FLATLANDS — Una amistad fuera de lo común entre un Familia de Brooklyn y un grupo de monjas de clausura viviendo en un monasterio, ha durado más de dos décadas y todavía continúa hoy.
Esta es la historia de la Familia Antonio y las hermanas Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará. Las hermanas, que vinieron a Estados Unidos desde Argentina para vivir en la Diócesis de Brooklyn, solo hablaban un inglés limitado cuando conocieron a Ed y Paula Antonio hace 23 años. Los Antonios no hablaban español. Sin embargo, Ed y Paula “adoptaron” a las monjas, según afirma su hijo EJ Antonio. Ej contó que sus padres donaban cada mes alimentos y artículos para el hogar.
La Madre María Guadalupano SSVM, superiora de la comunidad, se refirió a Ed y Paula Antonio como “gente maravillosa, gente noble,” y dijo que las hermanas están agradecidas por la amistad con la pareja. “Son personas inspiradoras porque rezan”, agregó.
La amistad era tal que cuando los Antonios celebraron su 50 aniversario de bodas en 2012, eligieron para conmemorar la ocasión el monasterio de las hermanas y trajeron toda su familia extendida con ellos. Las hermanas cocinaron para todo el grupo.
Ed falleció en 2020 de COVID y Paula sufrió un accidente cerebrovascular debilitante a principios de este año. Sin embargo, la tradición de donar comida a las hermanas que Ed y Paula comenzaron hace dos décadas, continuará bajo el mando de EJ Antonio y otros miembros de la familia, quienes planean seguir con las entregas mensuales.
“No puedo compararme con lo que hicieron mis padres; ellos dejaron un buen ejemplo a seguir”, dijo EJ Antonio. Las entregas, y la amistad, comenzaron cuando las hermanas vivían en el convento de la Iglesia de Santo Tomás de Aquino, en Flatlands, Brooklyn, y Ed y Paula Antonio eran feligreses de la iglesia.
Dado que las Servidoras del Señor y de la Virgen Matará son una comunidad religiosa contemplativa de clausura, las hermanas no interactuaban mucho con los feligreses, viviendo sus vidas dedicadas a la oración detrás de las paredes del convento. Sin embargo, un día, las hermanas estaban disfrutando de un período de recreación en el patio del convento cuando la pequeña Gabriella Antonio (la hija de EJ y la nieta de Ed y Paula) corrió a la cerca y comenzó a hablar con las hermanas. “Ella habló en español. ¡Las hermanas estaban encantadas! Amamos a los niños y aquí estaba esta preciosa niña hablándoles en su idioma,” dijo sor Marie De La Trinite SSVM, que no estaba allí en ese momento, pero que más tarde se enteró del encuentro.
Paula se armó de valor para pedir a las hermanas un favor especial. EJ Antonio recordó que “hace años, mi hermana Lynne tuvo trillizos, y uno de ellos estaba enfermo. Mis hijos hablan español y por eso a través de mis niños subiendo a la cerca y hablando con las hermanas y traduciendo a mi madre, se hizo logró una conexión. Mi madre pidió a las hermanas que rezaran por el trillizo que estaba teniendo una cirugía muy seria”.
El trillizo, cuyo nombre la familia prefirió no publicar, sobrevivió a la cirugía y los Antonio expresaron su agradecimiento a las hermanas donándoles alimentos.
“Todos los meses, mi madre y mi padre iban a grandes tiendas como JETRO y Costco a comprar todo para ellas y luego lo entregaban. Mi madre hizo eso hasta dos semanas antes de su accidente cerebrovascular”, recordó EJ Antonio.
En 2011, las hermanas tuvieron que abandonar el convento de Santo Tomás porque el edificio necesitaba renovaciones extensas. Se trasladaron al Monasterio de la Preciosísima Sangre en Fort Hamilton Parkway en Borough Park. Los Antonios, quien en ese momento se habían mudado de Brooklyn a Belle Harbour, continuaron con las entregas de alimentos.
Y no se trataba solo de entregas de comestibles, dijo la hermana Marie. “Nos traían comida en las vacaciones. Si era un Año Nuevo Lunar, nos traían comida china. En el día de San Patricio, teníamos carne en conserva. ¡Nos mimaron!”, dijo la hermana.
“Eran más que amigos. Eran como nuestros padres”, añadió la hermana Marie. Las hermanas lloraron cuando Ed murió hace dos años y cuando Paula sufrió el derrame cerebral, rezaron por ella. Ella está recuperándose, pero todavía tiene un largo camino por delante, dijo su hijo.
Según EJ Antonio, la generosidad de la pareja hacia las hermanas era parte de su filosofía general de dar a los demás.
Los Antonios, que se casaron en la Iglesia de San Marcos en Sheepshead Bay, y estuvieron activos en la Academia Católica de St. Mark, donde Ed trabajó en la junta directiva. Después, se mudaron de Sheepshead Bay y se unieron a la Iglesia de Santo Tomás de Aquino en Flatlands, convirtiéndose en feligreses activos allí. Ed era caballero del Santo Sepulcro y Paula pertenecía a sus damas auxiliares. Ed ejerció como maestro de ceremonias en la cena anual de la iglesia. Paula, por otra parte, organizaba actividades de recaudación de fondos con ocasión de la cena. Ed también se desempeñó como líder de los Boy Scouts en la parroquia. Además, la pareja también participaba activamente en el Consejo Comunal de Distrito número 63.
“Mis padres siempre estuvieron involucrados en la iglesia y en la comunidad. Eso era lo primero para ellos”, explicó Ej. “Y ellos también nos enseñaron eso”, agregó.