramentorum sanctitatis tutela”.
Un ejemplo de acciones concretas son las Oficinas para la Protección de los Menores o Atención de Víctimas que vienen operando en diócesis de todo el mundo desde hace ya varios años y que han capacitado, a través de diversos programas, a miles de clérigos y voluntarios que trabajan en la Iglesia, sobre la prevención del abuso infantil.
El camino de la purificación.
Estas son solo algunas de las muchas soluciones implementadas por la Iglesia para eliminar los delitos sexuales. Son un testimonio de que, como comunidad, elegimos el camino de la verdad y la purificación, porque es la única dirección en el camino hacia la libertad.