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La ecología integral es la clave de interpretación, la base sobre la cual se construye el texto de la encíclica Laudato Si’. En este documento social del papa Francisco, la ecología integral es propuesta como un “nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza” (LS 215). Es un paradigma relacional que debería estructurar y organizar el conocimiento teniendo presente que un paradigma no es algo meramente teórico porque influye en los comportamientos de las personas (cfr. LS 215).
Las palabras “todo” y “relación” ayudan a entender la ecología integral. La perspectiva del “todo” de la ecología integral de Laudato Si’ tiene en cuenta las relaciones de los seres creados y el vínculo de la creación con Dios. Esta “mirada amplia” (LS 159) que se debe buscar a través del diálogo, la distingue de conceptos o paradigmas afines y previene de cualquier enfoque sesgado o ideológico de la realidad.
La “relación” es una categoría fundamental para interpretar la creación y para la aproximación al misterio Trinitario. “Las Personas divinas son Relaciones Subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones” (LS 240). Si la creación estuviera desvinculada del Creador, no existiría, como tampoco existiría un ser que estuviera excluido de la compleja red de relaciones que hay entre las creaturas. La ecología integral como paradigma relacional no puede entenderse sino solo desde la Trinidad que ha creado una fraternidad universal. Por este fundamento trinitario la ecología integral de Laudato Si’ es un paradigma que proviene de la fe y no una ideología.
La pandemia actual pone en evidencia la interrelación y la interdependencia de los seres creados. De hecho, la rápida propagación del virus nos ha ayudado a tomar conciencia que nadie es ajeno al otro, pues somos una gran familia que vivimos en la misma “casa” o que navegamos en la “misma barca”. El mundo visto como una casa o como una aldea global se ha impuesto con fuerza. El fenómeno de la globalización está más vigente que nunca.
La COVID-19 muestra cómo la interconexión no es exclusiva de los hombres. Se trata de un virus, el SARS-CoV-2, el que nos interpela sobre nuestra identidad y lugar en la creación. Interroga porque, no pocas veces, los hombres nos hemos comportado como déspotas y, de repente, nos vemos débiles y frágiles, puesto que la enfermedad y la muerte nos han señalado los límites. No somos ni todopoderosos ni los únicos seres creados. La pandemia es una oportunidad para que cambiemos nuestros hábitos y estilos de vida reconociendo quiénes somos y aprendiendo a ver la naturaleza, a la que tanto daño le hacemos, con otros ojos, con los de la ecología integral. Solamente valorando y cuidando a cada ser creado, independientemente de la utilidad que nos pueda reportar, podremos evitar un panorama más desolador a causa de un desastre ecológico. Todavía estamos a tiempo de revertir esta situación.
¿Cómo continuar? Misterio Pascual y ecología integral
Durante estos meses de pandemia se ha fortalecido el liderazgo del papa Francisco. Así como en el año 2015 Laudato Si’ fue una gran contribución de la Iglesia a toda la humanidad, que ratificó al Papa, a nivel geopolítico, como un líder mundial, hoy nos encontramos en un escenario similar. Pero es importante no quedarnos solamente con una mirada política de Francisco, sino tener presente su cercanía paterna en cuanto pastor que ha buscado acompañar y discernir los acontecimientos actuales desde el misterio pascual y la ecología integral.
En algunos países se vivieron momentos críticos de la pandemia cercanos a la Pascua, cuya celebración ha sido inédita. En estas circunstancias, Francisco ha iluminado la situación dramática que estamos atravesando desde el misterio pascual discerniendo que Jesucristo “quiere resucitar a una vida nueva […] a la humanidad entera”. Así como la cruz, instrumento de castigo, sufrimiento y muerte, fue transformada por el Señor en árbol de vida, de modo semejante, la pandemia que genera tanta angustia debe convertirse en una oportunidad de vida para los hombres de hoy y de mañana.
Nuestra civilización que necesita ser resucitada por el Señor, desacelerarse, repensarse y regenerarse, debe aprender a vivir la “fraternidad universal”. Esta fraternidad tiene su fundamento en Dios Creador y es realmente “universal” por el misterio de la Encarnación. Ahora, es cierto que los hombres tenemos grandes dificultades para reconocernos y vivir como hermanos, sin embargo, es necesario superarlas si aspiramos a relacionarnos fraternalmente con todos los seres creados.
Una exigencia de esta fraternidad humana es la solidaridad. Es necesaria una solidaridad universal nueva para cuidar la creación (cfr. LS 14) y para derrotar la emergencia de la COVID-19. Esta solidaridad, que es intrageneracional e intergeneracional (cfr. LS 162), es la base de la sostenibilidad, concepto al que hizo alusión el Papa al indicar que es importante unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral. Por tal motivo, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas será una quimera si no se empieza a hacer realidad la “solidaridad global” (LS 240).
Frente a la aparente imposición de los “paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos)” y a la globalización de la indiferencia que Francisco ha llamado inacción, es necesario emprender con urgencia el camino de una conversión ecológica (cfr. LS 217) para adoptar el paradigma Trinitario de la ecología integral y globalizar la solidaridad. En el marco de esta emergencia sanitaria en la que estamos inmersos es providencial que, luego de la celebración de la semana de Laudato Si’ con ocasión del quinto aniversario de su publicación, el papa Francisco llame a un año especial para reflexionar sobre la encíclica, de tal modo que podamos cuidar nuestra casa común y a nuestros hermanos y hermanas más frágiles.
El padre Segura es especialista en Doctrina Social de la Iglesia por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma.