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“¡Viva Cristo Rey!” Las últimas palabras de un joven santo en la rebelión cristera en México

*Por Bill Miller

Los combatientes cristeros (arriba) solían ser adultos, pero San José Sánchez del Río tenía solo 14 años cuando fue martirizado durante la rebelión. (Foto: Wikimedia Commons)

OZONE PARK — El padre Baltazar Sánchez-Alonzo recordó cómo, hace alrededor de una década, caminó un sendero de 500 metros —casi un tercio de milla— que, en 1928, recorrió un adolescente con los pies ensangrentados.

Esto ocurrió en Sahuayo, Michoacán, México, la ciudad natal de José Luis Sánchez del Río, el joven de 14 años que fue golpeado y amenazado de muerte si no obedecía la orden del gobierno federal de negar a Jesucristo.

Él se negó, por lo que sus verdugos le cortaron las plantas de los pies y lo obligaron a marchar hasta el cementerio de la ciudad.

El padre Sánchez-Alonzo, párroco de St. Mary Gate of Heaven Parish, en Ozone Park, contó que realizó esa visita a Sahuayo mientras pasaba unos días con su familia en Zacatecas, a unos 360 kilómetros al norte. Dijo que fue una experiencia profunda recorrer el camino de la muerte de José, quien se convirtió en mártir y santo.

“Durante todo el trayecto uno puede imaginar el dolor y la sangre mientras él avanzaba”, expresó.

El padre Sánchez-Alonzo es coordinador del Apostolado Mexicano de la Diócesis de Brooklyn.

San José Luis Sánchez del Río
(Foto: Wikimedia Commons)

Explicó que San José Sánchez del Río fue uno de los miles de católicos mexicanos que se opusieron al gobierno federal durante la Rebelión Cristera (1926-1929).

El conflicto surgió, señaló, a raíz de la nueva constitución del país, promulgada en 1917, que declaró subversivas a las religiones. Una década más tarde, los promotores de esa constitución —encabezados por el presidente Plutarco Elías Calles— calificaron a la fe católica como una influencia extranjera que interfería en los asuntos nacionales.

“Este presidente trató de aplicar una ley contra la Iglesia, porque el país se había declarado sin religión”, explicó el sacerdote. “Pero era algo contradictorio”.

La contradicción, dijo, residía en que la mayoría del país era casi totalmente católica. “Ante esa situación político-social, los católicos protestaron”, añadió. “Y fue entonces cuando estalló la guerra civil en México.”

El presidente Calles ordenó la confiscación de los bienes eclesiásticos, el cierre de escuelas y conventos religiosos, y el exilio o ejecución de numerosos sacerdotes. El padre Sánchez-Alonzo señaló que los católicos se dividieron en dos grupos: los manifestantes pacíficos y los que tomaron las armas.

Padre Baltazar Sánchez-Alonzo (Foto: Cortesía de la Diócesis de Brooklyn)

José deseaba unirse a sus dos hermanos mayores en el campamento del general Prudencio Mendoza Alcázar, pero su madre se opuso, diciéndole que era demasiado joven para luchar. Según la biografía oficial del santo publicada por el Vaticano, José respondió:

“Mamá, no me dejes perder la oportunidad de ganar el Cielo tan fácil y tan pronto.”

Finalmente, José llegó al cuartel del general Mendoza, quien también dudó por su edad. Sin embargo, el joven insistió en su deseo de servir a Cristo, y el general accedió.

Le asignó portar la bandera del grupo, en la que se leía:

“¡Viva Cristo Rey y Nuestra Señora de Guadalupe!”

En enero de 1928, las fuerzas del general Mendoza combatieron cerca de Sahuayo, pero José fue capturado por las tropas federales, tras haber entregado su caballo a otro cristero.

El padre Sánchez explicó que la iglesia donde José había sido bautizado fue convertida en prisión militar, y el muchacho fue recluido en la sacristía.

Los soldados le exigieron que renegara de Cristo. Al negarse, comenzaron las torturas. El 10 de febrero, le cortaron las plantas de los pies y lo obligaron a caminar hacia el cementerio de la ciudad.

La bandera que llevaba San José Sánchez del Río en la rebelión cristera tenía el lema “¡Viva Cristo Rey y Nuestra Señora de Guadalupe!” (Foto: Wikimedia Commons)

Al final de la dolorosa caminata, José recibió una última oportunidad de renegar de Cristo.

Su respuesta fue firme:

“¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Nuestra Señora de Guadalupe!”

Por esa valentía, el adolescente fue martirizado. En 2016, fue proclamado santo. Se unió así a otros 25 mártires cristeros, en su mayoría sacerdotes, canonizados conjuntamente en el año 2000.

El padre Sánchez dijo que no conoce ninguna actividad juvenil local dedicada a “Joselito”, como cariñosamente lo llaman. Sin embargo, suele hablar de él cuando se dirige a los grupos guadalupanos de la diócesis. Lo considera un modelo importante para los jóvenes, junto con el recientemente canonizado San Carlo Acutis.

“Creo que los adolescentes necesitan modelos de su propia edad”, dijo. “Porque muchas veces piensan que la religión es solo para los mayores. Pero cuando les mostramos jóvenes que dieron su vida por Jesús, les decimos: ‘Aquí hay personas como ustedes que vivieron su fe y dieron la vida por el Evangelio.’”

Entre los admiradores modernos del santo está John Meyo, de 15 años, monaguillo en St. Mary Gate of Heaven Parish.

“Solo escuchar su historia me recuerda cómo los católicos luchan por lo que es correcto con la fe”, comentó John. “Creo que Dios nos ha dado todo, y por eso merece algo a cambio. Tal vez no sea un sacrificio tan grande como el de José, pero si es puro en el corazón, es algo grande.”

La beatificación de José Luis Sánchez del Río se celebró el 20 de noviembre de 2005 en Guadalajara, México. Fue canonizado por el papa Francisco el 16 de octubre de 2016 en el Vaticano. (Foto: Wikimedia Commons)