Caminar por la ciudad medieval de Asís, provincia de Perugia, región de Umbría, Italia, es respirar a este gran santo en cada subida y bajada de sus calles. Su historia y su legado se sienten en cada rincón. En cuanto se llega se vislumbra la gran Basílica de Santa María de los Ángeles. Adentro es donde se encuentran las huellas del santo. Allí está la Porciúncula, que significa pequeña porción de tierra, una Capillita donde comenzó su congregación en los años 1200. También el lugar adonde quiso regresar a pasar sus últimos días.
San Damián, a un kilómetro de Asís, es el lugar donde el famoso crucifijo de San Damián —hoy, en la Basílica de Santa Clara— le dijo: “Francisco, repara mi iglesia, que se está cayendo en ruinas”. También en este lugar compuso el famoso cántico del Hermano Sol, o de las Criaturas, en medio de una gran tribulación debido a sus enfermedades.
El Monte Alverna, a unos 160 km de Asís, promontorio montañosas de los Apeninos, fue lugar de oración de San Francisco. Su primera subida fue alrededor del año 1214, después de la cual se afirma que hizo otras cinco. En esta última, en 1224, recibió los estigmas.
La Basílica de San Francisco está dedicada a su memoria. Allí hay una cripta donde se conserva la tumba del santo, un simple sarcófago apoyado en una roca desnuda. Murió a los 44 años, el 3 de octubre de 1226. En sus últimos momentos entonó nuevamente su Cántico al Hermano Sol, al que agregó un nuevo verso dedicado a la hermana Muerte. San Francisco fue canonizado en 1228, y su festividad se celebra el 4 de octubre.
Su legado ha cambiado la historia y ha marcado la espiritualidad de la renuncia y la pobreza. Siendo rico lo abandonó todo para seguir a Jesús. Reparó las iglesias resquebrajadas, pero luego se dio cuenta que el Señor lo llamaba a reparar la Iglesia desde adentro, en su humanidad caída. La Iglesia de entonces estaba influenciada por la opulencia, honores y poder. El Papa de entonces, Inocencio III, percibió la necesidad de hacerla más espiritual. San Francisco fue la respuesta. Vivió y predicó con su ejemplo. Fundó en 1208 la orden religiosa de los franciscanos; una la segunda orden conocida como Hermanas Clarisas y una tercera conocida como orden seglar.
Otras religiones lo honran por su espíritu ecuménico y conciliador. Los defensores del ambiente y animales lo aclaman como su protector. Los santos lugares de Jerusalén están bajo la custodia de los franciscanos. El Papa Francisco escogió llamarse como él. La segunda encíclica, Laudato si -Alabado seas- que tiene como tema central la conservación del ambiente, reproduce en su título las primeras palabras del “Cántico de las criaturas” del santo de Asís.
“Repara mi Iglesia” le dijo Cristo a Francisco en el siglo XIII. Hoy, en el siglo XXI, te lo dice a ti y a mí también.