Columna del Obispo

Todos somos peregrinos e inmigrantes

La 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado se cambió de la semana antes de la Epifanía a la última semana de septiembre, permitiéndonos darle un mayor protagonismo al celebrarla fuera de la temporada navideña. El tema de este año propuesto por nuestro Santo Padre, el papa Francisco, es “Como Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar”.

Cuán importante es este tema cuando recordamos la historia del Evangelio de Mateo sobre la huida de la Sagrada Familia a Egipto para salvar a Jesús de la furia infanticida del rey Herodes.

Lamentablemente, hoy muchas personas continúan huyendo. Este mensaje en específico está dedicado a los migrantes internos. Hemos visto en todo el mundo e incluso en nuestro propio país cuántos han sido desplazados por incendios forestales, huracanes, y en Beirut, en el Líbano, por una explosión devastadora.

Hablamos de cientos de miles de personas que han perdido sus hogares y les tomará un buen período de tiempo restablecerse. Se han convertido en migrantes ambientales.

Son personas desplazadas en su propio territorio. Las estadísticas mundiales son asombrosas en el sentido de que las Naciones Unidas estiman que más de 24 millones de personas son desplazados internos, en sus propios países de origen por diversas razones: persecución, guerra, desastres naturales y otros problemas.

El mensaje de este año nos recuerda que los migrantes no son necesariamente extranjeros, y pueden ser nuestros propios vecinos.

El mensaje de este año nos presenta el uso de la composición gramatical del Santo Padre y muestra su yuxtaposición de palabras. Por ejemplo, hay nuevos verbos que ahora el papa Francisco añade a acoger, proteger e integrar, de su mensaje de 2018. Los verbos agregados son: involucrar, cooperar y compartir.

Nuestro Santo Padre es realmente un buen maestro que nos da consejos prácticos para que tratemos de comprender la doctrina social de la Iglesia sobre la migración, que puede tender a ser malinterpretada.

El papa Francisco nos recuerda que antes debemos saber para poder comprender. Nuestro conocimiento de la inmigración no debe ser extraído de informes sensacionalistas.

No deberíamos quedarnos solamente con las estadísticas, que a veces pueden ser engañosas, sino también comprender a las personas que están detrás de esos números.

El Sumo Pontífice nos repite que es necesario estar cerca para poder servir. No podemos temer a los migrantes como si ellos fueran portadores de enfermedades o el enemigo que puede desplazarnos de nuestro propio puesto de trabajo.

Más bien, debemos acercarnos más a estas personas —aunque eso signifique un riesgo— para poderles lavar los pies como lo hizo Jesús a sus discípulos.

Para reconciliarnos, debemos escuchar. Dios mismo nos enseñó esto al enviar a Su Hijo al mundo que deseaba la reconciliación de toda la humanidad consigo mismo.

Por eso, debemos salir de nuestra zona de confort para escuchar a los migrantes, los desplazados y los descartados en nuestra sociedad. Porque al escucharlos, nos reconciliamos con ellos y con nuestro Creador.

Para crecer es necesario compartir. Compartir fue un elemento esencial de la primera comunidad cristiana. Ninguno de ellos se aferró a lo que tenía; tenían cosas en común.

Sobre la pandemia del coronavirus, el Santo Padre nos dice: “La pandemia nos ha recordado que todos estamos en el mismo barco. Darnos cuenta de que tenemos las mismas preocupaciones y temores comunes, nos ha demostrado, una vez más, que nadie se salva solo”. El coronavirus se ha convertido en el gran igualador.

Todos hemos sufrido sus efectos negativos, especialmente los que no están en domicilios permanentes.

Necesitamos involucrarnos para promover. El papa Francisco nos dice: “La pandemia nos ha recordado cuán esencial es la corresponsabilidad y que sólo con la colaboración de todos, incluso de las categorías a menudo subestimadas, es posible encarar la crisis. (…) Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad”. (Meditación en la Plaza de San Pedro, 27 de marzo de 2020).

Involucrarnos significa que no nos hacemos a un lado, sino que participamos activamente en la bienvenida a los migrantes, no solo de manera espiritual sino políticamente demostrando que entendamos el mandato del Señor, de que dar la bienvenida a un extraño significa darle la bienvenida a Él.

Nuevamente, es necesario cooperar para poder construir. Sí, sin cooperación, no podemos construir el Reino de Dios, que es nuestro deber común. Construimos el Reino de Dios reconociendo que el Reino no es nuestro, sino que pertenece a todos.

Como dice el Santo Padre: “Este no es un momento para el egocentrismo, porque el desafío que enfrentamos es compartido por todos, sin distinguir entre las personas”. (Mensaje Urbi et Orbi, 12 de abril de 2020).

Al ver el mundo de hoy, reconocemos que la migración, tanto internacional como nacional, es parte integral de la crisis de movilidad que encontramos en el mundo de hoy.

La Sagrada Escritura nos da mucho en qué pensar, así como las palabras del Santo Padre en esta doctrina social que nos anuncia. Debemos reconocer y hacer lo que esté en nuestras manos para mejorar la situación de quienes no tienen un hogar.

Como presidente de la junta del Centro de Estudios sobre Migración (CMS, por sus siglas en inglés) en la ciudad de Nueva York, nuestra gala anual —este año virtualmente— se llevó a cabo el martes 22 de septiembre.

Esta oportunidad anual permitió al CMS buscar apoyo para el maravilloso trabajo realizado por esta respetada organización inspirada por el Beato Giovanni Battista Scalabrini, quien trabajó en el mundo de los migrantes y continúa inspirando su trabajo.

El CMS estudia el fenómeno de la migración, publica una revista y otros folletos para informar a las personas sobre la realidad de la migración.

La gala del CMS de este año honró a dos sindicatos, y en especial a sus trabajadores inmigrantes que se han convertido en los primeros en responder. Primero, el Sindicato de Trabajadores del Transporte, cuya fuerza de trabajo multiétnica ha hecho que nuestros subways sean seguros para viajar, y el United Healthcare Workers East, cuyos miembros han estado en primera línea en nuestros hospitales y centros médicos.

Recientemente, el CMS realizó algunos estudios sobre la realidad de los trabajadores inmigrantes como primeros en responder. Reconocemos que en la ciudad de Nueva York, estas personas forman la columna vertebral de esta red de primeros auxilios que es tan importante para nosotros en nuestra gran ciudad.

Si desea contribuir a esta maravillosa organización, puede hacerlo visitando cmsny.org.

Mientras remamos mar adentro en el intento de comprender la realidad de la migración en nuestro mundo de hoy, en cierto sentido, todos nos convertimos en peregrinos y migrantes en un mundo cada vez más difícil de entender.

Les pido que se unan a mí en oración por todas las personas desplazadas, para que encuentren el apoyo necesario para continuar sus vidas en paz.