BALTIMORE (CNS)—. Por exhortación del Vaticano, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) no votará en dos propuestas que iban a debatir en su reunión en Baltimore sobre su respuesta a la crisis de abuso sexual por parte del clero.
El cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston, presidente de USCCB, informó a los obispos — al comenzar su asamblea general de otoño el 12 de noviembre — que el Vaticano quería que los obispos demoren cualquier votación hasta después de una reunión en febrero entre el papa y los presidentes de las conferencias de obispos del mundo que se enfocará en abordar el abuso por parte del clero.
De este modo se ven afectadas las propuestas para la normativa de conducta episcopal y la formación de una comisión especial para la revisión de denuncias contra los obispos por violaciones a las normas.
El cardenal DiNardo dijo que estaba decepcionado porque no se tomarían medidas durante la asamblea, pero tenia esperanza de que la demora “mejorará nuestra respuesta a la crisis que encaramos”.
El anuncio del cardenal ocurrió dos días después de que el papa Francisco se reuniera en el Vaticano con el arzobispo Christophe Pierre, nuncio apostólico ante los Estados Unidos. El arzobispo Pierre regresó a los Estados Unidos el 11 de noviembre a tiempo para el primer día de la asamblea general de otoño de los obispos de Estados Unidos en Baltimore.
Sin embargo, durante una conferencia de prensa al mediodía, el cardenal DiNardo dijo que la solicitud de demorar la iniciativa surgió de la Congregación para los Obispos.
La asamblea planeaba avanzar con el debate de ambas propuestas del comité administrativo de los obispos.
El comité administrativo está conformado por directivos, presidentes y representantes regionales de la USCCB. El comité, el cual se reúne en marzo y septiembre, es la mayor autoridad de la USCCB al margen del pleno cuerpo de los obispos, cuando ellos se reúnen para sus asambleas generales de otoño y primavera.
En respuesta, el cardenal Blase J. Cupich de Chicago sugirió que la asamblea general avance con su debate de las dos propuestas. También pidió que se realice una asamblea especial en marzo para examinar las medidas y votar, luego de ser informados sobre los resultados de la reunión de febrero en Roma.
“Está claro que la Santa Sede está tomando muy en serio la crisis de abuso dentro de la iglesia”, expresó el cardenal Cupich, a la vez que agregó que la reunión de febrero ha de ser “un momento decisivo” en la historia de la iglesia.
“Tenemos que estar claros dónde estamos y decirle a nuestra gente dónde estamos”, dijo.
Posteriormente en la sesión matutina, sólo antes de que la asamblea fuera aplazada por un día de oración y penitencia, el cardenal DiNardo inició su discurso presidencial señalando la debilidad dentro de la iglesia que ha llevado a la crisis de abuso por parte del clero.
Citando las palabras de san Agustín reiteradamente, dijo: “Para que la debilidad pueda fortalecerse, la fortaleza se volvió debilidad”.
El cardenal llamó a la acción para sacar a la entera hermandad de obispos de un lugar de debilidad que ha permitido que exista la crisis de abuso sexual por parte del clero.
Mientras no se emita ningún voto en cuanto a específicas iniciativas en la reunión, dijo que las deliberaciones que los obispos realicen los ubicarían en el camino de la sanación para la iglesia y para las víctimas de abuso.
También mencionó su propia debilidad en relación con las víctimas, diciendo: “Donde yo no he estado atento o alerta a sus necesidades, donde sea que he fallado, estoy profundamente arrepentido”.
El cardenal DiNardo instó a los obispos a adentrarse ellos mismos en la vida y enseñanza de Jesús para llevar a la iglesia y a las víctimas de abuso hacia la sanación. También les pidió a los obispos que se enfoquen en las necesidades de las víctimas, de modo que “nuestro ejemplo no aleje a ninguna persona del Señor”.
Además dijo que los obispos deben ser tan responsables como cualquier otro en el ministerio de la iglesia y que ellos, como sacerdotes y otros trabajadores de la iglesia, deben apegarse a las mismas normas de conducta identificadas en “el Capítulo para la protección de los niños y jóvenes”.
“Que seamos recordados como guardianes del abusado o del abusador, será determinado por nuestras acciones empezando desde esta semana y los meses por delante. Acerquémonos a Cristo hoy sacrificando por él nuestras propias ambiciones y de inmediato rindámonos totalmente a lo que él nos pide en cuanto a justicia y amor”, dijo.
En su discurso de siete minutos, el cardenal compartió lo que leyó de san Agustín cuando advertía de que hay dos extremos que representan peligros para mantenerse fiel a Cristo — la desesperanza y la arrogancia.
“Nosotros y la feligresía podemos caer en el desanimo creyendo que no hay esperanza para la iglesia o para un buen cambio en la iglesia. También podemos creer que no hay esperanza de sanación de esos pecados”, dijo.
“Pero debemos siempre recordar que hay una cosa llamada fe confiada y nos lleva a nuestro camino actual. Esta fe confiada nos provee las bases, bases para una memoria viva. Nuestra gente necesita esta memoria viva de esperanza”, dijo.
La arrogancia puede adormecer a la iglesia en la inactividad, agregó, “al suponer que esto pasara, que esas cosas simplemente retornarán a la normalidad por su propia cuenta. Algunos pueden decir que se trata enteramente de una crisis del pasado y no lo es. Nunca debemos victimizar a los afectados otra vez demandando que sanen en nuestra escala de tiempo”.
Aunque la mayoría de los incidentes de abuso ocurrieron hace décadas, el dolor entre las víctimas “es a diario y sigue presente”, continuó el cardenal y advirtió que no hay que dejar rezagada a la gente que ha sido lastimada por el clero.
“Por la justicia, debemos buscar a cada niño de Dios cuya inocencia se ha perdido debido a un horrible depredador en algún momento, hace décadas o este mismo día”, expresó el cardenal DiNardo.
Explicó que la sanación puede darse por medio del perdón, y agregó: “No solo tengamos la voluntad, sino también estemos listos y dispuestos a pedir perdón”.
“Combatir la perversidad del asalto sexual en la iglesia requerirá de todos nuestros recursos espirituales y físicos”, agregó. “Debemos acercarnos a Cristo con nuestro dolor, en humildad y arrepentimiento para escuchar mejor su voz y discernir su voluntad. Sólo después de escuchar podremos hacer los cambios necesarios, los cambios que el pueblo de Dios está legítimamente demandando”.