Hablar a Dios con sus propias palabras, es la esencia de la oración realizada con los Salmos, el libro de la biblia que nos enseña a rezar, tal y como lo ha explicado hoy el Papa Francisco en la habitual catequesis desarrollada durante la Audiencia General de los miércoles, que en esta ocasión tuvo lugar en el Aula Pablo VI dada las condiciones climáticas de Roma.
Experiencias que brotan de la vida
Los salmos no son reflexiones abstractas “escritas en un escritorio,” dice Francisco, sino que “escuchamos las voces orantes de carne y hueso” porque “para rezar no hay que ir con el alma maquillada.”
Pero los salmos no se detienen en la experiencia del dolor, sino que nos enseñan el valor de la vida ayudándonos a “no volvernos adictos al dolor,” y continùa el Pontífice, “cuando nosotros rezamos, lo hacemos porque sabemos que somos valiosos a los ojos de Dios.”
La muerte también aparece entre los salmos como “la más irracional enemiga del hombre,” y el salmista confía en la intervención divina allí donde el hombre es impotente haciendo de la oración misma un camino de salvación.
El Señor escucha la oración
El Santo Padre nos recuerda que el Señor conoce a todos los hombres y para él ninguna persona es un extraño, por lo tanto escucha a todos. Esto no significa que todos los problemas se resuelvan, sino que se vuelven “más soportables.”
Finalmente el Papa advierte que la peor cosa que puede ocurrir a una persona “es sufrir en el abandono.” De esto es justamente de lo que Dios nos salva.
“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”. Usted conoce esta alabanza dirigida a las Tres Divinas Persona que se repite en el rosario y en la misa, pero quizá no sepa que se llama doxología —de los términos griegos (fama y alabanza).
La doxología es una frase de alabanza a la Gloria de Dios, en la que se ama al Señor por su grandeza, de manera desinteresada. No presenta la necesidad de una recompensa, como en las oraciones de súplica.
En las páginas de la Biblia y en la liturgia se pueden encontrar varios ejemplos, en especial en los salmos, los himnos bíblicos y el final de las epístolas apostólicas.
El libro de los Salmos ofrece un caso único. Este texto es el más largo de la Biblia, con 150 poesías para ser cantadas. El conjunto está dividido en cinco libros. Los cuatro primeros terminan con una doxología. En el quinto, su último salmo es la “doxología de las doxologías” con que se cierra magníficamente el salterio.
La autoría del Primer libro, salmos del 1 al 41, se atribuye a David, quien llama a Dios Yahvé. Su tema es el Hombre, del Génesis.
¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y para siempre! ¡Así sea! (Sal 41,14).
El Segundo libro, salmos del 42 al 72, se atribuye a David y a Coré. Dios es llamado Elohim. Su tema es la Liberación del Éxodo.
Bendito sea por siempre su nombre de gloria, que su gloria llene la tierra entera. ¡Amén! (Sal 72,19).
El Tercer libro, salmos del 73 al 89, está atribuida a Asaf. Yahvé/Elohim es el nombre usado para referirse de Dios. Su tema es el Templo del Levítico.
¡Bendito sea el Señor eternamente! ¡Amén, amén! (Sal 89,59).
El Cuarto libro, salmos 90 al 106, se atribuye a autores anónimos, quienes llaman a Dios Yahvé. Su tema es Peregrinos, de Números.
¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y para siempre!
Que todo el pueblo diga: ¡Amén, Aleluya! (Sal 106,48).
En el Quinto libro esta sección está atribuida a David. Su tema es la Ley del Deuteronomio.
1 ¡Aleluya! ¡Alaben a Dios en su santuario, alábenlo en el firmamento de su poder! 2 ¡Alábenlo por sus hechos portentosos, alábenlo por toda su grandeza! 3 ¡Alábenlo con el fragor del cuerno, alábenlo con arpas y con cítaras, 4 alábenlo con danzas y tamboriles, alábenlo con mandolinas y flautas, 5 alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con platillos triunfales! 6 ¡Alabe al Señor todo ser que respira! ¡Aleluya! (Sal 150,1-6).
Varias Cartas Pastorales terminan con una doxología:
¡A Dios, el único sabio, por medio de Cristo Jesús, a él sea la gloria por siempre! Amén. (Rm 16,25-27).
A Cristo Jesús, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Heb 13,20-21).
