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BAGDAD (CNS) — El papa Francisco dijo a los cristianos iraquíes que cuando sufren discriminación, persecución o guerra, las bienaventuranzas se refieren a ellos.
“Por mucho que el mundo nos quite, nunca será nada comparado con el amor tierno y paciente con el que el Señor cumple sus promesas”, dijo el Papa a la congregación reunida dentro y fuera de la Catedral Católica Caldea de San José el 6 de marzo.
“Querida hermana, querida hermano, tal vez cuando te miras las manos parecen vacías, tal vez te sientas desanimado e insatisfecho con la vida”, dijo en su homilía. “Si es así, no temas: las bienaventuranzas son para ti, para ti que estás afligido, que tienes hambre y sed de justicia, que eres perseguido. El Señor te promete que tu nombre está escrito en su corazón, escrito en el cielo”.
Según el Vaticano, esta es la primera Eucaristía celebrada por el Papa según el rito de la Iglesia caldea. Mientras el pontífice recitaba las oraciones en italiano, el cardenal Louis Sako, patriarca caldeo, y los miembros de la congregación oraban en caldeo, una lengua moderna derivada del arameo. Las lecturas de la Biblia fueron proclamadas en árabe.
El presidente iraquí Barham Salih y el ministro de Relaciones Exteriores Fuad Hussein también asistieron a la liturgia, que incluyó una oración por los funcionarios del gobierno en la que se pedía a Dios que los ayude a ser “ejemplos de honestidad para el bien común” y “saber cómo colaborar por un mundo renovado en el que reine la libertad y la armonía”.
Una de las oraciones de los fieles, recitada en árabe, se hizo eco de la homilía del Papa. “Padre benevolente, sustenta a tu santa iglesia con la fuerza del Espíritu para que sea testigo valiente de Cristo y sea para nuestro país signo de reconciliación y solidaridad entre todos los hijos de Abraham, nuestro padre en la fe”.
En su homilía, el Papa dijo que si bien “a los ojos del mundo, se descarta a los que tienen menos, mientras que a los que tienen más se les privilegia”, no es así con Dios, lo que Jesús dejó claro en las bienaventuranzas.
Jesús cambió el orden mundano de las cosas, dijo el Papa. “Ya no son los ricos los elegidos, sino los pobres de espíritu; no los que pueden imponer su voluntad a los demás, sino los que son amables con todos; no los aclamados por la multitud, sino los que muestran misericordia a sus hermano y sus hermanas”.
“Los pobres, los que lloran, los perseguidos son todos llamados bienaventurados”, dijo, no los ricos y poderosos.
Las bienaventuranzas “no nos piden que hagamos cosas extraordinarias, hazañas más allá de nuestras capacidades”, dijo el Papa. Pero “nos piden dar testimonio diario”.
“Los bienaventurados son los que viven con humildad, que muestran misericordia dondequiera que se encuentren, que son puros de corazón dondequiera que vivan”, afirmó el Papa.
Las bienaventuranzas no son un llamado a un momento heroico, sino a imitar a Jesús todos los días, añadió. “Así es como se cambia el mundo: no por el poder y la fuerza, sino por las bienaventuranzas”.
La misa fue el último evento público de un día en el que el papa Francisco viajó a Nayaf, un centro de poder espiritual y político para los musulmanes chiítas iraquíes a reunirse con el gran ayatolá Ali al-Sistani, y luego a Ur, la ciudad natal de Abraham, a unas 10 millas de Nasiriyah. El 7 de marzo tiene previsto viajar a la región iraquí del Kurdistán, donde visitará Irbil, Mosul y Qaraqosh, ciudades devastadas bajo el gobierno del Estado Islámico (ISIS). Allí, el Papa tiene previsto reunirse con algunos de los cristianos que han regresado a la región para intentar reconstruirla.