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“Se acabó la época del encubrimiento”, dice arzobispo Charles Scicluna

CIUDAD DEL VATICANO (Por Carol Glatz/CNS)—. Las nuevas directrices del papa Francisco, sobre la protección de menores y fortalecimiento de responsabilidades, es el más reciente paso para dejar claro el mensaje de que se acabó la época de ocultar o ignorar acusaciones de abuso, dijo el arzobispo Charles Scicluna, principal investigador de abusos del Vaticano.

En el pasado, algunas personas pueden haber pensado que estaban protegiendo a la iglesia al permanecer callados, pero ese comportamiento nunca fue aceptable –dijo Mons. Scicluna, arzobispo de Malta, subsecretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a reporteros. “Por el bien de la iglesia hay que denunciar” a autoridades pertinentes cuando se trata de abusos de menores y de poder, dijo.

El arzobispo conversó con reporteros sobre la más reciente carta apostólica del papa Francisco Vos estis lux mundi (Vosotros sois la luz del mundo), durante una conferencia de prensa el 9 de mayo en el Vaticano. El nuevo documento establece y clarifica las normas y procedimientos para exigir responsabilidad a obispos y superiores religiosos, cuando se trata de salvaguardar a menores, así como también de abusos contra adultos (cometidos con violencia o amenazas) o de abuso de autoridad.

Las nuevas normas son importantes, dijo el arzobispo Scicluna, porque claramente le manifiestan a la gente que tienen la obligación de reportar los ya existentes crímenes, negligencias y comportamientos inapropiados a las autoridades de la iglesia.

Esa obligación “siempre ha estado allí, pero la experiencia nos muestra que una mentalidad de círculo cerrado o un interés equivocado para proteger la institución, han sido impedimentos para que se dé a conocer”, dijo.

La ahora ley universal exige a todos los clérigos (así como también a religiosos y religiosas) reportar a las autoridades eclesiásticas competentes sobre abusos de los cuales ellos tienen conocimiento. Esto es importante — dijo — “porque divulga al público la política principal de la iglesia”.

Los procedimientos ya habían sido establecidos cuando se trata de acusaciones de abuso a menores por parte de sacerdotes, de modo que las nuevas normas indican qué hacer cuando el acusado es un obispo, cardenal, patriarca o superior religioso y cómo las acusaciones de abuso o conducta impropia hechas contra el liderazgo deben ser reportadas.

Por ejemplo: “Si un sacerdote utiliza la fuerza con un adulto, es el obispo quien se encarga del caso”. A la vez agregó que “cuando una persona en el liderazgo es culpable de conducta inapropiada, es competencia de la Santa Sede”.

Las nuevas normas y claros procedimientos, con particular énfasis en promover una investigación imparcial de los líderes, envían el mensaje de que “nadie en el liderazgo está por encima de la ley”.

“No hay inmunidad” a la ley de Dios y la ley canónica— afirmó.

Cuando se le preguntó si las víctimas estarán conformes con las nuevas leyes, el arzobispo dijo que “las víctimas estarán satisfechas si las leyes fomentan una nueva cultura”.

“Nunca le daría un pedazo de papel a la persona que ha sufrido y le diría que hemos solucionado todo. La gente necesita respuestas concretas” y acción, por eso es que “estoy diciéndole a la gente que ayuden al papa para que su deseo (de prevenir el abuso) sea una realidad en sus diócesis”.

Las nuevas normas no arreglarán todo, agregó, pero sí envían “un muy fuerte mensaje de que la divulgación de información está a la orden del día, y no el silencio”.

También es la primera vez que se establecen, de “conformidad con las leyes del estado” en lo que se refiere a abuso a menores, en el ámbito de la ley universal de la iglesia –dijo el arzobispo.

Aunque la carta circular de la congregación doctrinal en 2011 dejó en claro que la iglesia debe obedecer las leyes civiles sobre abuso y reporte del mismo, la nueva carta apostólica “ratifica en una ley universal” esa orden de respetar los requerimientos civiles.

“Ninguna forma de lealtad a la iglesia, debe retener al ciudadano de obedecer a su nación –dijo– porque en el pasado hemos tenido muy tristes casos en los cuales la gente dijo: ‘No hablemos, queremos proteger a la iglesia'”.

“Esto no va más y es inaceptable” porque para el bien de la iglesia se necesita la verdad y la transparencia, lo que implica respetar la ley civil, dijo a la vez que manifestó su esperanza de que la gente sienta “la valentía de ir a la policía” a denunciar el delito.

La iglesia y las autoridades locales deben trabajar en conjunto e incansablemente para combatir el abuso contra los menores porque siempre ha sido un crimen para la sociedad y la iglesia, dijo.

Otra parte importante de la nueva ley es que la misma facilita la divulgación, al obligar a todas las diócesis a establecer en un año “sistemas estables y accesibles al público”, que podrían ser una oficina específica o “centro de escucha”, donde las personas puedan reportar los casos de abuso sexual o su encubrimiento.

Las conferencias episcopales a nivel nacional deben ayudar a las diócesis a determinar las mejores y más culturalmente apropiadas maneras de proveer esta forma de alcance y servicio, si aún no lo han hecho –dijo.

El hecho de que todavía hay países donde la iglesia no tiene un lugar definido y permanente o una forma para reportar el abuso, demuestra que “esta ley universal era necesaria” y que tener estructuras para la divulgación de información “no es más una opción”, es una ley obligatoria del papa— subrayó el arzobispo Scicluna.

“Si la gente tiene el derecho y el deber de denunciar algo ilícito” en caso de abuso, “también tiene el derecho de denunciar si, después de un año, no se ha hecho nada” tomando en consideración la nueva orden emitida, dijo.