“En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra”… Así comienza la primera página de la Biblia, que trata de la creación del mundo. Como el Génesis es el primero de todos los libros, todo parece indicar que así comenzó a escribirse la Sagrada Escritura, pero ¿fue en realidad de este modo? ¿Se trata realmente del primer documento escrito? La respuesta no es sencilla, pues se ha investigado mucho sobre el cuándo y el cómo han ido apareciendo los Libros Santos.
Nos vamos a fijar exclusivamente en su primera obra, el Génesis. Después de años de estudio se ha descubierto que este libro está compuesto de distintos documentos o tradiciones. Que algunas de sus partes se escribieron en siglos diferentes. Que hubo varios autores. Que sus tradiciones varían en su contenido: Se cambian los nombres de Dios (Yahvé, Elohim) y se ofrecen distinto trato al reino del Norte, Israel, o al del Sur, Judá.
Se han llegado a establecer cuatro corrientes teológicas fundamentales, cada una con sus propias características.
La tradición Yahvista, llamada así por el empleo destacado en la misma del nombre de Yahvé, fue compuesta en Jerusalén, capital del Reino de Judá, de la que deben salir los reyes genuinos y el Mesías. Tiempo de composición, en torno al año 950, durante el reinado de Salomón. Característica, el uso casi exclusivo del nombre de Yahvé, cuando se trata de nombrar a Dios.
La tradición Elohista, que recibe su denominación por el uso que hace del nombre de Dios Elohim, se compuso en Reino de Israel, en torno al 750. Fueron muy críticos con la Dinastía de David y se enfocaron en la alianza del Sinaí. Una característica típica de este documento es su preferencia por el nombre de Elohim para designar a Dios.
La tradición Presbiteral o Sacerdotal: se compuso en torno al año 550, durante el destierro de Babilonia. Su contenido principal se centra en retornar a las instituciones (Jerusalén-templo-monarquía), las cuales favorecen el culto. Una de las principales características de este documento es la maestría en confeccionar genealogías.
La tradición Deuteronomista, caracterizada por el pensamiento cultual del sacerdocio israelita, tuvo su origen en el Reino del Norte a principio del siglo VII, y se afianzó durante el destierro de Babilonia. Reinterpreta la alianza mosaica, junto con la promesa y la justicia de Yahvé, ofreciendo una nueva esperanza nacional.
El papel del redactor o de los redactores del Pentateuco habría consistido en unir estos diferentes documentos, dándoles la unidad que tiene el actual Pentateuco.
Conclusiones
No debemos interpretrar por esto, que por aparecer primero en la Biblia, el Génesis fuera el primer libro escrito. Hay cantos, refranes, fragmentos de leyes, que son las partes más antiguas de la Biblia. Tampoco hay que pensar que el libro del Génesis ocupa el primer lugar por tener relatos de la creación del mundo.
Se sabe que el Génesis, primer libro del Pentateuco fue finalmente compuesto en torno al siglo V ante de Cristo. En él se encuentra una mezcla inmensa de tradiciones teológicas, algunas de ellas influenciadas por los mitos de creación de sus vecinos del Próximo Oriente.
Este libro no pretende explicar el cómo y el cuándo de la creación del mundo. Su versión es teológica y no científica.
Los judíos en sus fiestas religiosas concluyen siempre con la frase: “El año próximo en Jerusalén”. ¿Por qué esa fascinación por Jerusalén? ¿Cuál es el encanto de esa ciudad? ¿Qué tiene de especial para que todos los judíos se sientan magnetizados por ella? La respuesta es complicada, porque no son solo los judíos, sino los cristianos y musulmanes también sienten una veneración especial por la ciudad.
La larga historia de Jerusalén y su mejor narración se encuentra en la Biblia. Antiguamente, y nos situamos en más de dos mil años antes de Cristo, Jerusalén era la ciudad cananea llamada Urusalim («fundación del dios Salem»). Se la conoce por unos documentos del siglo XIV, conocidas como las “cartas de Tell-el-Amarna”.
