Un cáncer metastásico atacó a Luis Enrique Cortez en 2017 y sobrevivió, aunque debilitado por la quimioterapia y las cicatrices de las cirugías. Pero se presentó enérgicamente decidido a recibir el sacramento de la confirmación, un proceso que comenzó hace 20 años y que nunca llegó a concretar por estar enfocado a cuestiones profesionales.
Con el cáncer como una llamada de atención, Luis Enrique, de 44 años, reanudó los estudios para su confirmación, programados para el 31 de mayo, domingo de Pentecostés, en la iglesia católica San Sebastián en Woodside, Queens.
Luego, en marzo, la pandemia del COVID-19 afectó a la ciudad de Nueva York, especialmente en Queens. Hasta ahora, la ciudad ha contado casi 24 000 muertes; de ellas 195 en Woodside, según los últimos datos recopilados por el Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York.
Casi todo cerró —incluidos los servicios religiosos— para tratar de ayudar a frenar el virus. A consecuencia, San Sebastián canceló abruptamente las clases presenciales para el Rito de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA).
“Me preocupaba tener que volver a tomar la clase”, confesó Luis Enrique, puertorriqueño de nacimiento. “Podría haberlo terminado hace muchos años, pero simplemente lo dejé en el aire. No tengo justificación alguna. Soy católico y necesito recibir el sacramento de la confirmación para acercarme a Dios y dejar que el Espíritu Santo entre en mí”.
Mónica Prada-Ahmed, de 48 años, también asiste a San Sebastián, pero solicitó los tres sacramentos de iniciación: bautismo, eucaristía y confirmación.
Aunque Mónica toda la vida asistió a la Iglesia Católica, no recibió los sacramentos cuando era niña. Las circunstancias de adulto los retrasaron y la perturbación de la pandemia la desanimó.
“Le dije a mi maestra: ‘Otra vez estoy en las mismas, no me voy a bautizar’ ”, recordó. “Mi esposo era católico. Mis (tres) hijos fueron bautizados. Quería unirme a la comunidad”.
La primavera pasada, Mónica y Luis Enrique estuvieron entre los más de 1000 catecúmenos y candidatos en la Diócesis de Brooklyn que planearon entrar en plena comunión con la Iglesia Católica mediante los sacramentos.
Los “catecúmenos” son personas como Mónica, que buscan los tres sacramentos de la iniciación (bautismo, eucaristía y confirmación) para convertirse en miembros de la Iglesia. Luis Enrique es un ejemplo de “candidato”: una persona que ha sido bautizada pero que aún no ha recibido el sacramento de la confirmación.
Algunos eran adolescentes, pero la mayoría eran adultos del programa RICA ofrecidos por parroquias en toda la diócesis. Muchos de ellos, como Mónica, esperaban recibir los sacramentos en la Vigilia Pascual del 11 de abril, pero la celebración también fue cancelada, al igual que la misa del día siguiente.
Los líderes de la diócesis orientaron a las parroquias a encontrar la manera de administrar los sacramentos a sus catecúmenos y candidatos. En conjunto con sus directores de educación religiosa, las parroquias cumplieron.
Por ejemplo, Luis Enrique y Mónica completaron los cursos online y recibieron los sacramentos en un servicio único el 30 de agosto en San Sebastián, con distanciamiento social y protegiéndose con mascarillas.
Luis Enrique vio los cielos abiertos cuando Karin Sweeney, directora del programa RICA en San Sebastián, cambió las aulas presenciales por aulas “virtuales” en Internet. Esta estrategia le permitió proseguir su catequesis y preservar el legado católico inspirado por su madre.
Luis Enrique dijo que su madre padecía varios problemas médicos (insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca e hipertensión arterial) mientras él luchaba contra el cáncer. Pero no quería que su madre lo visitara en el hospital; estaba demacrado y perdiendo el pelo.
“No quería que me viera así, lucía como que estaba muriendo”, recuerda. “Le dije: ‘Estoy bien, mamá. Estaré bien. No te preocupes’. Así que me las tuve que arreglar solo. Es un milagro que lo haya logrado”, agregó Luis Enrique. “Estuve tan cerca de la muerte, pero Dios me dio otra oportunidad de ser una mejor persona, ser un mejor hombre y recibir mi sacramento”.
Hoy reconoce que su futuro es brillante y planea seguir cuidando a su madre y seguir el plan de Dios.
Mónica y Luis Enrique elogiaron a Karin y a su esposo, Patrick, por transferir el programa de estudios a una plataforma digital. Mónica también recuperó la esperanza.
Mónica nació en Brooklyn, pero su numerosa familia católica se estableció en Queens. Dos de sus hermanos mayores se bautizaron, pero luego su padre decidió que sus hijos debían tomar sus propias decisiones religiosas y no los alentó a recibir los sacramentos, dijo Mónica.
Sin embargo, su fe se desarrolló en la edad adulta. Se casó en una ceremonia civil y tuvo dos hijos y una hija, pero criarlos exigió su atención. Hoy los tres son jóvenes con carreras profesionales, y los dos varones sirven en la Guardia Nacional de Nueva York.
Cuando sus hijos crecieron, Mónica se bautizó. Reconoce que Karin y Patrick Sweeney nunca dejaron de alentarla, ni siquiera cuando el coronavirus mermó su esperanza, y que mantuvieron esa misma actitud hasta el día de la celebración, el pasado 30 de agosto, en la misa donde tuvieron lugar las confirmaciones pospuestas desde Pentecostés y el resto de los sacramentos programados para la Vigilia Pascual.
Ahora a Mónica le falta recibir un sacramento más: el matrimonio con su esposo, pero esta vez frente a un sacerdote.