Derecho y vida

¿Por qué tenemos leyes en la Iglesia?

Dice un antiquísimo principio de derecho que: “Ubi societas, ibi ius”. Podemos traducir este principio de latín al castellano que allí en donde hay una sociedad, allí está el derecho. De aquí viene la razón para justificar la existencia de tener leyes en cualquier sociedad. El diccionario de la Real Academia Española define precisamente lo que es una sociedad como un conjunto de personas, pueblos o naciones que conviven bajo normas comunes. Como nuestra Iglesia cae de la categoría de una sociedad, por eso en ella tiene que haber leyes.

La necesidad de leyes es obvia porque debe haber orden y protección al bien común en la sociedad. De lo contrario, una sociedad sin leyes o una sociedad por encima de la ley sería una sociedad caótica. Bien se ha dicho que no debemos soñar de una sociedad sin leyes porque eso sería una pesadilla.

Creo que lo que acabamos decir tiene mucha sabiduría y lógica. De hecho, desde los principios de la civilización se promulgaron unos sistemas legales, aunque ahora ya no tienen vigencia. No hace falta enumerar aquí cuales eran esos sistemas legales, pero son muy interesantes saberlos. Relegamos al lector a hacer sus propias búsquedas investigativas.

Como personas en la sociedad, cada uno tenemos derechos personales. Por justicia, cada uno de esos derechos se deben de respetar. E imponer respeto a cada uno de esos derechos es el objetivo de la ley. Me viene a la mente este ejemplo para ilustrar lo dicho: Cada persona tiene derecho a casarse −lo que se denomina en el Derecho romano como ius connubii− con quienquiera. No sería desordenado y caótico cuando un hombre por el hecho que tiene derecho a casarse con quienquiera exija a cualquier mujer para casarse con él simplemente porque él tiene derecho a casarse con quienquiera. La mujer, por otra parte, tiene ese mismo derecho de casarse con quienquiera. Si ella no le gusta casarse con ese hombre, esa decisión se le debe respetar. Por eso, debería haber una ley que protege los derechos de cada uno.

La Biblia, en ciertas partes sobre todo en el Nuevo Testamento, puede aparecer estar en contra de tener leyes. Nuestro Señor Jesucristo mismo tenía que dejarlo claro que Él no está en contra de la ley porque Él no viene para abolir la ley, «sino a darles su plenitud» (Mt. 5,17). Es más, Él enfatiza que se debe cumplir la ley y «el que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más pequeños, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos» (Mt. 5,20).

Llamamos nuestro sistema legal en la Iglesia Católica, Derecho canónico. Es el ordenamiento jurídico más antiguo que tiene vigencia hasta nuestros tiempos y con una jurisdicción universal. Las leyes canónicas están codificadas en dos códigos: el Código de Derecho Canónico promulgado en 1983 para el rito latino y el Código de Cánones para las Iglesias Orientales promulgado en 1990. Nuestro legislador supremo es el Romano Pontífice para la Iglesia universal y los obispos diocesanos para la iglesia particular. Para implementar nuestro sistema legal, tenemos una estructura judicial y administrativa, incluso gozamos de una continua jurisprudencia para la interpretación y desarrollo de nuestras leyes. Si este tema les interesa, podremos hablar más en el futuro.

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Mons. Jonas Achacoso es canonista y autor de “Due Process in Church Administration. Canonical Norms and Standards”, Pamplona 2018. Es Juez Eclesiástico, Delegado de los Movimientos Eclesiales y Administrador de la Iglesia Corpus Christi (Woodside, NY). Su columna Derecho y vida puede leerse en la edición mensual de Nuestra Voz. Síguelo en Twitter.