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Trabajadora diocesana recibe el premio “Juan Diego” otorgado por la Asociación Nacional del Apostolado Laical

Una trabajadora de la Diócesis de Brooklyn, conocida por su dedicación y profunda humildad, ha sido la elegida este año por la Asociación Nacional del Apostolado Laical (NALM, por sus siglas en inglés) para recibir el premio “Juan Diego”.

Nelsa I. Elías es la facilitadora del Programa Catequético de Acercamiento en el ministerio de Evangelización y Catequesis de la diócesis. Ella trabaja con sacerdotes, directores de educación (DREs, por sus siglas en inglés) y maestros voluntarios, asesorándolos sobre programas educativos para niños, desde kindergarten hasta octavo grado.

San Juan Diego, quien presenció la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, en México en 1531, es la inspiración para un premio nacional, que honra a los miembros del ministerio que inspiran a otros laicos a compartir el Evangelio.

Nelsa también se ha desempeñado en la junta directiva de la NALM, con sede en Chicago, que celebró una ceremonia virtual el pasado 10 de junio para entregar el premio. “Cuando recibí la llamada telefónica, me sorprendió mucho”, dijo Nelsa. “He sido miembro de la junta y de los comités de los premios, pero nunca pensé que también estaría en el otro extremo, en el del receptor. Me sentí y me siento muy honrada de recibir este premio, y me siento elogiada por la diócesis”.

Según la NALM, el premio “reconoce un testimonio sobresaliente del espíritu y los valores encarnados en la vida del laico Juan Diego, el primer santo de las Américas”.

Nelsa ha “demostrado su fe, paciencia y compromiso con los valores del Evangelio y ha sido una inspiración para que otros laicos acepten la responsabilidad como pueblo de Dios”, dijo la NALM en un comunicado.

La humilde aceptación del reconocimiento por parte de Nelsa es muy típica de ella, según sus compañeros de trabajo.

El padre Joseph R. Gibino, vicario del oficio de evangelización y catequesis, la describe como “catequista de los catequistas” y “la gran facilitadora”.

“Ella hace posible que los DREs planifiquen los programas para la formación en la fe continua para los niños”, dijo. “Su función es ayudar realmente a los directores de educación religiosa a trabajar con sus hijos y sus familias para dar vida al Evangelio, tanto en el aula como a través de programas orientados a la familia”.

El padre Gibino dijo que Nelsa trabaja con 186 programas educativos supervisados ​​por sacerdotes, administradores parroquiales o DREs.

“Ya te podrás imaginar que hay muchas fichas en juego y muchas personalidades”, dijo. “No es que sea tan difícil, como que requiere mucho tiempo, mucha paciencia y mucha energía. Estas funciones involucran también mucho papeleo. Cuando la gente tiene dudas, tenemos que responderles. Entonces eso requiere lectura. Una buena parte de mi día la paso leyendo documentos, organizando documentos, hablando con los párrrocos y los DREs, manteniendo el flujo de trabajo”.

Pero el personal de la oficina cuenta con menos de una docena de personas, por lo que los miembros del equipo con frecuencia colaboran para ayudarse entre sí, dijo el padre Gibino.

Aún así, Nelsa es siempre fiel cuando se trata de ponerse “manos a la obra”.

“La oficina es de total confianza y colaboración”, agregó. “Todos pertenecemos al apostolado, y eso nos ayuda a vencer los que pueden ser días realmente abrumadores. La secretaría supervisa todos los programas de formación en la fe de la diócesis. Así que nos ocupamos de la evangelización, la difusión del Evangelio y la catequesis: la formación en la fe. Nuestra oficina supervisa los programas de educación religiosa para niños y ministerios para jóvenes”.

“También supervisamos el Instituto del Espíritu Santo, que es la rama de formación en la fe de adultos que los prepara para trabajar con adultos”, añadió. “Y supervisamos todas las iniciativas provida. Así que somos una secretaría muy ocupada. Pero Nelsa es un maravilloso ejemplo de dedicación de un laico que trabaja por la difusión del Evangelio. Lee, estudia, es competente y está dispuesta a trabajar con todos los DREs. Todas esas cualidades salen a la luz cuando hablas de Nelsa”.

El padre Gibino dijo que el hecho de que Nelsa reciba el premio Juan Diego también es un reflejo de la excelencia en la diócesis.

“No podría estar más feliz por ella”, dijo. “Ella trae un honor a la diócesis y lo trae con dignidad”.

Nelsa I. Elías nació en Puerto Rico pero llegó a los Estados Unidos cuando era una bebé y creció en Brownsville, Brooklyn. Obtuvo una licenciatura en Historia en el Queens College. Más tarde se convirtió en asistente legal del American International Group (AIG) en Manhattan.

Pero en el año 2000, sintió el llamado de entrar al apostolado laical de la iglesia. Confiesa que el padre James Hughes fue uno de sus mentores, al igual que su madre, Anaida Elías, quien también le sirvió de inspiración.

“Ella es mi roca y ha sido mi modelo como persona de fe desde que yo le llegaba por las rodillas”, dijo Nelsa. También se inspira en su hijo, Noel Méndez, que es consultor de TI en Brooklyn.

La Diócesis de Brooklyn la contrató para servir en varios roles del ministerio laical. Completó el Programa de Apostolado Laical diocesano en 2003. Luego obtuvo una maestría en Teología de la Universidad de St. John, en Jamaica, Queens.

El padre Hughes se desempeña actualmente como vicario parroquial de la iglesia Corpus Christi, en Woodside, Queens. “Siempre he admirado su celo por servir a la iglesia y desarrollar el ministerio laical aquí en la diócesis en todos los niveles”, dijo el sacerdote. “Como laica, mujer y latina, siento que ella es un modelo clave para los demás”.

Nelsa es miembro de la parroquia Our Lady of the Angelus en Rego Park, Queens. Y aunque no le gusta hablar de sí misma, confiesa que está feliz de compartir las bendiciones que el trabajo le ha dado.

“Mi puesto requiere que haga muchos informes”, dijo, “pero siento que la parte más gratificante de mi trabajo es acompañar a los DREs en sus viajes ministeriales, ya sean nuevos o experimentados. El papa Francisco nos recuerda que debemos ser una iglesia que acompañe a otras personas, y el padre Gibino está absolutamente de acuerdo con eso”.

Nelsa explicó además que “acompañar a las personas” significa “ser una fuente de aliento, escuchar, ayudarlos a tener una perspectiva más amplia”.

“A veces la gente se siente abrumada”, dijo, “entonces yo trato de ayudarlos a descubrir la parte buena de lo que están haciendo. Intento ayudarlos a encontrar su talento. Ya lo tienen; solo necesitan que alguien se los muestre”.