A primera hora del 11 de septiembre de 2001, John Solarte iba rumbo a su trabajo en Midtown Manhattan, cerca del Edificio Chrysler, cuando se enteró de que una aeronave acababa de impactar la torre norte del World Trade Center, causando una gran conmoción en el Bajo Manhattan.
Enseguida sintió la apremiante necesidad de regresar a su casa. Mientras iba en el tren veía en los ojos de los pasajeros cómo de la incertidumbre se pasaba inevitablemente al temor. “Algo tiene que cambiar”, fue algo así como un llamado que le hizo su conciencia.
John nació en Colombia, en 1966, en el municipio de Palmira, Departamento del Valle del Cauca. Su llegada a los Estados Unidos se debió a un plan que tenía con su esposa, María Fernanda Cardona de Solarte, pues ambos eran profesionales y necesitaban estudiar inglés para prosperar en sus carreras, ella como economista y él como administrador de empresas. “‘Bueno pues nos vamos una temporada para aprender inglés y regresamos’, nos dijimos… y de eso ya hace 21 años”, cuenta John, quien junto a su esposa llegó a la Universidad de Iowa el 1º de agosto de 1998.
Transcurrieron diez meses y tras culminar sus estudios intensivos de inglés, ella recibió una propuesta laboral gracias a su experiencia en el sector bancario y él comenzó a trabajar para una compañía en su área de experticia.
- RELACIONADA: La importancia del Ministerio de la Hospitalidad
A Nueva York los trajo la posibilidad de un traslado en las empresas para las que trabajaban en mayo de 1999. Desde que llegaron han vivido en Kew Gardens (Queens) y su parroquia por muchos años fue el Santo Niño Jesús de Richmond Hill.
La vida de esta pareja inmigrante transcurría normalmente hasta ese martes de septiembre cuando la organización terrorista Al Qaeda perpetró la mayor jornada terrorista en suelo norteamericano.
Ese día John, antes de ir a su casa, fue al Cunningham Park y se sentó a la sombra de un árbol. Allí volvió a sentir esa voz que le insistía que algo debía cambiar, pero pronto entendió que el cambio debía venir de dentro y que solo así transformaría su vida.
“Después de que surgió en mí esa inquietud lo hablé con mi esposa y comenzamos a escuchar mucho la emisora Radio María, empezamos a visitar a las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, en la parroquia San Pedro y San Pablo en Brooklyn, asistíamos a un grupo de oración y empezamos a estar más involucrados en la vida espiritual”, comenta.
Para el año 2002 esta pareja de colombianos retomó los sacramentos, asistía a la Santa Misa, se confesaban regularmente y vivían una vida basada en la oración. Su transformación sucedía rápidamente.
De 2004 a 2007 adelantaron sus estudios con el Ministerio Laico y mientras esto sucedía, un sacerdote de su parroquia le hizo a John una pregunta que marcaría un nuevo comienzo en su vida.
“Me preguntó qué sabía del diaconado y le respondí que había conocido a algunos diáconos, pero que nunca había pensado en esa posibilidad. Me invitó a una charla para ver si me interesaba, a la que asistí con mi esposa y nos gustó mucho”, recuerda.
Los esposos Solarte dijeron ‘sí’ al llamado e iniciaron su preparación en el Programa de Diaconado en 2008 en Cathedral Preparatory School and Seminary, pero en medio de este proceso se convirtieron en padres de su pequeña hija Mariana, y María Fernanda no pudo seguir acompañándolo a las clases.
“Fue un proceso intenso de mucha oración y discernimiento, tuvimos muchos retiros y con cada uno de ellos yo confirmaba que sí, que mi llamado era servir a la Iglesia como diácono”, recuerda.
El diácono John Solarte fue ordenado el 25 de mayo de 2013 en una solemne ceremonia oficiada por Mons. Frank Caggiano, entonces obispo auxiliar de Brooklyn y vicario general de la diócesis, en la iglesia Nuestra Señora de los Ángeles en Bay Ridge.
En el camino de su preparación hizo grandes amigos. “Estuvimos cinco años compartiendo con los compañeros que nos ordenamos, éramos doce en el programa en español y tres en el de inglés […] En las actividades estaban involucradas nuestras esposas y nuestros hijos y nos reuníamos, ya fuera para estudiar o para celebrar, porque somos una familia”, dice.
Desde su ordenación fue asignado a la Parroquia Presentación de la Santísima Virgen María en Jamaica (Queens), y de allí él destaca el gran cariño de los fieles a su parroquia y la activa participación de la comunidad en todas las actividades, grupos y ministerios.