Como cada miércoles en este tiempo de pandemia, el Santo Padre comenzó la Catequesis acompañado de unas pocas personas en la la Biblioteca del Palacio Apostólico, en esta ocasión el tema previsto era la oración de Abraham, pero el Papa Francisco no quiso dejar pasar la oportunidad sin hacerse eco de las recientes intervenciones de los obispos de Estados Unidos, que expresaron su comprensión por la indignación de la comunidad afroamericana al señalar cómo se ha tolerado el racismo durante demasiado tiempo, pero también cómo la violencia es autodestructiva.
Abraham cree y lo deja todo
El Papa comienza su catequesis recordando que la vocación de Abraham comienza con la escucha de una voz que le pide una renuncia radical “escucha una voz que lo invita a embarcarse en un camino absurdo.” Abraham obedece a esa voz, porque le cree, porque confía en ella, en la Palabra que sale de la boca de Dios.
Abraham hombre de la Palabra
La escucha de Abraham y su obediencia son tan profundas que el mismo se vuelve la encarnación de la promesa que Dios le hace. El Papa asegura que ese es el destino del creyente: ” la vida del creyente comienza a concebirse como una vocación, es decir, como un llamado, como un lugar donde se cumple una promesa; y se mueve en el mundo no tanto bajo el peso de un enigma, sino con la fuerza de esa promesa, que algún día se hará realidad.”
En Abraham la fe se convierte en historia
En palabras de Francisco, es en este relato de la vocación de Abraham en donde el Dios cósmico y lejano se cambia en “mi Dios, el Dios de mi historia personal, que guía mis pasos, que no me abandona; el dios de mis días, el compañero de mis aventuras; la providencia de Dios.”
Abraham el hombre que reza haciendo
Citando el N° 2570 del Catecismo de la Iglesia Católica el Santo Padre nos recuerda que la oración de Abraham es activa, pero no activista, no se trata de hacer cosas, sino de hacer presente a Dios en todos los momentos de las vida y hacer que Dios participe de nuestra vida, en alegrías, penas y dramas.
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Gran preocupación por los disturbios producidos tras la muerte de George Floyd
Al final de la Audiencia dirigio un saludo especial a los fieles de los Estados Unidos:
“Queridos hermanos y hermanas de los Estados Unidos, sigo con gran preocupación la inquietud social dolorosa que ha tenido lugar en su país en estos días, después de la trágica muerte del Sr. George Floyd.
Queridos amigos, no podemos tolerar ni cerrar los ojos ante ningún tipo de racismo o exclusión y pretender defender lo sagrado de toda vida humana. Al mismo tiempo, debemos reconocer que la violencia de las últimas noches es autodestructiva y provoca autolesión. La violencia no hace ganar nada y hace perder mucho.
Hoy me uno a la Iglesia de San Pablo y Minneapolis, y de todos los Estados Unidos, rezando por el eterno descanso del alma de George Floyd y todos los demás que han perdido la vida por el pecado del racismo. Oremos por el consuelo de sus familiares y amigos con el corazón roto, y oremos por la reconciliación nacional y la paz que anhelamos.
Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de América, intercede por todos aquellos que trabajan por la paz y la justicia en tu tierra y en el mundo. Dios los bendiga a todos ellos y sus familias.”