“Es que no me obedece”. Este suele ser el lamento de muchas madres con sus hijos revoltosos. Hay unas normas en la casa, que no respetan. En la Sagrada Familia también había normas y tradiciones que cumplir. Además, los judíos vivían la legislación de Moisés. Pero, leyendo los evangelios encontramos las acusaciones a Jesús por no respetar la legislación del Sábado o de las comidas. ¿Respetó el Señor la Ley? Veamos lo que nos dicen los evangelios.
Precisar la actitud de Jesús ante la Ley no es una tarea fácil. Vayamos por partes. Él no escribió un código lleno de reglas generales. Entre los apóstoles de la Iglesia hubo controversias sobre el tema. Por ejemplo, la disputa entre Pedro y Pablo sobre la circuncisión a los griegos convertidos. Dejemos, sin embargo, este tema de gran importancia con una conclusión clara. Jesús fue un judío fiel, respetuoso y cumplidor de la Ley.
Así, a la pregunta del joven rico sobre qué debe hacer para alcanzar la vida eterna, su respuesta es categórico: “Cumple los mandamientos”.
Ante la duda del muchacho sobre qué mandamiento debe cumplir, el Señor le recuerda el decálogo: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás…”.
Jesús además de cumplir la ley la radicaliza. Para él, no basta con no matar, sino que hay que evitar todo tipo de agresiones menores. Se puede pensar en la prohibición del divorcio, que fundamenta la prohibición del divorcio en el orden querido por Dios en la creación. Exactamente lo que hace Jesús.
Él se muestra radical al denunciar las tradiciones judías que ocultaban y desvirtuaban la intención profunda de la ley Mosaica. Él relativiza, dándole un sentido más profundo al tratar de los preceptos rituales referidos al sábado y a las normas de pureza, como aparece en los dichos que se le atribuyen:
- “Lo que entra por la boca no hace impura a la persona, pero sí la mancha lo que sale de su boca”
- “¡Ay de ustedes hipócritas, que lavan el exterior del plato y de la copa, pero luego los llenan de robos y violencias”
- “¡Ay de ustedes, que pagan el diezmo, pero abandonan la justicia, la misericordia y la fe!”
Jesús aceptó la relación con gente que obra contra la ley: pecadores, publicanos y prostitutas. No le importó las críticas. Su reino lo ofrecía a todos, nadie era excluido.
Sin duda alguna, el Maestro promovió un movimiento de renovación en el mundo judío. En su tiempo habían surgido otros movimientos que radicalizaban las normas de pureza y que, por tanto, eran exclusivistas; se dirigían a una élite de puros y elegidos. Son las reglas de los fariseos, “los separados”. De los esenios de Qumrán, que se alejaron y fueron al desierto, lejos de un pueblo y de unas instituciones corrompidas. La acción de Jesús es inclusiva, busca a la gente y no margina a nadie. A todos anuncia la llegada de Dios y su Reino.
De todas maneras, lo más característico sobre la ley del Señor es la importancia dada al amor al prójimo. Cuando le preguntan, “¿cuál es el primero de todos los mandamientos?” Responde: “El primero es: amarás al Señor tu Dios… El segundo es amarás al prójimo como a ti mismo”.
¿Ve usted claro la postura del Señor sobre la ley judía y cómo la perfecciona con el amor al prójimo?