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Se necesita una “respuesta cristiana” en la frontera, reclaman líderes católicos

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MANHATTAN — Mientras demócratas y republicanos intercambian acusaciones sobre quién es el culpable de la actual crisis en la frontera entre Estados Unidos y México, un obispo estadounidense dice que ya basta de pulseos políticos.

“Es extremadamente importante que encontremos formas de trascender el partidismo. Sabes, en lugar de politizar el tema, ¿podemos por una vez cristianizarlo? ¿Podemos decir cuál sería una respuesta cristiana verdaderamente amorosa?”, dijo el obispo Mark Seitz de El Paso a Nuestra Voz.

“Jesús nos dice que se supone que debemos amar a los que nos odian. Entonces, ¿podemos cristianizar la situación y comenzar a vivir de manera que materialicemos el evangelio? Creo que avanzaríamos mucho a l ahora de resolver estos problemas y tendríamos sin duda la ayuda de Dios”, continuó.

Las organizaciones religiosas a lo largo de la frontera continúan brindando ayuda humanitaria a los migrantes y se pronuncian en contra de lo que se considera un sistema inefectivo.

Una queja constante es el Título 42.

La política de la administración Trump instituida el año pasado, y no rescindida por el presidente Joe Biden, permite a las autoridades estadounidenses expulsar a los migrantes por motivos de salud pública, lo que limita su derecho legal a buscar asilo.

Mons. Mark J. Seitz, obispo de El Paso, Texas, junto a una niña hondureña llamada Cesia mientras camina y ora con un grupo de migrantes en el Puente Internacional Laredo en El Paso el 27 de junio de 2019. (CNS/José Luis González, Reuters)

La administración de Biden tiene hasta el 21 de abril para renovar esta regulación. Según su sitio web, en marzo la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. expulsó a 103,900 personas por concepto del Título 42. Aunque los solicitantes de asilo continúan huyendo de sus paises de origen debido a varios factores que incluyen violencia, desastres naturales, inseguridad alimentaria y pobreza.

Mons. Seitz contó a Nuestra Voz que fue testigo en El Paso de cómo los migrantes llegaban desde el área de Brownsville y, era posteriormente, enviados a través del puente a Juárez, México, un lugar en el que muchos de ellos nunca habían estado antes, debido a esta regulación migratoria.

“Estaban en estado de absoluta desesperación”, dijo el obispo. “Familias jóvenes con bebés y niños que dicen: ¿Qué hago ahora? No tengo dinero. No tengo nada más que la ropa que me permitieron cargar a la espalda”.

“Y luego llegar a un lugar extraño. Lo que no saben al principio, pero lo descubrirán, es que los refugios están bastante llenos y solo rezamos para que no los dejen abandonados en la calle con sus bebés. Eso es lo que presencié en Juárez”, continuó.

Dylan Corbett, director ejecutivo del Hope Border Institute en El Paso, dijo que la ciudad está lista para enfrentar el desafío de dar la bienvenida a los inmigrantes si a los solicitantes de asilo se les permite quedarse, pero la situación es sombría del lado mexicano de la frontera.

“El gobierno de Estados Unidos está sembrando innecesariamente las semillas de una situación de crisis en Ciudad Juárez y provocando un trauma real. Juárez no tiene los recursos para brindar hospitalidad a estos migrantes, y es una ciudad que tiene una reputación de ser peligrosa para las personas vulnerables como los migrantes”, dijo Corbett.

“He sido testigo de cómo la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos devuelve a la gente a la fuerza. Los caminan por el puente, y he visto cómo los traficantes y contrabandistas se han aprovechado de esta población que devuelven”, dijo.

Según Corbett, la política está exacerbando otros desafíos en la frontera. Por ejemplo, contribuyendo al aumento de menores no acompañados porque aquellos “que llegan a la frontera vienen con sus familias y tienen que tomar la terrible decisión de enviar a sus hijos al otro lado de la frontera”.

En Nogales, Arizona, la directora ejecutiva de Kino Border Initiative, Joanna Williams, también ha visto cómo funciona la política. Williams dijo que los migrantes son detenidos en el desierto de Arizona y expulsados ​​de inmediato al otro lado de la frontera con Nogales, México.

Williams pidió a la administración de Biden que “desarrolle un mejor plan sobre cómo deshacerse del Título 42 y restaurar enérgicamente el acceso al asilo en la frontera en lugar de simplemente publicar anuncios de radio y decirle a la gente que no venga. Si no le da alternativas a la gente, un anuncio de radio no influirá en una decisión “.

También quiere que los estadounidenses muestren más empatía por los migrantes y las situaciones en las que se han encontrado.

Añadió que para que eso suceda, la gente necesita escuchar sus historias.

Williams le contó a Nuestra Voz sobre un guatemalteco que huía de la extorsión de bandas criminales.

“Él dijo que se quedaban en una pequeña habitación en la casa de su madre en la que duermen todos, que su bebé duerme entre ellos porque la hija tiene la cama y luego del otro lado de una cortina duermen sus dos hijos mayores. Que es ahí donde se han quedado durante un año”, recordó Williams.

“Él dijo: ‘Quiero poder darle algo más a mi familia. Más que esta habitación y más que esta inseguridad alimentaria, pero como estoy pagando a las pandillas porque me están extorsionando, no hay forma de que pueda ahorrar’”, continuó.

Los defensores de los inmigrantes también se oponen al uso de la palabra “crisis” en la frontera.

El obispo Robert McElroy de San Diego, quien presidió una misa de Pascua para 1,500 menores no acompañados en la diócesis que llegaron desde Texas, dijo que la situación merece una palabra más grande que desafío pero menos que crisis. Es algo sobre lo que reflexionó recientemente en una llamada con los otros obispos fronterizos de Estados Unidos.

“(Crisis) significa una situación en la frontera que amenaza con envolver a nuestro país de alguna manera importante. Eso no es cierto. Ésa es la razón por la que no utilizo la palabra crisis. Porque no se adecua correctamente en los hechos”, dijo Mons. McElroy.

Mons. Seitz esta de acuerdo. Reconoció que hay un aumento en los solicitantes de asilo, pero dijo que la palabra crisis lleva a la gente a asumir que “se necesitan medidas drásticas y los derechos humanos pueden dejarse de lado”.