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Sismo devastador destruye la costa ecuatoriana

El potente terremoto de 7,6 grados que cimbró la costa noroccidental de Ecuador dejó a decenas de ciudades enteras de la provincia de Manabí sumergidas bajo escombros con una cifra de hasta ahora 654 muertos, 68 desaparecidos, 16,601 heridos y más de 25,640 desplazados, según los datos oficiales de la Secretaría de Gestión de Riesgos del país.

El presidente de Ecuador Rafael Correa catalogó el sismo como “la tragedia más grande de los últimos 70 años”. Los informes de la prensa del país describían el terremoto como un “evento apocalíptico” que todos vivieron en “carne propia”. “El terremoto fue muy fuerte, violento, prolongado. Afectó mayormente a provincias de la costa. Hay dos lugares que quedaron destruidos: Portoviejo, capital de Manabí, y la parroquia Pedernales, que quedó casi borrada del mapa. En Guayaquil, donde vivo, se cayó un puente elevado y varios edificios”, me informo vía Facebook mi colega periodista Luis Soto Cavanna.

Pasadas las primeras 72 horas, las labores de rescate se tornaron rápidamente en una monumental misión de cubrir las necesidades básicas de los damnificados. De acuerdo a reportes de la prensa local, la entrega de víveres, agua, ropa y productos básicos —que llegaban por miles de los donativos de ciudadanos e instituciones internacionales—, se hacían de forma especial en las zonas destruidas de Manta, Pedernales o Portoviejo, donde las autoridades anunciaron que más de 6.600 casas serán demolidas.

El ministro de Defensa, Ricardo Patiño, explicó ante la prensa que habrá ayuda para toda la población que, “si bien no se ha visto directamente afectada por el sismo, sufre por los problemas de abastecimiento y la falta de agua”. Los desafíos que enfrentarán ahora las autoridades van desde la alimentación hasta la seguridad.

Y es que después del terremoto, hay hambre, desolación y saqueos y mucho temor. Un segundo fuerte terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter se registró a menos de una semana del primero en la misma región a la vez que miles de remezones se han producido a diario en las áreas ya devastadas.

Pero el trágico desastre natural ha producido innumerables réplicas de bondad en el mundo entero. La ayuda internacional se ha desbordado, con países como Francia y Estados Unidos enviando equipos humanos de rescate, medicamentos y víveres. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos llegó a la zona de desastre junto a su homólogo ecuatoriano a entregar personalmente alimentos y otros artículos de primera necesidad. Santos se comprometió a seguir ayudando en las tareas de reconstrucción y aseguró que su gobierno ayudará a su país vecino a levantarse de entre los escombros: “El pueblo colombiano y ecuatoriano no solo son amigos, son hermanos”.