Hablar a Dios con sus propias palabras, es la esencia de la oración realizada con los Salmos, el libro de la biblia que nos enseña a rezar, tal y como lo ha explicado hoy el Papa Francisco en la habitual catequesis desarrollada durante la Audiencia General de los miércoles, que en esta ocasión tuvo lugar en el Aula Pablo VI dada las condiciones climáticas de Roma.
Experiencias que brotan de la vida
Los salmos no son reflexiones abstractas “escritas en un escritorio,” dice Francisco, sino que “escuchamos las voces orantes de carne y hueso” porque “para rezar no hay que ir con el alma maquillada.”
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Sanar la vida
Pero los salmos no se detienen en la experiencia del dolor, sino que nos enseñan el valor de la vida ayudándonos a “no volvernos adictos al dolor,” y continùa el Pontífice, “cuando nosotros rezamos, lo hacemos porque sabemos que somos valiosos a los ojos de Dios.”
La muerte también aparece entre los salmos como “la más irracional enemiga del hombre,” y el salmista confía en la intervención divina allí donde el hombre es impotente haciendo de la oración misma un camino de salvación.
El Señor escucha la oración
El Santo Padre nos recuerda que el Señor conoce a todos los hombres y para él ninguna persona es un extraño, por lo tanto escucha a todos. Esto no significa que todos los problemas se resuelvan, sino que se vuelven “más soportables.”
Finalmente el Papa advierte que la peor cosa que puede ocurrir a una persona “es sufrir en el abandono.” De esto es justamente de lo que Dios nos salva.