WASHINGTON (Por Rhina Guidos/CNS)—. Jesús estaría “indignado” y haría rendir cuentas a los responsables de las acciones y políticas de inmigración en la frontera EEUU-México que han ocasionado la muerte de por lo menos cinco niños, expresó la hermana Marie Lucey de la Red de Acción Franciscana, entre varios líderes religiosos que el 23 de mayo participaron en una vigilia en memoria de los pequeños migrantes.
“Sabemos sus nombres y los recordamos”, dijo la hermana Lucey de la congregación de las hermanas de san Francisco de Filadelfia, quien se unió a otros grupos cristianos, junto con líderes religiosos judíos y musulmanes, y miembros de sus comunidades de fe en una capilla en el edificio United Methodist Church en Washington para hablar sobre las muertes de Carlos Hernández Vásquez de 16 años, Felipe Alonzo Gómez de 8 años, Jakelin Caal de 7 años, Wilmer Ramírez Vásquez de 2 años y una niña de 10 años de El Salvador que murió el año pasado pero cuyo nombre aún no ha sido difundido.
Aunque cada menor falleció bajo diferentes circunstancias, ellos estaban bajo la custodia de funcionarios de inmigración de Estados Unidos al momento de su muerte.
Los niños deben ser bienvenidos a los Estados Unidos con una sonrisa, una botella de agua, refrigerio y un examen médico –dijo el senador Jeff Merkley (D-OR), quien se hizo presente en la vigilia a solo unos pocos metros del capitolio estadounidense al mismo tiempo que el secretario interino de Seguridad Nacional Kevin McAleenan estaba testificando ante el comité de asuntos gubernamentales y de seguridad nacional del Senado para pedir más fondos del presupuesto federal 2020 para la agencia. Los legisladores negaron ese día los $4.5 miles de millones que la Casa Blanca estaba solicitando para que la ayuda humanitaria en la frontera sea incluida en un proyecto de ley federal sobre desastres y habrían incluido $1.1 mil millones para operaciones en la frontera. Los que se oponen a la asistencia dijeron que no están de acuerdo porque iba a ser utilizada para incrementar las detenciones familiares.
“En este momento, la antorcha de la estatua de la libertad ya no está encendida”, dijo el senador Merkley, añadiendo que en el pasado, el país le daba la bienvenida a aquellos que huían del hambre, la persecución religiosa y otros peligros, igual que los migrantes de hoy en la frontera.
La hermana Lucey les pidió a los participantes que recen para que los legisladores vean a los migrantes “como seres humanos que necesitan protección” y para que vean en ellos “a sus hijos, a sus nietos”.
Los miembros de la red, un grupo católico que cabildea por la justicia social, leyeron un poema en inglés y español sobre una pequeña que murió bajo la supervisión de la patrulla fronteriza:
“Pequeñita saliste con esperanza durmiendo aún en los brazos de tu padre. Con una gran ilusión de ir a la escuela, pero caíste en los brazos de la migra. Deshidratada no hubo agua. Por noches lloraste, seguro quejándote.
Conociste el gemir de Cristo, ‘mi Dios, mi Dios, ¿por qué me has abandonado?’ Y cuando al hospital llegaste, fue muy tarde”.
El rabino Jason Kimelman-Block, del grupo de acción judía Dobla el Arco (Bend the Arc Jewish Action), dijo que aunque “llegamos demasiado tarde para Carlos, Wilmer, Jakelin, demasiado tarde para Juan”, es importante tomar acción “para detener la crueldad” y contactar a los congresistas en nombre de otros niños en peligro en la frontera.
Juanita Cabrera López, de la Liga Internacional Maya, también recordó a Claudia Gómez de 20 años, una mujer indígena de Guatemala que murió por un disparo de un agente de la patrulla fronteriza el año pasado. Dijo que mientras los líderes religiosos estaban participando en la vigilia, la familia de Gómez estaba en una Misa en Guatemala, conmemorando el primer aniversario de su muerte que ocurrió el 23 de mayo del 2018. Así como Carlos, Felipe, Jakelin, Juan –los niños indígenas guatemaltecos que murieron bajo custodia federal en la frontera–, Gómez también era parte de una comunidad indígena, pueblos que a menudo enfrentan la discriminación, el racismo y la falta de oportunidades en su tierra –dijo Cabrera.
“Cada niño indígena es forzado a migrar porque son los más afectados por siglos de inequidad estructural y discriminación en Guatemala”, dijo.
Les pidió a los miembros de las organizaciones religiosas presentes que “sigan apoyando a los mayas y actúen con compasión, humanidad, dignidad y verdad mientras demandamos respuestas, responsabilidades y justicia para nuestros niños. Debemos mantenernos del lado correcto de la historia, por Claudia y por todos nuestros niños robados, vidas que se han fusionado con el cosmos”.
Este año, el obispo Mark J. Seitz, de la Diócesis de El Paso, le dio al papa Francisco estampas de Jakelin y Felipe durante una visita al Vaticano en abril.
Jakelin murió en el Hospital de Niños de El Paso en diciembre del 2018, luego de que ella y su padre fueron detenidos por agentes de la patrulla fronteriza. Un informe de la autopsia señala que murió de una infección de bacteria y algunos se cuestionan si una intervención médica a tiempo le habría salvado la vida a la pequeña de 7 años. Felipe también fue detenido con su padre en El Paso el diciembre pasado y falleció de gripe en nochebuena en un hospital en Nuevo Mexico.