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Un robot atiende en la Farmacia del Papa

Un robot BD Rowa automatizado ha aparecido en la histórica Farmacia Vaticana   que busca responder a las nuevas exigencias y necesidades, causando una verdadera revolución en el modo de trabajar tanto en la venta de productos como en el importante deposito de este servicio brindado por la ciudad gobernada por el Papa.

Ciertamente para muchos, este puede resultar un servicio poco conocido, pero es muy famoso en toda Italia, al punto de ser catalogada como la ‘farmacia más visitada del mundo’ ya que recibe alrededor de 2000 clientes por día entre dependientes de la Santa Sede y visitantes externos.

La elección del director, hermano Binish Thomas Mulackal, – informa el Osservatore Romano, “es parte de un giro irreversible”. Con la adopción de soluciones de automatización y digitalización, la gestión de almacenes se vuelve ágil y rápida. Cuando todo esté en funcionamiento, ya no necesitará hacer un inventario al final del año.

La historia de la Farmacia Vaticana se inicia cuando a fines del Siglo XIX el papa estaba en disputa con el gobierno italiano sobre la soberanía de la Santa Sede, problema que mantuvo a los pontífices encerrados en el Vaticano desde 1870 hasta 1929. Entonces, el hermano Eusebio Ludvig Fronmen, ya director de la farmacia en el hospital San Giovanni di Dio en la isla de Tiber, abrió un pequeño almacén en un edificio dentro de aquella ciudadela para mantener medicamentos a la mano para el papa y los funcionarios de la curia.

Farmacia Vaticana
Logo Farmacia Vaticana, un robot atiende en el Vaticano

En 1929, después de los Pactos de Letrán, la Farmacia del Vaticano se trasladó a un lugar más adecuado, en el Palacio Belvedere, donde aún reside bajo la guía de la comunidad continua de la Orden de los Hermanos de los Hospitalarios de San Juan de Dios, la farmacia comenzó a contratar farmacéuticos legos hace mas de 30 años.

Los empleados no tienen que lidiar con los problemas de objeción de conciencia que otros farmacéuticos católicos podrían enfrentar porque la farmacia del Vaticano no almacena ni vende ningún producto cuyo propósito sea “contrario a la vida”, como anticonceptivos y abortivos.

La farmacia vende, ademas de medicamentos, productos de belleza, perfumes y los elixires caseros de los hermanos, como el licor de anís; Cinchona Iron, una destilación hecha de quinina; una colonia con olor “muy suave”; y una cura para la caspa.

La farmacia del Vaticano es el único lugar en Italia donde las personas pueden comprar, con una receta médica adecuada, productos farmacéuticos extranjeros o recién lanzados que aún no han llegado a las farmacias locales ya que mientras la burocracia italiana puede retrasar la aprobación de la venta de una droga en el país, el Estado de la Ciudad del Vaticano puede comprar directamente de fabricantes internacionales medicamentos que hayan pasado los estándares y la aprobación de otras naciones.

Los precios de muchos productos son menos costosos, del 12 al 25%, en comparación con los de las farmacias de la vecina Italia ya que la Ciudad del Vaticano no impone impuestos.

Si bien la farmacia está abierta al público, quienes no trabajan en el Vaticano deben pasar por una oficina de registro especial cuando ingresan a la Ciudad del Vaticano. Allí deben mostrar una receta médica reciente y una identificación válida para recibir un pase temporal que les permita dirigirse a la farmacia.