ROMA (Por Junno Arocho Esteves/CNS)—. Los beatos Pablo VI y Óscar Romero se encontraron en el camino hacia la santidad y formaron una amistad personal que fortaleció la determinación de ambos ante crecientes retos, dijo un profesor italiano.
Según Roberto Morozzo della Rocca, profesor de Historia Contemporánea en la universidad Roma Tre y autor de una biografía del beato Romero, el beato Pablo tenía profundo aprecio y afecto por el beato Romero, a pesar de los rumores y chismes que circulaban en los pasillos del Vaticano.
“Podemos decir que Pablo VI protegió a Romero. En Roma había una inundación de información negativa respecto al arzobispo de San Salvador. Lo acusaban de ser político, de ser comunista, de ser hereje”, dijo Morozzo el 9 de octubre durante una conferencia en Palacio San Calisto en Roma.
El evento, patrocinado por la embajada salvadoreña ante la Santa Sede, reflexionó sobre la amistad entre el papa y el arzobispo salvadoreño, quienes están programados para ser declarados santos por el papa Francisco el 14 de octubre.
Manuel Roberto López, embajador de El Salvador ante la Santa Sede, dijo que la canonización del beato Romero”parece un sueño imposible para nosotros los salvadoreños, y que él ser declarado santo junto con el papa Pablo es la culminación de “una historia de amistad”.
El papa Pablo”vio a (el arzobispo) Romero como un oasis en el desierto” en medio de tanto malentendido. Y a través del apoyo (del papa Pablo VI) Romero encontró la fuerza para permanecer en el país y continuar su servicio pastoral a pesar de las circunstancias peligrosas, dijo López.
Aunque el arzobispo de San Salvador disfrutaba de la confianza del beato Pablo VI, muchos dentro de la Curia Romana lo veían de forma negativa después que él habló más fuerte en contra el gobierno derechista paramilitar después del asesinato de su amigo, el padre jesuita Rutilio Grande, en 1977.
Padre Grande era conocido como defensor de los pobres y los oprimidos durante tiempos en que El Salvador estaba en el umbral de una guerra civil, una que terminó con la vida de más de 70,000 personas civiles.
Se cree que su muerte a manos de los notorios escuadrones de la muerte de El Salvador fue la inspiración para que el arzobispo Romero, conocido por ser más reservado, tomara el manto para defender a los pobres como lo hizo el padre Grande.
Morozzo dijo que una de las primeras reuniones entre los beatos Pablo VI y Romero sucedió poco después que él fuera nombrado arzobispo de San Salvador.
Su nombramiento había venido como una sorpresa para muchos de los clérigos locales, que percibían a su nuevo arzobispo como demasiado conservador. El nuncio apostólico en aquel tiempo, el arzobispo Emanuele Gerada, había cabildeado fuertemente para la nominación del arzobispo Romero con la esperanza de que él mantuviera tranquilas las relaciones cada día más frágiles con el gobierno.
Sin embargo, después de la muerte del padre Grande, el arzobispo Romero se abrió más, a menudo atrayendo advertencias del nuncio apostólico de que ejerciera prudencia. Esto llevó al arzobispo Romero a viajar a Roma y reunirse con el papa el 26 de marzo de 1977.
El papa Pablo “le dijo fraternalmente una frase que fue el estímulo que Romero necesitaba:’¡Ánimo! Tú eres el que manda!'”, dijo el autor italiano.
Morozzo añadió que el diario del beato Romero ofrece un vistazo del mutuo respeto y afecto entre los dos futuros santos durante su próxima reunión en junio de 1978.
Según el arzobispo, el papa Pablo dijo: “Entiendo tu trabajo difícil. Es un trabajo que tal vez no pueda ser entendido; debes tener mucha paciencia y fortaleza. Sé que no todos piensan como tú; es difícil en las circunstancias de tu país encontrar esa una unanimidad de pensamiento. Sin embargo, procede con valor, con paciencia, con fuerza y con esperanza”.
Después de regresar de Roma, el beato Romero también transmitió las palabras de ánimo del papa al pueblo de El Salvador mientras celebraba Misa el 2 de julio de 1978.
“‘Ellos son un pueblo’, me dijo el papa, ‘que lucha por reconocimiento, que busca un ambiente más justo. Y tienes que amar el pueblo, tienes que ayudarle. Sé paciente, sé fuerte y ayúdale y diles que el papa les ama, les ama y está siguiendo sus dificultades; pero que nunca deben buscar soluciones a través de la violencia irracional, que nunca se dejen ser llevados por las corrientes del odio”, dijo el beato Romero.
Como lo hizo hasta su martirio en 1980, el beato Romero continuó “soñando con un nuevo cielo y una nueva tierra” para el pueblo de El Salvador, un país que todavía sufre el flagelo de la violencia, dijo Morozzo.
“Tengo la esperanza”, él dijo, “de que (el beato) Romero, junto con Pablo VI, ayudarán a lograr este sueño”.