Derecho y vida

¿Se pueden bendecir los anillos para la boda civil?

A la salida de la misa dominical, muchos de mis feligreses suelen pedirme que les bendiga crucifijos, imágenes, rosarios, escapularios, aguas, etc. La mayoría del tiempo las bendiciones se dan rápidamente para no atascar la avalancha de fieles. Pero otras veces no hay forma de evitar un atasco cuando algún feligrés te cuenta un problema o te pide una cita privada.

Una vez hubo una congestión en la puerta de la iglesia por causa de una pareja. Ellos me enseñaron los anillos matrimoniales y me pidieron que los bendijera.

Les expliqué que los anillos se bendicen durante la boda. Entonces insistieron en que la boda será por lo civil por eso quieren la bendición ahora. Esta vez les pedí que se apartaran para dejar pasar a la gente que iba saliendo de la misa y que esperaran porque necesitaría un buen ratico de plática.

Entonces les expliqué que la bendición propia que un sacerdote hace para los anillos de boda es en la ceremonia matrimonial. Es entonces cuando el sacerdote, haciendo la señal de la cruz sobre los anillos, dice: “El Señor bendiga estos anillos que van a entregarse uno al otro en señal de amor y de fidelidad”.

Los novios se entregan los anillos con la misma promesa de amor y fidelidad invocando el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La bendición y entrega de anillos hecho con la invocación trinitaria eleva el rito a un nivel muy solemne y los anillos se convierten en un signo sagrado de alianza.

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En la mayoría de los casos, los católicos saben muy bien de su obligación de celebrar su boda en la iglesia y que la boda civil solo responde a una exigencia legal terrenal. Entiendo que los que recurren a una boda delante de una autoridad civil tienen diversas razones.

Unos tienen poco aprecio del valor y dignidad de una ceremonia religiosa. Otros huyen del gasto exorbitante y de un espectáculo en que está envuelto comúnmente el rito eclesiástico.

Dentro del terreno ministerial en que me encuentro, las razones siempre tienen que ver con la situación migratoria. Algunos celebran su boda civil para solucionar una carencia documental que les permita resolver su estatus migratorio.

Otros lo hacen por lo civil primero y postergan lo eclesiástico para poder ahorrar dinero para cubrir los gastos para tener la boda con todo el lujo que sueñan.

Las razones pueden ser sustanciales pero todas redundan al mal entendimiento del sacramento del matrimonio. Muchos fieles ya se olvidan de la obligación de casarse en la iglesia.

Pude notar que la pareja se quedó pensativa y disgustada ante mi negativa de bendecir sus anillos. Por supuesto, insistieron en que hiciera la bendición pero me mantuve firme en mi posición precisamente para no enviar una señal errónea de facilitar un boda híbrida.

Por otro lado, aprovechando el hecho de que quieren hacer lo correcto, razón por la cual pidieron la bendición, les prometí mi ayuda para acompañarles en la preparación que les permita llevar su amor al nivel del sacramento. Al final los bendije individualmente —no como pareja— para que Dios les dé sabiduría y valentía de poner en práctica lo que nos enseña nuestra Madre, la Iglesia católica.

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Mons. Jonas Achacoso es canonista y autor de “Due Process in Church Administration. Canonical Norms and Standards”, Pamplona 2018. Es Juez Eclesiástico, Delegado de los Movimientos Eclesiales y Administrador de la Iglesia Corpus Christi (Woodside, NY). Su columna Derecho y vida puede leerse en la edición mensual de Nuestra Voz. Síguelo en Twitter.