Breves internacionales

Reflexiones del papa Francisco

Pope Francis attends a Nov. 5 meeting at the Vatican with participants in the third World Meeting of Popular Movements, a collection of grass-roots organizations of the poor, the underemployed, indigenous communities and farmworkers. (CNS photo/L'Osservatore Romano via EPA) See POPE-POPULAR-MOVEMENTS Nov. 5 2016.
CNS photo/L’Osservatore Romano

LAS PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO durante el Tercer Encuentro Mundial de Movimientos Populares sirvieron de bálsamo de sabiduría espiritual en medio de la incertidumbre mundial que se vive a raíz de la violencia en el Medio Oriente, las elecciones estadounidenses y la inseguridad global.

“Ningún pueblo, ninguna religión es terrorista”, indicó el Santo Padre en su discurso en Roma, días antes de los comicios electorales estadounidenses y la incursión de tropas iraquíes en el califato del Estado Islámico en la abatida ciudad de Mosul.

“Hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera. De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso. El sistema injusto que favorece esos movimientos, ese sistema es terrorista”, indicó.

El Papa alabó el trabajo de los Movimientos Populares que buscan resaltar la importancia del ser humano en la sociedad. En este sentido, advirtió que “hay fuerzas poderosas que pueden neutralizar este proceso de maduración”. Francisco advirtió contra el miedo y la tentación de construir muros como forma de combatirlo. “Los ciudadanos que aún conservan algunos derechos son tentados con la falsa seguridad de los muros físicos o sociales”.

“Muros que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro. ¿Es esa la vida que nuestro Padre Dios quiere para sus hijos?”.

“El miedo es un buen negocio para los mercaderes de armas y muerte”, resaltó, y “nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles”.

Para el Santo Padre, “la misericordia es el mejor antídoto contra el miedo. Es mucho mejor que los antidepresivos y los ansiolíticos. Mucho más eficaz que los muros, las rejas, las alarmas y las armas. Y es gratis: es un don de Dios”.