“Jesús dormía en la barca”. En la catequesis no podía faltar el relato de la tormenta en el Mar de Galilea. Los apóstoles, azotados por las olas, preocupados y el Señor dormido. Los niños interesados preguntaban, ¿quién sabía nadar?
Éufrates y Nilo condicionaban la vida de Mesopotamia y de Egipto. Estos países próximos a Israel estaban divididos por abundantes ríos y canales. El transporte fluvial era necesario en sus vías navegables. En las aguas pantanosas de Mesopotamia las balsas eran de madera y cuero. En Egipto se hacían los barcos con haces de junco, impulsados por velas y remos. Fenicia se destacó como una verdadera potencia marítima. Sus naves eran impulsadas por hileras dobles de remos. Su comercio llegó hasta las lejanas tierras. Para el transporte a lugares cercanos los barcos eran más pequeños. Dichas naves se destacaban por sus altos mástiles de proa con el espolón por delante, que ostentaba la cabeza labrada de un caballo.
Las condiciones del mar de Galilea eran diferentes. Las pequeñas embarcaciones apenas podían recibir a Jesús y sus discípulos. Una gran pesca lograda en una sola red resultó excesiva para dos de ellas.
Pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían y llenaron tanto las dos barcas, que por poco se hundían. Lc 5,7.
En el lago las barcas se usaban principalmente para la pesca,
Estaban con su padre en la barca arreglando las redes, cuando Jesús los llamó. Mt 4,21.
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También servían para ir de costa a costa.
Jesús volvió a la barca, cruzó de nuevo el lago y vino a su ciudad. Mt 9,1.
El Señor a veces predicaba desde una lancha.
Empezó a enseñar a la multitud desde la barca. Lc 5,2.
Aunque estaban equipadas de velas, también llevaban remos para ser usados en tiempos de bonanza y en las violentas tormentas que a veces se desencadenaban en el lago.
Jesús vio que sus discípulos iban agotados de tanto remar. Mc 6,48.
Los barcos del mar Mediterráneo, distintos a los del mar de Galilea, eran barcazas de mayores dimensiones. Los barcos de guerra, impulsados por remos, tenían la forma estrecha y alargada, que les dotaba de gran rapidez. Raras veces se alejaban mucho de la costa. Los barcos mercantes se construían mucho más anchos y dependían de las velas. En la proa tenían una figura tallada, que le daba el nombre a la nave. En el barco que le llevaría a Roma, San Pablo menciona a Dioscuros, nombre de los conocidos mellizos, Castor y Polux.
El barco llevaba por insignia los Dióscuros. Hc 28,11.
Probablemente, Pablo utilizaría pequeñas embarcaciones costeras, yendo de isla en isla, en sus viajes misioneros. En el largo viaje a Roma utilizó un barco comercial cargado de trigo, que hacía el itinerario entre Egipto e Italia.
En total, llevaban una dotación de 276 tripulantes y pasajeros. Hc 27,37.
Durante la travesía, cuenta el apóstol que el temporal era tan violento que al día siguiente tuvieron que arrojar al agua parte del cargamento.
Tiraron el trigo al mar para reducir el peso del barco. Hc 27,37.
Fue precisamente en una humilde barquita donde tuvo lugar una teofanía, aparición de la divinidad. Cuando los discípulos estaban remando en el lago se levantó una fuerte tempestad. Estaban aterrorizados. Al momento, Jesús viene hacia ellos caminando sobre el mar. Así lo reconocieron:
Subió a la barca y cesó el viento, y los que estaban en la barca se postraron ante él, diciendo: “¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!” Mt 14,32.
¿Te hubiera gustado subir a la barca con los apóstoles y reconocer a Jesús como Dios?