El rey David conquista la ciudad y la convierte en la capital de su reino. Refuerza las murallas y construye su palacio con cedros del Líbano. Con el fin de unificar las tribus separadas, trae a la ciudad el Arca de la Alianza, símbolo de todo Israel. Jerusalén se convierte en el centro religioso, administrativo y militar de la nación. Hasta entonces, la liturgia y los cantores ejercían su ministerio ante la Morada de la Tienda de Reunión. Salomón
cumple los deseos de su padre y allí edifica la Casa de Yahvé encima del Monte Moria. Se consolidan todos los actos de culto del país en el grandioso santuario. Allí los fieles peregrinan para celebrar las fiestas de Pascua, de las gavillas y de los tabernáculos. Miles de empleados, sacerdotes, levitas, cantores, músicos, porteros, etc., sirven en el templo. Es en el santo recinto donde el pueblo canta los célebres y milenarios salmos.
Y, ¿por qué tanta atención a esta ciudad? Volvamos a la Biblia. No es fácil resumir lo que dicen los Libros Santos sobre Jerusalén, pues su nombre aparece más de 900 veces en la Sagrada Escritura. Pero ya desde el principio el Señor había prometido: “Instalaré mi nombre en Jerusalén”. Los reyes mandan mensajeros para que el pueblo lleve ofrendas a la Casa de Yahvé a Jerusalén, a fin de celebrar la Pascua en honor de Yahvé, el Dios de Israel.
El profeta Isaías al contemplar a Jerusalén, exclama:
¡Grita de contento y de alegría, oh Sión, porque grande es, en medio de ti, el Santo de Israel! Allí adorarán a Yahvé en el cerro santo de Jerusalén.
En otro momento anuncia:
¡Despierta, despierta, levántate, Sión! Vístete de fiesta,
Jerusalén, Ciudad Santa. Griten de alegría, ruinas de Jerusalén, porque Yavé se ha compadecido de su pueblo y ha rescatado a Jerusalén.
Profetizando sobre los últimos tiempos, dice:
Vendrán a verte y se inclinarán ante ti los hijos de los que te humillaban, y se echarán a tus pies los que te despreciaban. Te llamarán: “Ciudad de Yavé”, “Sión del Santo de Israel”.
De todos los pueblos traerán a todos tus hermanos dispersos como una ofrenda a Yahvé, a caballo,encarro,encarretas,a lomo de mula o de camello. Me los traerán a mi cerro santo en Jerusalén.
A Jerusalén la titulan “el trono de Yahvé”. El Señor mismo declara que su morada está en Jerusalén.
Y sabrán que yo soy Yahvé, su Dios, que habito en Sión, mi monte santo, y Jerusalén será un lugar santo. Mi amor por Jerusalén y por Sión es tan grande que llega a ser celoso.
Son los salmos que con más entusiasmo celebran Jerusalén, especialmente los cantos de peregrinos titulados “canción de las subidas” (los peregrinos suben a Jerusalén). Venían de tierras extranjeras. Al divisar a Jerusalén explotan de Júbilo:
¡Qué alegría cuando me dijeron: ¡Vamos a la casa del Señor! ¡Ya estamos a tus puertas, oh Jerusalén!
Otro salmo reconoce emocionado:
Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía estar soñando.
Su amor por Jerusalén lo describen así, gráficamente:
¡Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me seque la mano derecha! Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
La historia de Jesús está jalonada con frecuentes visitas al templo de Jerusalén. Sus padres lo presentan para su consagración. Más tarde se escapa al templo sin avisarles. En su vida adulta Jerusalén se convierte en el centro de sus actividades. El tiene que ir a Jerusalén para cumplir el plan del Padre, porque “allí matan a los profetas”. La ciudad le prepara una entrada triunfal, pero él ya lo anticipaba.
¡Jerusalén, Jerusalén, qué bien matas a los profetas y apedreas a los que Dios te envía!
El arresto del Señor, su juicio ante el Sanedrín, su crucifixión, muerte y resurrección, todos estos hechos tienen lugar en Jerusalén.
Es en la Ciudad Santa donde culmina el misterio de la salvación y comienza el tiempo de la Iglesia. El grupo de apóstoles, acompañados de María, reciben el Espíritu, por el que dan testimonio frente a una multitud de judíos. Allí nace la primera comunidad cristiana y allí mismo se celebrará el Concilio de Jerusalén.
Jerusalén, en definitiva, es la ciudad del Señor y donde usted puede ver sus pisadas, tocar la piedra donde pusieron su cadáver. En Jerusalén se siente uno más cerca de Jesús.
¿Ha soñado alguna vez en peregrinar a la Ciudad Santa?