La Fe aparece, entre los creyentes, como luz que nos guía pero que también nos da contenido, significado y sentido a las cosas que vivimos. Esta Pandemia no está al margen de la misteriosa permisión divina.
Dios Providente nunca abandona a sus hijos, por eso, con esta certeza buscaremos el paso de Dios por la historia global, familiar y personal que nos toca vivir.
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Pienso que podemos sacar 4 momentos de reflexión:
- Esta pandemia es un llamado directo a la conversión. Dios siempre nos convoca, la Iglesia nos exhorta y a nivel de nuestras almas nos damos cuenta que siempre hay algo en que cambiar. Pero si profundizamos el lenguaje de Dios es el llamado de conversión a Él lo que nos permitirá poder ver, traslucir, entrever el misterioso hecho de lo que nos ocurre. Sin ir más allá de lo existente no podemos encontrar luz. En el trasfondo de todo esto hay resonancias teológicas claves: la gente no quiere enfermarse, porque no quiere morir.. temas como dolor, sufrimiento, enfermedad y muerte aparecen y cruzan transversalmente esta situación…y a esto sólo lo podemos ver desde Dios, este virus puso en crisis toda nuestra manera de mirar la realidad: lo económico, lo social, lo global, lo familiar, nos ha hecho sentir vulnerables, desamparados e insignificantes, en síntesis, todo, todo…esto es un llamado a volver convertidos a Dios.
- Es una vuelta a la Familia: el encierro nos volvió al Hogar, el hogar está caracterizado por esa chimenea donde los miembros de una familia se rodean para recibir calor. Allí se forma la morada donde nacen, viven y se forman las personas. Es la vuelta a la morada, al hogar donde uno debe reencontrarse porque son su identidad más propia. Esta pandemia ha puesto en claro que lo único que nos salva es la familia, es volver al seno del hogar familiar, allí, es donde encontramos lo que somos y lo que queremos ser a futuro. No estamos presos, estamos morando en el hogar que es nuestra familia. Cuando la cultura moderna rompe la familia, se destruye la muralla que nos contiene e identifica. Es tiempo de volver a crear, fortalecer, solidificar la vida familiar como el mejor baluarte donde nacer, donde vivir y también donde morir.
- Volver a lo esencial. se viene una gran recesión dicen los economistas, es, en efecto, grave desde el punto de vista económico, pero el tema es que, más seria, resulta la recesión espiritual, moral, cultural en la que vivíamos. La pandemia puso de manifiesto que hay muchos valores humanos y muchas virtudes cristianas ausentes en nuestro modo de vivir. La realidad ha dejado al desnudo una gran carencia de cimientos que el mundo nos los tenia. Países poderosos como los del primer mundo, que lo tienen todo, se vieron puesto de rodillas por algo microbiológico. No hay poder económico que pueda con esta realidad con el virus. Por ello esta situación nos obliga a mirar la jerarquía de los bienes que buscamos. Dura realidad, pero es también momento de oportunidad, no podemos dejarnos tirar para abajo, es tiempo de mirar hacia arriba, hacia lo que vale, lo que cuenta como lo principal, lo esencial de la vida.
- La caridad nos urge, auténtica caridad, interpretada como amor al prójimo, no la caridad de la dádiva, de la falsa limosna. La recesión económica y moral nos presentará un futuro complejo en el campo de la pobreza existencial, una gran masa de hermanos pobres y muchos otros que tienen los medios de supervivencia pero que están ante la crisis existencial porque perdieron el horizonte de sus vidas. Todos ellos son hermanos,, a su modo carenciados, por eso los cristianos estamos obligados a una acción decidida a ayudar, de todos los modos posibles, el amor solidario para los que menos tienen y a los otros revelándoles la “Verdad” . Pensemos que debemos cultivar un amor creativo que debe sacar lo mejor de nosotros para servir a los pobres y más necesitados. Dios en su Providencia nos dará su gracia para lograr los mejores bienes para la humanidad.
Repitamos el proverbio: “Abre tu boca a favor del mundo y en defensa de todos los desamparados abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del desvalido y del pobre…”